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El imperio español contraataca

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Para hacer olvidar el fiasco del apagón eléctrico, la fuerza oscura del reino español contraatacó ayer, sacando su mayor referencia nacional, para celebrar el levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 en Madrid contra la invasión francesa, obviando los claroscuros de esos hechos y asumiéndolos, paradójicamente (en referencia a mi escrito de ayer) como un acto ‘español’, cuando, la realidad es que los únicos que lo celebraron fueron los madrileños (que lo tienen como día de la comunidad de Madrid), como explico a continuación.

Es preciso resaltar que el día de ayer fue festivo también en Santa Cruz de Tenerife, para efectuar el puente con la festividad de hoy, domingo 3 de mayo, su festividad de la Cruz, la fiesta fundacional de la ciudad; y en Ávila, por ser la fiesta local de San Segundo (Secundus), el patrón de la ciudad, por ser considerado el primer obispo de la ciudad y uno de los Siete Barones apostólicos de la Bética.

Pero el relato que pretenden potenciar los medios de comunicación estatales (verdaderos portavoces del estado), está en línea con lo expuesto por Isabel Díaz Ayuso (presidenta de la comunidad de Madrid), en setiembre del 2020, es decir: ‘Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España? No es de nadie porque es de todos’.

Y ese relato oculta el fenómeno de agujero negro que tradicionalmente ha sido y es Madrid (entendido como un todo, un ente político autónomo), como muy acertadamente expresó Óscar Pazos en su libro: ‘Madrid es una isla. El estado contra la ciudadanía’ (edit. Sin Fronteras, 2013).

Sobre la denominada Guerra de la Independencia española, es preciso recordar que fue un conflicto bélico entre los años 1808 y 1814, dentro del contexto de las guerras napoleónicas, que enfrentó a las potencias aliadas Reino Unido, España y Portugal, contra Napoleón Bonaparte. 

Y en ese contexto, es necesario resaltar la ‘abdicación de Bayona (Francia)’ firmada los días 5 y 6 de mayo de 1808, por las que el rey Borbón Fernando VII renunció al trono de España, y devolvió la corona, obtenida con el motín de Aranjuez, a su padre Carlos IV, que la víspera había cedido los derechos a Napoleón Bonaparte, que, en un mes, designó como rey de España e Indias, a su hermano, que reinó con el nombre de José I.

‘(…) Según los historiadores, esas renuncias fueron forzadas, pero ni Carlos IV ni Fernando VII estuvieron a la altura para hacer frente a las presiones de Napoleón, ya que no los secuestró, fueron voluntariamente a Bayona.

(…)

Fernando VII era rey desde el 19 de marzo de 1808, por el mencionado ‘conflicto de Aranjuez’, un motín ocurrido en esa localidad madrileña los días 18 y 19 de marzo, protestando por la política de Manuel Godoy, favorido de Carlos IV; el resultado fue que Godoy fue apresado y Carlos IV abdicó en su hijo, que fue rey hasta el 6 de mayo de ese mismo año.

(…)

Nada más acceder al trono, Fernando VII envió al duque del Parque a cumplimentar al mariscal Joachim Murat, lugarteniente general de las tropas francesas situadas en España, pero éste no hizo lo mismo cuando el 24 de marzo Fernando VII hizo su entrada triunfal en Madrid, ni el embajador francés François de Beauharnais lo saludó.

(…)

El 26 de marzo, Fernando escribió al embajador francés: ‘Mis intenciones son la felicidad de ver a Su Majestad Imperial y Real, es decir, Napoleón, y seguir sus consejos’ Una semana después, el 2 de abril, el Consejo de Castilla hacía público un bando en el que reiteraba que los franceses estaban en España ‘para ejecutar los planes convenidos con S. M. I. y R. contra el enemigo común, Inglaterra’ y anunciaba que se castigaría a quien ‘con el menor exceso perturbe esta amistosa y recíproca correspondencia’. Por otro lado, la propaganda fernandina seguía afirmando que el ejército imperial había entrado en España para proteger al nuevo rey de los manejos godoyistas. Pero, en aquel momento, Napoleón ya había decidido la sustitución de los Borbones.

