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La política de Donald Trump no es más que la generalización de la Doctrina Monroe, del 2 de diciembre de 1823, ya que ahora considera que su área de dominio es global (terrestre y extraterrestre), pues considera que todos somos extranjeros próximos (en la terminología rusa) y, en definitiva, que puede disponer según le convenga en cada momento; por lo que es preciso redefinir / refundar la UE, con nuevos liderazgos y con la determinación de eliminar / reducir las individualidades estatales, y éste será el problema, como intento explicar a continuación.
La Doctrina Monroe, establecida por James Monroe (1758 – 1831) el quinto presidente de los EUA (durante el período 1817 – 1825, es decir, el período denominado ‘Era de los Buenos Sentimientos’ (Era of Good Feelings), 1815 – 1825), denominación irónica, contemplada escépticamente, ya que la atmósfera política era tensa y divisoria, especialmente entre los federalistas y los partidos demócrata y republicano.
‘(…) Esa Doctrina, fundamentalmente, era una posición de política exterior de los EUA en oposición al colonialismo europeo, y sostenía que cualquier intervención en los asuntos políticos de América por parte de las potencias extranjeras era considerada un acto potencialmente hostil contra los EUA. La doctrina fue fundamental para la estrategia norteamericana durante el siglo XX.
En el gobierno de Monroe, casi todas las colonias españolas en América habían conseguido o estaban cerca de la independencia; por eso, consideró que las esferas de influencia del Nuevo Mundo y la del Viejo Mundo, deberían quedar claramente diferenciadas; y cualquier esfuerzo de las potencias europeas para controlar o influir en los estados soberanos de la región, serían vistos como una amenaza para la seguridad de los EUA.
Inicialmente, esa doctrina no fue verosímil, dado que, en aquel momento inicial, los EUA no disponían de una armada ni un ejército creíbles (España intentó recuperar México en 1829; solo Cuba y Puerto Rico continuaron como colonias hasta 1898; igualmente, Francia y el Reino Unido intentaron seguir con sus prácticas); pero, con el paso de las décadas, y las sucesivas reinterpretaciones de esa doctrina, acabó imponiéndose.
(…) El presidente Roosevelt añadió un corolario, que lleva su nombre, afirmando el derecho de los EUA para intervenir en América Latina, para sacar beneficios económicos por la fuerza, de acuerdo con la política ‘del palo grande’ de dicho presidente, que repetía a menudo: ‘habla suavemente y lleva un palo grande’; que indignó a la mayor parte de estados americanos, ya que legalizaba la intervención militar en ellos. (…) Durante la Guerra Fría, esa política se potenció, para frenar el avance del comunismo.
(…) Noam Chomsky ha argumentado, de forma repetida, que la doctrina Monroe ha sido utilizada por los gobiernos de los EUA como una declaración de hegemonía y un derecho de intervención unilateral sobre todo el continente americano.
(Fuente: diversas webs de Wikipedia)
Todos sabemos y recordamos las desgracias que ese imperialismo causó y causa en diferentes estados; como muestra, el siniestro legado de Henry Alfred Kissinger (1923 – 2023), secretario de estado (1973 – 1977, gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford), caracterizado por un desprecio de los derechos humanos y su apoyo a las dictaduras más feroces, mediante todo tipo de guerras sucias y campañas secretas. Y, tristemente, ‘reconocido’ con el Premio Nobel de la Paz, juntamente con Le Duc Tho (1911 – 1990), por sus negociaciones por el alto el fuego en Vietnam.
Efectuada esta rápida introducción histórica, me parece evidente que Donald Trump ha adoptado plenamente el mencionado mensaje de Franklin Delano Roosevelt (1882 – 1945): ‘habla suavemente y lleva un palo grande’; pues su política de ‘América primero (first)’ y ‘Make America Great Again’ (AMGA), haz a los EUA grande otra vez’, aplicada de forma prepotente, mediante su gran palo militar y económico, como vemos, es más de lo mismo, una política establecida de forma testosterónica, carente de ética y moral.
