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El mantra de Pedro Sánchez con Catalunya

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Desde el 2017, Pedro Sánchez, para obviar el problema institucional, definió el problema independentista catalán como un problema de convivencia entre los catalanes; y ese mantra lo ha mantenido siempre, salvo en el momento de negociar su investidura, que reconoció que se trataba de un problema político; ero, inmediatamente volvió a su idea inicial, y, en este momento, ratifica esa tesis inicial, por todos los medios.

Ayer, su ministra de política territorial y portavoz del gobierno, Isabel Rodríguez, en una entrevista a El Periódico, reproducida y comentada en elnacional.cat (28 de agosto 2022), repitió, por enésima vez, el mantra en cuestión, ‘presumiendo de haber recuperado la normalidad en las relaciones entre Catalunya y el Estado. (…) Consideramos un triunfo que la vía unilateral forme parte del pasado y que ahora hay un acercamiento entre los catalanes (…) es muy importante haber recuperado la normalidad institucional entre Catalunya y el conjunto de España (…) una relación normalizada entre la Generalitat y el gobierno español es uno de los legados más importantes de la legislatura’. (…) ahora estamos inmersos en el diálogo y la aproximación de los lazos entre catalanes’

Preguntada sobre el hecho que entre las otras comunidades pueda causar malestar el hecho de que Catalunya tenga una atención personalizada por la mesa del diálogo, la ministra contestó: ‘no es una atención personalizada, si no que lo que había era un problema de convivencia como consecuencia de un conflicto que intentó romper las normas constitucionales y, por lo tanto, era una amenaza, y esta amenaza la considera resuelta (…)’

Como se puede ver, es difícil decir más tonterías en menor espacio. Platón (427 a.C.-347 a.C.) consideró que ‘no hay mayor perfección en el mal que el parecer ser bueno no siéndolo’, y eso es, precisamente, lo que busca Pedro Sánchez.

En realidad, Sánchez no es más que el fruto, el producto, de una visión limitada e históricamente condicionada por la mentalidad hidalga castellana.

Los hidalgos eran los hombres que pertenecían al estamento inferior de la nobleza desprovista de título, de posesiones y de vasallos; y, por lo tanto, no tenían acceso a los altos cargos, ni participar en las intrigas palaciegas ni gozar del favor del rey. Etimológicamente no tiene nada que ver con ‘filius’ (hijo).

El censo de 1787 contaba en España con 480.589 vecinos hidalgos (cabezas de familia), es decir, un 5% del censo total.  Había diferentes tipos de origen de esa hidalguía: de sangre, de privilegio (por compra), de solar conocido, por devengar 400 sueldos, etc. Y es curioso que el diccionario de la RAE contempla, asimismo el ‘hidalgo de bragueta: padre que, por haber tenido en legítimo matrimonio siete hijos varones consecutivos, adquiría el derecho de hidalguía’.

Su principal privilegio era que estaban exentos de los impuestos directos, los llamados ‘pechos’. Su transmisión es por línea masculina; la hija de hidalgo es hidalga, pero ya no transmite la hidalguía. ‘Desde la inquisición de confunde la función y el órgano (…) y se analizaba la limpieza de sangre, pues los judíos podían ser comerciantes, pero los hidalgos no podían haberse dedicado al comercio o la industria (…) En España, en el siglo XXI la nobleza no ha dejado de moverse entre la alta burguesía (…) En España son más ricos y poderosos que en otros países, porque aquí no llegó la Revolución Francesa’. Las reglas de sucesión de los ‘lores’ (del inglés ‘lord’) son tremendas. Si no tienes descendiente varón, se hace sifón hacia el primer macho que haya, o se extingue. Aquí en España el sifón se hace para falsificar’. Los nobles alemanes, llamados ‘fones’ (del llamado ‘von’), durante el nazismo estaban ‘acochinados’ en el ejército, siempre en una posición nacional y ambigua. No atacaban a los nazis, aunque los despreciaban (…) En Alemania, tiene más abolengo el ‘Zu’ que el ‘Von’. (…) En España, tan solo el 30% de los miembros de la asociación de hidalgos de España, son auténticos.