(…)

El 3 de abril, Fernando VII comunicó a Murat que iba a salir al encuentro con Napoleón, de quién el día anterior le había anunciado que pronto estaría en España: Tratar personalmente con Napoleón era vital para Fernando, porque no solo necesitaba de manera urgente su reconocimiento, sino también contrarrestar los informes desfavorables sobre él que iban llegando al emperador e impedir los posibles movimientos de su padre Carlos IV (que había protestado su renuncia al trono, y que el 27 de marzo había escrito una carta a Napoleón en la que le dijo:

‘Señor mi hermano: V. M. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas y no verá con indiferencia a un rey que, forzado a renunciar a la corona, acude a ponerse en los brazos de un grande monarca, aliado suyo, subordinándose totalmente a la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos.

Yo no he renunciado a favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte…

Yo fui forzado a renunciar; pero he tomado la resolución de conformarme con todo lo qiue quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la Reina y la del Principe de la Paz, Manuel Godoy’.

(…)

Por su parte, Fernando VII escribió una carta a Napoleón, que terminaba diciéndole:

‘(…) Ruego, pues, a V. M. I. y R. con eficacia que se sirva poner término a la situación de congoja en que me ha puesto su silencio, y disipar, por medio de una respuesta favorable, las vivas inquietudes que mis fieles vasallos sufrirían con la duración de la incertidumbre’

La respuesta de Napoleón fue durísima, en la carta que le entregó Savary el 18 de abril, era la primera vez que se dirigía directamente a Fernando, a quien, en momento alguno, otorgó el tratamiento de majestad, le decía:

‘Como Soberano vecino debo enterarme de lo ocurrido antes de reconocer esta abdicación … Si la abdicación del rey Carlos es espontánea y no ha sido forzado a ella por la insurrección y motín ocurrido en Aranjuez, yo no tengo dificultad en admitirla y en reconocer a V.A.R. rey de España. Deseo pues discutir con Ella de este tema. Dudo entre diversas ideas que tienen que ser aclaradas (…)’

Entretanto, Murat, tras haber salido Fernando VII de Madrid, presionó a la junta de gobierno para liberar a Manuel Godoy y llevarlo a Francia e influir, así, en el ánimo de los reyes padres (…)’

(fuente: Wikipedia)

Me parece evidente que este ridículo sainete borbónico, nos muestra las rencillas y ambiciones sin límites de sus miembros, así como su nula visión del estado y, claro, el desprecio olímpico de la ciudadanía, sus vasallos. Una confirmación más de la indignidad de la casa real borbónica, y que su defensa no justificaba ningún sacrificio.

‘(…) El 2 de mayo de 1808, a primera hora de la mañana, grupos de madrileños comenzaron a concentrarse ante el palacio real. La muchedumbre conocía la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula, último miembro de la familia real que permanecía todavía en Madrid, para llevárselo a Francia con el resto de la familia real. Por eso, al grito proferido por José Blas Molina: ‘¡Que nos lo llevan!’ parte del gentío asaltó las puertas del palacio. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el bullicio en la plaza. Un grupo creyó que los franceses se llevaban al infante por la fuerza, atacó a una patrulla francesa, que solo pudo zafarse de la acometida por la intervención de un batallón y dos piezas de artillería. El choque desencadenó una violenta reacción popular en la ciudad y precipitó que la lucha se extendiese por todo Madrid (…) se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos (…) si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la puerta de Toledo, la puerta del Sol y el parque de artillería de Monteleón, su operación de cerco con los mamelucos y lanceros fueron acabando con los focos de resistencia.

(…) Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, permanecieron acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección, entre los insurrectos de mayor graduación de aquella jornada destacaron los capitanes Luís Daoíz y Pedro Velarde, que asumieron el mando, por ser los más veteranos.

(…) la represión fue cruel, y la tarde del 2 de mayo, Murat firmó la siguiente orden:

‘Soldados: mal aconsejado el populacho de Madrid, se ha levantado y ha cometido asesinatos (…) La sangre francesa vertida clama venganza. Por lo tanto, mando lo siguiente:

(…) Art. 2: Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.

Art. 3: Todos los moradores de la corte, que anden con armas, o las conserven en su casa sin licencia especial, serán arcabuceados (…)’

(…)

En el Salón del Prado fueron fusiladas 32 personas el mismo 2 de mayo, otras 11 fueron ejecutadas en otros puntos de la ciudad; al día siguiente fusilaron a 36 personas (…) en total, fueron ejecutadas 409 personas, 39 de ellos militares, y 170 heridos, de los cuales, 28 militares. (…)

(fuente: Wikipedia)

No puedo entender que la familia real borbónica marchase a Francia, para ‘entrevistarse’ con Napoleón, y dejasen solo, en Madrid, al infante Francisco de Paula, hijo menor de Carlos IV, con 14 años, el que, involuntariamente provocó el levantamiento del 2 de mayo; si bien, días después, las tropas francesas se lo llevaron al exilio, para reunirlo con su familia. Y ese ‘abandono’, es miserable, se mire como se mire.

