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El imposible encaje de Catalunya en España

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Por más que algunos políticos, en momentos puntuales y por interés, lo quieran disimular, Catalunya y España son realidades tan diferentes como el aceite y el agua, pues su diferente densidad les impide mezclarse, como intento explicar en este escrito.

El agua y el aceite tienen características diferentes; pues, además de la densidad mencionada, el agua, compuesta por H2O es bipolar (polo positivo y negativo) y actúa como un imán. Pero el aceite no tiene polaridad, y no se ve atraído ni repelido por ese imán.

Así, tomando esa metáfora, vemos que la centrípeta España, caracterizada por su extractiva capital madrileña, atrae y absorbe a todas las comunidades colindantes, provocando la España vaciada.

Y ante esa atracción centrípeta, ven que Catalunya, desde siempre, se les resiste, con mayor o menor fuerza, pero nunca han conseguido mezclarla, diluirla, pues, como el aceite, siempre se ha mantenido diferente y diferenciada. Y, claro, eso les revienta, no lo pueden tolerar ni aceptar.

Y en este caso, no se trata de diferencias químicas, en realidad, son diferencias emocionales, pues, además de repulsión, sienten ODIO contra nosotros, como nos mostró, por enésima vez, la infame Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, que, este fin de semana, ante su idealizado Javier Milei (presidente argentino), dijo que:

  • ‘Ni Catalunya, ni el País Vasco, ni Navarra han sido nunca una nación y no lo serán nunca;
  • (…) hay que revertir de una vez por todas el negocio corrupto que representa el independentismo (…)
  • cuanto más descentralizada está España, más la están hundiendo (…)
  • Sánchez compra las elecciones de Catalunya con el dinero de los madrileños (…)
  • cada vez que un madrileño paga sus impuestos, en realidad paga las embajadas catalanas para crear una nación donde no la ha habido ni la habrá nunca; y no sólo pagan esas embajadas los madrileños, también los murcianos, los extremeños (…)
  • la corrupción independentista es la culpable de la falta de trenes en Extremadura (…)’.

Como se puede ver, esos argumentos no son fruto de un raciocinio intelectual, histórico, matemático, etc.; pues sólo son afirmaciones viscerales, propias de la bilis más negra, para alimentar la confrontación.

Y de esa confrontación por la confrontación, para seguir machacando todo lo que representa Catalunya, tenemos muchos ejemplos, pues:

En noviembre del 2014, con motivo del tricentenario de la ‘victoria’ de 1714, el gobierno español de Mariano Rajoy, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (esposa de J. M. Aznar), junto con Juan Carlos I, inauguraron, en la plaza de Colón, una escultura de 3,5 metros de altura, de la figura de Blas de Lezo: ‘un gran español, y un gran marino, que ganó en todas las batallas en las que participó, y que engrandeció el nombre de España’, según reconoció el almirante jefe del estado mayor de la armada.

Y, como sabemos, erigir esa estatua, el momento y lugar precisos, y los honores mencionados, también fueron fruto de la visceralidad mencionada, ya que ni ganó en todas las batallas, ni el nombre de España era nada en aquel momento (s. XVIII), pero, eso sí, Blas de Lezo fue el responsable que dirigió el bombardeo lanzado desde el mar a la ciudad de Barcelona, durante el sitio de 1714.

Es preciso recordar que Blas de Lezo y Olavarrieta (1689 – 1741), un almirante vasco recordado por la batalla de Cartagena de Indias (1741), los catalanes lo recordamos, negativamente, por su participación en la guerra de Secesión, al lado de los borbónicos. En el sitio a la ciudad de Barcelona, en 1714, perdió el uso del brazo derecho, al recibir un tiro de mosquetón; así es cómo se ganó el sobrenombre de ‘mig home’ (medio hombre), ya que a los 25 años había perdido la pierna izquierda (que sustituyó por una de madera) y el ojo izquierdo, por la bala de un cañón, siendo amputado, de urgencia, en el propio barco.

Lezo mostró su ‘inteligencia’ sanguinaria, pues utilizaba bombas huecas, rellenas de material inflamable, que, al impactar en las naves enemigas, las incendiaba, por lo que su tripulación debía centrarse en apagar el fuego, y ‘olvidarse’ de los enemigos, que aprovechaban su confusión, claro.

Es evidente que cada nación tiene sus ídolos, sus héroes, así, en nuestra Diada Nacional (11 de setiembre), los catalanes recordamos, por ejemplo, a Rafael Casanova i Comes (1660 – 1743), a Antoni Villarroel i Peláez (1656 – 1726), etc., nuestros héroes de 1714. Y eso lo hemos hecho así en estos largos tres siglos, desde 1714.

