Por: Tatiana Treviño, Head of Strategic Communications en UKG
Uno de los retos que tiene México es detener la caída de la productividad en sus industrias. Sin embargo, hay algunas que han logrado crecer a pesar del panorama adverso de los años anteriores. De acuerdo al INEGI, la productividad laboral en los centros manufactureros aumentó un 1.6%, en los comercios al por mayor un 0.5% y en los minoristas hasta un 2.2%, mientras que otros sectores perdieron eficiencia. Es más, esto se ve reflejado en su recuperación económica tal y como lo indica el IMCO ya que la industria manufacturera recobró su participación normal en el PIB nacional con un 16.6% al igual que el mayorista con un 9%. En el caso de la industria minorista ha obtenido un 9%, pero todavía le falta para alcanzar sus números anteriores a la pandemia.
Estos sectores han realizado grandes esfuerzos para seguir creciendo a pesar de los retos que se presentarán en el futuro, y para eso, los líderes serán la clave para que no se pierda este momentum. Muchas veces las empresas no han examinado detenidamente el impacto que tiene un buen líder dentro de la empresa, pero es importante revisarlo. De acuerdo a datos del Buró Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, los buenos líderes aumentan la productividad en un promedio de 11% por empleado, además de que tienen una menor rotación en sus equipos.
Para esto, las empresas deben de repensar el rol de los líderes para que se enfoquen en algo mucho más efectivo para aumentar la productividad: inspirar a las personas para que crezcan y se conviertan en lo mejor que pueden ser. Un líder eficaz confía en los empleados y habla con honestidad y transparencia; de hecho, no teme en comunicarse en exceso al igual que está a la escucha de sus colaboradores. Al generar espacios de confianza dentro de la empresa, se propiciará la innovación y el entusiasmo, pero sobre todo se tendrá una mejor capacidad de recuperación ante los errores.
Otro factor clave para un liderazgo efectivo es la prioridad que se le da a la capacitación y desarrollo de los colaboradores. Esto no significa dar permisos para que puedan tomar algún curso o inscribir a alguien a un taller, sino darles las herramientas necesarias y dar un seguimiento puntual a su crecimiento a través de un feedback constructivo y oportuno a cada persona para encontrar oportunidades de desarrollo dentro de la empresa, lo que permite mantener a los equipos comprometidos y entusiasmados. Una herramienta de gran utilidad son los programas de mentoría para poder dar un seguimiento más oportuno además de recibir conocimientos y experiencias para desarrollar sus propios planes de carrera. Estas actividades pudieran parecer complicadas y onerosas, pero hay que recordar que los colaboradores son el activo más valioso de las organizaciones.
Por ello, las empresas mexicanas deben apostar por sus líderes internos para que puedan seguir creciendo ante cualquier escenario. Es muy fácil perder de vista la importancia que tienen en la operación en el día a día, pero sin esta pieza clave en el sistema, cualquier situación negativa puede tumbar el éxito de la organización.