Nota previa en memoria de Joan Margarit i Consarnau (11.05.1938-16 de febrero de 2021), arquitecto y poeta catalán fallecido ayer.
‘Veo una sociedad con el miedo de siempre en un momento en el que habría que ser más valiente. Hay miedo del blanco al negro, de los árabes … pero el miedo es desconocimiento. Y seguiremos así mientras haya poca gente que lea poesía’.
(La poesía como herramienta de consuelo)
J. Margarit
Después de las elecciones catalanas, vemos que Pedro Sánchez sigue empeñado en no querer leer correctamente la realidad catalana, pues está enrocado en el castillo constitucional.
Sánchez se considera el héroe (por su jugada maestra, imponiendo a su candidato Illa),se considera el protagonista histórico, el Denzel Washington de la película ‘El libro de Eli’, (2010) dirigida por los hermanos Hughes. Pedro Sánchez ve la situación catalana como el mundo post apocalíptico que ve el protagonista Eli, y defiende, cueste lo que cueste, el gran libro: Sánchez, la constitución; y Eli, la Biblia.
Está claro que, con un pensamiento tan cuadriculado y rígido, es imposible solucionar cualquier problema, como se verá en la siguiente fábula budista. Y Pedro Sánchez, como vemos, en lugar de actuar como un estadista, se queda encantado con el jarrón de la fábula (metáfora de la constitución):
‘La fábula budista ‘El problema’
Cuenta una antigua fábula budista que hace mucho tiempo, en un monasterio lejano, ubicado en una ladera casi inaccesible de una montaña del Himalaya, uno de los monjes budistas más ancianos, falleció.
Tenía un puesto importante, ya que era el guardián, y algún otro monje debía quedarse con su puesto de trabajo.
Pero no era fácil. Debía ser un monje que reuniera las características adecuadas.
Así que el Gran Maestro reunió a todos sus discípulos para comprobar quién podría ejercer tal honroso puesto. En una amplia sala, todos los discípulos se sentaron frente al Gran Maestro. Él colocó una pequeña mesita en medio de la sala y encima de ella un hermoso jarrón de porcelana. En el jarrón colocó unas preciosas flores amarillas.
Entonces dijo: ‘He aquí el problema: asumirá el honroso puesto de Monje guardián quien los resuelva’.
Todos se quedaron absortos, mirando en silencio el hermoso jarrón. ¿Qué representaría? ¿Dónde estaba el problema? ¿Necesitaría agua la flor? ¿Representaría la belleza de la naturaleza? ¿O la tentación del hombre? ¡Eran demasiadas preguntas!
Pero entonces, uno de los discípulos se levantó decidido. Sacó su espada, miró a los discípulos y al Gran Maestro, y de un solo golpe, rompió el jarrón y las flores.
Los demás se quedaron horrorizados, pero el Gran Maestro dijo:
‘Aquí tenemos a alguien que no solo ha adivinado el problema, sino que, además, lo ha resuelto y ha terminado con él. Honremos a nuestro nuevo guardián del monasterio.
Moraleja: ‘no importa cómo sea el problema, lo que importa es acabar con él (…) A veces nos dejamos llevar por la apariencia del problema y olvidamos que es un problema sin más’.
El problema es que no sabemos ver el problema: la mayoría de discípulos no era capaz de ver que el jarrón en sí era el problema. Intentaban adivinar qué podría significar. Era tan hermoso que … ¿cómo podría ser en sí un problema? El único monje capaz de no dejarse llevar por los miles de pensamientos que surgían, el único que fue capaz de simplificarlo todo, vio que el jarrón, en sí, era el problema y que como tal había que destruirlo.
Las apariencias no nos dejan ver el problema: ni las apariencias ni los pensamientos complejos. ‘Demasiados senderos’ hacen más difícil dar con el camino correcto. Ante un problema, debemos simplificar y desprendernos de todas las apariencias para comprobar cuál es el problema exacto. Sólo así podremos librarnos de él’.
Debemos desprendernos de los problemas para seguir adelante: muchas veces tendemos a acumular en nuestro interior problemas sin resolver y sentimientos negativos que lo único que hacen es ‘enmarañarlo’ todo e impedir que podamos dejar espacio para lo que realmente necesitamos. Si no acabamos con ellos, terminarán ocupando todo nuestro corazón. Rencores, dolor, miedos … son como ese hermoso jarrón con la flor amarilla. ¿Para qué sirve?’
Esta fabula debería pensarla Pedro Sánchez, como he dicho, pero también los unionistas catalanes, pues, si realmente quisieran solucionar el problema, no se encastillarían en la ley y la constitución y sus imposibles fórmulas de reformarlas. Pero prefieren mantener el ‘problema catalán’, como le llaman, así autojustifican la adopción de medidas represoras. Así nunca saldrán de su círculo infernal, de su ‘ouroboros’ (la serpiente que se muerde la cola).
Asimismo, los independentistas catalanes, y en concreto ERC, deberían huir de querer la cuadratura del círculo con una regla y un compás. Sabemos que los nacionalistas españoles, con su extremo supremacismo respecto a los otros nacionalismos, el catalán, por ejemplo, nunca, y nunca es nunca, aceptarán negociar un referéndum de independencia.
