El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, ha resultado ser un constante dolor de cabeza para el presidente, Andrés Manuel López Obrador pues entre su apresurada inauguración que dio mucho de qué hablar para mal, si somos honestos, los pocos vuelos y aerolíneas con los que cuenta y ahora los supuestos decretos que no son decretos sino “acuerdos” para trasladar las operaciones del aeropuerto de la CDMX a Santa Lucía y Toluca, parece que su obra sigue sin brillar.
Ciertamente nadie puede negar que resulta urgente que se desahoguen las operaciones del Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (AICM) y con mayor razón después del incidente del sábado pasado en el que dos aviones estuvieron a punto de chocar. Pero, el problema con el que se enfrenta el presidente -como ya parece costumbre- es la forma en la que están comunicando el mensaje.
Primero, y podrá sonar absurdo para muchos pero el logotipo -que es la primera impresión que tenemos de una marca- dio mucho de qué hablar, no sólo por ser poco elegante y saturado de elementos, sino porque en redes sociales el AIFA comenzó a posicionarse como una obra mediocre derivado de esto, aunque puede ser que en realidad no lo sea. Si bien, el tema del logotipo se corrigió, después vino la inauguración del AIFA misma que se percibió como forzada pues el aeropuerto está aún en obra gris, las aerolíneas no quieren trasladar sus rutas porque el trayecto a este, desde la CDMX, al parecer es peligroso, tardado y no existen las vías de acceso o el transporte necesario para llegar. Sumado a esto, en redes sociales han circulado imágenes de las pantallas de llegadas y salidas en blanco, lo cual tampoco favorece a crear una imagen adecuada de la obra -y por ende, del presidente y de México-.
Después, a finales de abril el subsecretario de Transportes, Rogelio Jiménez Pons, señaló que el gobierno estaba preparando un decreto para reducir las operaciones del aeropuerto capitalino, aquí la clave está en la palabra “decreto”, que fue vista como una imposición, es decir como una acción negativa por parte del gobierno, pero sobre todo por parte del titular del ejecutivo, evidentemente AMLO negó el plan. Tal fue el descontento de Andrés Manuel sobre las declaraciones del subsecretario, que Jiménez Pons aclaró a El Financiero que “… el mismo presidente dijo que no hay decreto, para que no digan que no seamos impositivos.”
El aspecto perceptual, movió de tal forma al presidente, que primero el martes de esta semana dijo no saber sobre el decreto y no sólo eso, sino que las aerolíneas en el AIFA estaban aumentando “voluntariamente”; también ayer en la sección de “Quién es Quién en las mentiras de la semana” la titular, Ana Elizabeth García Vilchis abordó el tema diciendo que era falso, para que posteriormente el secretario de Gobernación, Adán Augusto López volviera a aclarar el tema diciendo que el decreto era falso “nunca existió” aunque sí hubo un acuerdo entre autoridades y las empresas que operan el aeropuerto.
Aquí lo que queda claro es que dentro de la administración del presidente, Andrés Manuel existe un serio problema de comunicación interna que se está reflejando en un problema de imagen integral, que es más que evidente que siguen sin hacer un control para el posicionamiento estratégico de los mensajes y por ende de la agenda de comunicación y, lo más lamentable es que, para muchos se está confirmando o reafirmando que el AIFA más que una solución a un problema aéreo real, se está convertido en la imagen representativa de los caprichos del presidente.
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