Un claro ejemplo lo vemos con el ‘robo’ de las riquezas minerales de Ucrania, para cobrarse las ayudas facilitadas durante estos tres años de guerra. Y, desgraciadamente, como ‘todo se pega, menos la hermosura’, ayer, en la visita de Emmanuel Macron a Trump, explicó que la UE había aportado el 60% del coste de esas ayudas militares, mediante todo tipo de créditos, es decir, que la UE también querrá cobrarlos; así que somos tan amorales y faltos de ética, como el ‘primo de Zumosol’ americano.
Y así, vemos que Trump considera todo el globo como su patio trasero (con la excepción del área de influencia de China, claro); y, desgraciadamente, ese fenómeno está generalizado, ya que el reino español también aplica el mencionado lema del palo grande contra Catalunya, sustituyendo el ‘hablar suavemente’ por las falsas promesas y /o directamente mentiras, como vemos con su ‘café para todos’.
Y ese centralismo también lo ejerce Barcelona, como capital de Catalunya, en todo el resto del País; confirmando, así, que la prepotencia es una forma de actuar ancestral, que nuestra pretendida cultura no ha querido superar.
Debemos ser conscientes de que no estamos en la ‘Era de los Buenos Sentimientos’, ni siquiera de forma aparente. Estamos en plena guerra, como nos lo demuestran todos los poderes, por ejemplo, el español, ya que éste sigue con sus trasnochadas ínfulas imperiales, como nos muestran, repetidamente, los rancios castellanos reconvertidos en supremacistas nacionalistas españoles.
Y ese carácter, también se puede observar en todos los otros estados europeos, pues ninguno está dispuesto a ceder un ápice de su poder, como vemos en su incapacidad de unificar políticas para afrontar humanamente los principales problemas: la inmigración, la guerra de Ucrania, la de Gaza, etc.
En este caldo de cultivo, me parece interesante contraponer la mencionada ideología de ‘habla suavemente y lleva un palo grande’; con la famosa letra de la canción ‘Killing Me Softly With His Song’ (Matándome suavemente), compuesta por Norman Gimbel y Charles Fox en 1973; e interpretada magistralmente por Roberta Flack (10 de febrero de 1937 – 24 de febrero del 2025), es decir, fallecida ayer.
Matándome Suavemente
Rasgueando mi dolor con sus dedos,
cantando mi vida con sus palabras,
matándome suavemente con su canción,
contar toda mi vida con sus palabras,
matándome suavemente, con su canción.
Escuché que cantaba una buena canción.
escuché que tenía un estilo,
y entonces vine a verlo,
para escuchar un rato.
Y allí estaba él, este joven,
un extraño para mis ojos.
Rasgueando mi dolor con sus dedos,
cantando mi vida con sus palabras,
matándome suavemente con su canción,
contar toda mi vida con sus palabras,
matándome suavemente, con su canción.
Me sentí ruborizada, con fiebre,
avergonzada por el público.
Sentí que él encontró mis cartas,
y leyó cada una de ellas en voz alta.
rogué para que terminase,
pero él sólo seguía.
Rasgueando mi dolor con sus dedos,
cantando mi vida con sus palabras,
matándome suavemente con su canción,
contar toda mi vida con sus palabras,
matándome suavemente, con su canción.
Cantaba como si me conociera
en todas mis penurias.
Y luego miró justo a través mío
como si yo no estuviera allí.
Y simplemente siguió cantando,
cantando claro y fuerte.
Rasgueando mi dolor con sus dedos,
cantando mi vida con sus palabras,
matándome suavemente con su canción,
contar toda mi vida con sus palabras,
matándome suavemente, con su canción.
Me parece que finalizar con esta canción, es un mínimo reconocimiento a Roberta Flack, y un canto a los valores que, la prepotencia de los Trump del momento, no podrán acallar, si nos oponemos con todos nuestros medios.
Sólo si despertamos y actuamos, podremos dejar de ser el patio trasero del reino español y de sus esferas de poder; e implantar la República Catalana que, forzosamente, deberá respetar los derechos humanos, en su máxima extensión, mal que le pese a los diferentes trumpistas que nos quieren dóciles, sumisos e infrafinanciados (ya que la versión 2.0 del ‘café para todos’, seguirá siendo injusta, por más lazos que le pongan)