Pero que el estado español más rancio, de forma artificial y malintencionada, sacase de sus cenizas y del olvido a Blas de Lezo, sólo tenía y tiene una explicación: potenciar la confrontación. Y, claro, ‘inventarse’ referentes, ya que a los nacionalistas españoles les duele reconocer que su héroe fue, en realidad, el franco-inglés duque de Berwick (James Fitz-James Stuart, 1670 – 1734)

Es evidente que los catalanes también tenemos nuestras contradicciones, pues en el parque de la Ciutadella de Barcelona y en Reus, hay figuras del general Joan Prim i Prats (1814 – 1870) que, siendo gobernador militar y comandante general de la provincia de Barcelona, en agosto de 1843 reprimió a sangre y fuego una rebelión popular: así, en el tramo final de la Riera d´Horta, al ver la importancia del alzamiento de la ‘Jamància’ o (Camància) (*), de Sant Andreu del Palomar, pronunció su famosa frase: ‘o faixa o caixa’, es decir, recibir el fajín de general o ser enterrado, por lo que combatió con gran energía a los revolucionarios de la insurrección que dominaba parte de la ciudad y algunas zonas próximas, sometiendo a Barcelona, y en particular al barrio de Sant Andreu, a un duro bombardeo, entre el 6 de setiembre y el 18 de noviembre de 1843, hasta dejar la ciudad con una tercera parte de sus edificios destruidos (todavía se puede ver un proyectil de cañón incrustado en la fachada del edificio de la calle Sócrates con Gran de Sant Andreu, conocida como ‘la casa de la bala’) y la población ‘pacificada’, por lo que recibió el fajín de general de manos del regente, el general Joaquín Baldomero Fernández-Espartero y Álvarez de Toro (1793 – 1879), otro de los responsables del bombardeo de Barcelona en 1843.

(*) revuelta progresista de carácter federalista y democrática que se produjo en Barcelona entre setiembre y noviembre de 1843.

Este es un claro ejemplo de nuestra falta de lógica, como, también, seguir manteniendo algunos nombres en el nomenclátor de Barcelona, de inequívoca historia españolista, dominadora, como, por ejemplo, la Plaça Virrei Amat, un vestigio franquista en Nou Barris, que los vecinos reivindican volver a su nombre original: plaça de Joan Salvat-Papasseit (1894 – 1924), que, temporalmente, vivió cerca de esa plaza, y del cual este año se recuerda el centenario de su muerte.

Otro ejemplo funesto del nomenclátor de Barcelona, lo tenemos con la calle Navas de Tolosa, que, artificialmente, también fue puesto a una parada de metro, para recordar la sangrienta batalla de la reconquista cristiana contra el califato almohade, efectuada el 16 / 17 de julio de 1212, en Las Navas de Tolosa, actual pedanía de la Carolina. En la actualidad, hay otro movimiento popular que reivindica el cambio de ese nombre, por el de Torrent de la Guineu, que partía del Parc del Guinardó (*) (la Font del Cuento), hasta el Rec Comtal (en este momento hay la plaça fantasma de la Guineu, una plaça tapiada en la avenida Meridiana).

(*) El nombre guineu, guinarda, dio el nombre al barrio del Guinardó, y era debido a la proliferación de ese animal, el zorro, hasta su total extinción, por la masificación de la ciudad.

En definitiva, que debemos recordar nuestra historia, reivindicarla, y no aceptar ni caer en las trampas de confrontación españolas, como es el ejemplo de la efigie de Blas de Lezo; ni las mentiras de Isabel Díaz Ayuso, ni …

Sabemos que no es fácil, y menos teniendo como alcalde a Jaume Collboni (PSC/PSOE), y antes a Ada Colau (Comunes), que son españolistas, por encima de todo.

Por eso, debemos ir a la nuestra, unidos, pues sólo así podremos contrarrestar la confrontación unionista, que quiere aplanarnos, homogeneizarnos, diluirnos en sus mentiras, tergiversar nuestra historia y reinventarla a su gusto y manera. Y no podemos aceptar que ‘personajes’ como la citada Díaz Ayuso, diga que ‘Catalunya nunca fue una nación y que nunca lo será’; y eso deberíamos contrarrestarlo masivamente en nuestros medios de comunicación y en las redes sociales, ya que no es admisible dar la callada por respuesta, pues así sólo se realimentan sus mentiras.