Y como puede verse, la actitud pasiva de los militares, salvo mínimas excepciones, también dejó mucho que desear.

También fue interesante el cambio de opinión de la ciudadanía respecto a Fernando VII, representante del Antigüo Régimen absolutista, que permaneció confinado en el castillo de Valençay (Francia), donde pasó toda la guerra de la independencia), al que pasaron a denominar ‘el Deseado’. En su ausencia, las Cortes de Cádiz aprobaron la Constitución de 1812, reconociendo a Fernando VII como rey legítimo. En 1813, Napoleón dejó marchar a Fernando y a su familia, que entraron en España el 22 de marzo de 1814, y en mayo de 1814 sus tropas efectuaron un golpe de estado, ejecutado en Madrid, y el rey publicó el Manifiesto del 4 de mayo, aboliendo la Constitución de Cádiz, restaurando el absolutismo y el antigüo régimen. Es decir, de pasar a ser ‘el Deseado’ a ser considerado ‘el Felón’, como expliqué hace semanas (y reproduzco unos párrafos a continuación, y pido perdón por autocitarme):

Y es triste ver la volatilidad de la opinión ciudadana, como sabemos, pues, en el reino español, se pasó de gritar ‘Viva la Pepa’, el 19 de marzo de 1812 (festividad de san José), proclamando la Constitución de Cádiz, de tintes liberales; al de ‘Vivan las caenas (cadenas)’ en 1823, apoyando la restauración del absolutismo de Fernando VII, ‘el deseado’, apoyado por Luis XVIII de Francia y su ejército comandado por el duque de Angulema. 

Y ese es un buen ejemplo del carpetovetónico reino español, expresado con los gritos ‘Vivan las cadenas (caenas)’, ‘Vivan las cadenas, viva la opresión: viva el rey Fernando, muera la nación’ iniciados en Sevilla, generaron un movimiento contrarrevolucionario, pues, la población, ebria de alegría, cometió todo tipo de excesos y tropelías persiguiendo a los liberales.

Según Ramón de Mesonero Romanos (1903 – 1882):

‘(…) tras restablecer su poder absoluto en 1823, en Madrid se llegó a escenificar un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella a guisa de caballerías, y así lo llevaron en triunfo al Santuario de Atocha (…) gritando ‘que vivan las caenas, viva la opresión, vida el rey Fernando y muera la nación’ (…) Cuando el rey Fernando llegó a palacio, uno de los cortesanos le preguntó: ‘¿qué le ha parecido a vuestra majestad la ovación?. Y él, con su característica socarronería, le respondió: ‘los de esta tarde son aquellos del troncho; es decir, los mismos perros con distintos collares.’

Hay un refrán que dice: ‘mientras haya burros (tontos), algunos irán a caballo’.

Todo análisis histórico permite extraer conclusiones y, claro, sirve para descalificar las actuales lecturas interesadas que falsifican los hechos, mediante un presentismo del todo erróneo y manipulado.

Pues, me parece correcto y honorable recordar a los que se levantaron el 2 de mayo; pero no se puede hacer sin poner a los monarcas Borbones y al ejército en su sitio, que no debería ser otro que la papelera de la historia, ya que demostraron ser viles y ruines. Pero, la realidad es que los madrileños se levantaron al vergonzoso grito de ‘¡Que nos lo llevan! (en referencia al infante que todavía quedaba) y ojalá se los hubieran llevado a todos y no los hubiesen devuelto.

Y otra lección interesante, es contrastar el valor que se reconoce a la población madrileña, frente al invasor francés; y, por el contrario, se ataca el valor de los catalanes para independizarnos, pacíficamente, del invasor, opresor y vengativo estado borbónico; un estado que, con todo su lado oscuro (propio de la película ‘Star Wars, episodio V: el imperio contraataca), no deja de reprimirnos. 

Por todo esto, tengo claro que debemos independizarnos, nuestra historia, intereses y deseos son totalmente opuestos a los suyos, y nunca podrán armonizarse. 

Por eso, debemos hacer caso a la famosa frase de Yoda, en la mencionada película: ‘hazlo o no lo hagas’: enfatizando la importancia de dedicar toda la energía a las metas, en lugar de lograrlas a medias, con la mentalidad de simplemente ‘intentarlo’.