Ya lo ha dicho y repetido Pedro Sánchez y su gobierno, que: es independiente el porcentaje de votos independentistas.
Ellos hacen una lectura unidimensional apostando por la victoria de su candidato Salvador Illa, y defienden el pasar página de esa década ignominiosa, según dicen.
Realmente, justificar que una victoria con el 23 % de los votantes, ‘justifica’ su argumentación de que ‘los catalanes queremos dar por superado el viacrucis sufrido’, es retorcer todo tipo de lógica, pues:
· El censo total de votantes fue 5,6 millones de ciudadanos.
· La participación fue del 53,55%, muy baja, por diferentes motivos: desencanto, miedo al covid, etc.
· Por lo tanto, la participación activa fue de 3 millones de votantes.
· El PSOE-PSC obtuvo 652.858 votos, el 23,04%, que, sobre el censo total, representa apenas un 11,7%, así que, con esos porcentajes, querer argumentar que la sociedad catalana avala un cambio de rumbo, como dicen Sánchez e Illa, es infantil y malicioso.
Se que este tipo de argumentos es pobre e inexacto, pues el que no votó, por lo que fuere, no cuenta, así que realmente, el porcentaje válido es el 23 citado; ahora bien, lo remarco aquí, pues los unionistas utilizan ese maligno argumento para justificar la disminución del voto absoluto de los independentistas respecto al 2017, sin atender a las especialísimas condiciones de estas elecciones, que el PSOE-PSC quisieron mantener, contra la opinión de los epidemiólogos y especialistas sanitarios.
Y si el porcentaje válido para Sánchez / Illa, es el 23% citado, el de los independentistas supera el 50%, esto es lo único válido. Y en valores absolutos, el PSOE-PSC obtuvo 652.858 votos, mientras que los independentistas obtuvimos 1.437.755 (ERC + Junts + Cup + PedeCat).
Y en total, los unionistas, tuvieron 1.332.337 votos (PSOE-PSC + Vox + Ciudadanos + PP y también incluyendo a los Comunes de Unidas Podemos)
Es preciso señalar que el diferencial respecto al total de votantes corresponde a partidos residuales.
Ante esta situación, precisamos los políticos / discípulos que no tengan miedo, y que se atrevan a romper el jarrón constitucional, no con la espada, pues no somos violentos, pero sí mediante todo tipo de fórmulas democráticas y legales, incluyendo las huelgas generales, si no hay pasos efectivos y se requiere forzar la máquina.
Según un pensamiento budista:
‘Si el ego tuviera motor, el miedo sería su combustible’
‘El miedo a la pérdida del yo es también lo que podría llamarse miedo al cambio’.
‘Todos los miedos que experimentan los seres humanos tienen dos raíces bien definidas: el apego a algo externo y la ignorancia’.
Estoy convencido que, a los independentistas catalanes, al menos a una gran mayoría, nos pasa como al halcón de la siguiente fábula:
‘El halcón que no volaba:
Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba educado pero que no sabía qué le sucedía al otro. Desde que había llegado al palacio, no se había movido de la rama, hasta tal punto que había que llevarle el alimento.
El rey mandó llamar a los curanderos y sanadores, pero nadie pudo hacer volar al ave. Entonces hizo público un edicto entre sus súbditos y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando en sus jardines.
‘Traedme al autor de este milagro’, ordenó.
Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó: ‘¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres un mago?’
‘No fue difícil – explicó el campesino – tan solo corté la rama. Entonces el pájaro se dio cuenta de que tenía alas y echó a volar’
Moraleja: a veces es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas, pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, jamás sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, en ocasiones necesitamos que alguien nos corte la rama o tener el valor de cortar la rama a los demás. Asegúrate de no ser tú quien dificultes el vuelo.
(cuentosqueyocuento.blogspot)
Y con el mismo cuento, en otra web, acaba con las siguientes preguntas:
¿Sabes que tienes alas?
¿Sabes que puedes volar?
¿A qué estás agarrado?
¿De qué no te puedes soltar?
¿Qué está esperando tu rama para romperse?
¿Quién o qué la puede cortar?
¿Cuáles son las razones que hoy te impiden levantar el vuelo?
Recuerda: ‘No puedes descubrir nuevos mares a menos que tengas el coraje de perder de vista la costa’.
Los independentistas catalanes, una vez obtenida la mayoría absoluta, en votos y en escaños, deberíamos tomarnos en serio estos resultados, y sabiendo las dificultades, actuar inteligentemente, pero actuar. Y si los políticos no tienen la capacidad de liderarnos, que se aparten, y dejen paso a otros que se respondan, seriamente, las preguntas precedentes, y superasen el miedo, como dicen Margarit y los pensamientos budistas citados.
Para finalizar, un recuerdo al rapero Pablo Hasél, encarcelado ayer, lo que comportó importantes y múltiples manifestaciones en contra de la decisión judicial. Manifestaciones que, puntualmente, acabaron en violencia, tanto por una minoría de los manifestantes que no representan a la totalidad, como por los mossos (la policía autónoma) que, en algún caso hicieron disparos de balas de foam (proyectiles viscoelásticos)