 (Vanitatis, 10 de julio del 2017)

Es cierto que en el Reino Unido hay la clase social denominada ‘gentry’, pero no es comparable con la mentalidad hidalga castellana que, a modo de pandemia, padecen los funcionarios de medio y alto nivel, en todo tipo de instituciones del estado; esa mentalidad es su denominador común.

Y esta mentalidad de ‘servicio’, o mejor dicho ‘servicial’ es la que determina la visión monolítica que no concibe la disidencia y, cuando se da, la combate por tierra mar y aire, como sabemos los independentistas catalanes.

Por eso, y volviendo a Pedro Sánchez, como exponente de esa denigrante hidalguía, los independentistas catalanes sabemos que por mucho que repita su mantra de que se trata de un problema de convivencia entre catalanes, por más que lo repita, no será verdad. No tenía razón Joseph Goebbels: ‘una mentira repetida mil veces se convierte en verdad’.

Evidentemente, para los nacionalistas españoles ese mantra funciona, ya que les confirma sus deseos de unidad, así que, para ellos, sí que es verdad la frase de Goebbels.

Hay una historia que corre por internet, que a mi me parece más una mera ocurrencia, pero que viene perfectamente a cuento en este momento:

‘Una historia real del joven llamado Albert Einstein:

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: ¿Dios creó todo lo que existe?

Un estudiante contestó: si, lo hizo.

El profesor contestó: si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal.

Pero, otro alumno dijo: ¿puedo hacer una pregunta, profesor?

Por supuesto, respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó: ¿Profesor, existe el frío?

¿Qué pregunta es esa?, por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?

El muchacho respondió: de hecho, el frío no existe. Según las leyes de la física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor (…) y hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor’. Igualmente pasa con la oscuridad, que no deja de ser ausencia de luz. (…) Así el mal es ausencia del bien’

(https://educacionparalasolidaridad.com)

Y está claro que el pensamiento hidalgo castellano sigue también ese mismo esquema planteado por el profesor para descubrir el origen del mal, y considerando que el nacionalismo español lo es todo, lo bueno de forma absoluta y, por lo tanto, el nacionalismo catalán, y peor aún, el independentismo catalán, es el mal.

Pero tampoco se puede extrapolar la lógica de Einstein, ya que, en este caso, el nacionalismo catalán no es la mera ausencia del nacionalismo español. En realidad, el nacionalismo catalán es tan válido como el español; pero lo que está fuera de toda lógica, es la imposición de uno a otro.

Y siendo, así, habiendo demostrado en las últimas elecciones que el independentismo catalán es mayoritario, ¿somos nosotros los que rompemos la convivencia, o más bien son los minoritarios que no la aceptan?, y nos repiten que el tema es de legalidad, cuando quieren decir de ‘su legalidad’, ya que el Parlament catalán, en el año 2014, efectuó el libro blanco de la transición nacional catalana, formado por el conjunto de informes realizados por el consejo asesor para la transición nacional, presidido por Carles Viver Pi-Sunyer (ex magistrado del tribunal constitucional español), y formado por catedráticos y profesores de gran prestigio académico y social, que bien podría haberse llevado adelante, hasta el final.

Por eso, ante ese pensamiento hidalgo, que nunca cambiará, y con el que nunca se podrá negociar nada, pues su orgullo no se lo permite (ya lo vemos con el intento de ERC, que lo pacta todo a cambio de nada, ilusamente, queriendo dar una idea de co-gobernanza); y, por eso, sólo nos queda la vía unilateral.

Siguiendo con otra historia (o ocurrencia), que explica que:

Mahatma Ganhi estudiaba la carrera de derecho en Londres, y durante los cursos tuvo diferentes ‘encuentros’ con un profesor llamado Peters.

Un día, Peters estaba almorzando en el comedor de la universidad, y Gandhi venía con su bandeja y se sentó a su lado.

El profesor, muy altanero, le dijo: ‘Estudiante Gandhi, no entiende que un puerco y un pájaro no se sientan a comer juntos’. A lo que Gandhi le contestó: ‘Esté usted tranquilo, profesor, yo me voy volando’.

(https://www.infobae.com)

Y, está claro, visto el monolitismo del nacionalismo español, los catalanes únicamente tenemos una salida: salir volando y escapar de la garra española.