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El reino de España y la banalidad del mal

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

La filósofa alemana Hannah Arendt (1906-1975) acuñó el concepto de la ‘banalidad del mal’ en su obra ‘Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal’ (1963) para describir cómo un sistema de poder político puede trivializar el exterminio de seres humanos cuando se realiza como un procedimiento burocrático ejecutado por funcionarios incapaces de pensar en las consecuencias éticas y morales de sus actos.

Haciendo un salto importante, pero que no desnaturaliza en absoluto la aplicación de ese pensamiento a nuestro estado actual, si bien, afortunadamente, no se llega al exterminio físico de los independentistas catalanes (si a los desgraciados inmigrantes, como vimos con el último ejemplo de Melilla, y como vemos con las trabas burocráticas, de más de 9 meses, para evitar que zarpe el Open Armas Uno, con las consecuentes vidas no salvadas, es decir, dejadas morir, sin verlas ni cuantificarlas), sí que afecta a la privatización de derechos y la persecución ideológica de nuestros líderes y principales activistas y, en definitiva, de todos los independentistas, consiguiendo nuestra desmotivación y desmovilización.

Hemos visto que el infame estado español se ha saltado y sigue saltando sus propias leyes, para machacar el movimiento independentista catalán. Hemos visto que los poderes judicial, policial, político, el de los medios de comunicación sistémicos, etc., todos, banalizan el mal, si es contra nosotros; y eso sin el menor rubor, ya que ni llegan a cuestionar su falta de ética.

Hemos oído los audios grabados por el malhechor Villarejo, en una comida del 2014, con el juez de la audiencia nacional, Fernando Andreu, así como con José Luís Olivera (en aquel momento, jefe del centro de inteligencia contra el terrorismo y el crimen organizado), con Mauricio Casals (presidente de ‘La Razón’, un periódico de extrema derecha), y con el empresario Adrián de Joya. En esa comida, Villarejo explicó la chapuza del montaje de las falsas pruebas contra Xavier Trías (entonces alcalde de Barcelona, en plena campaña de reelección, que perdió, básicamente por esas chapuzas). Y, el citado juez no denunció el caso, participó en el ‘cachondeo’. Y ahora, la fiscalía no actúa de oficio, pues, banalizando el mal, se consideran funcionarios con un objetivo único: salvar España.

Y eso lo vemos cada día, tenemos muchos ejemplos. El estado, en lugar de defender a las minorías (por ejemplo, la independentista, vista relativamente, a nivel estatal), lo que hace es potenciar el nacionalismo, pero el suyo, el nacionalismo español; como vemos con la defensa del castellano en detrimento del catalán.

Sabemos que la información es poder, y eso lo podemos constatar diariamente en nuestra vida cotidiana, todos banalizamos el mal, aunque sea en ínfima escala y con repercusiones menores, sin con ello conseguimos una cierta ventaja o comodidad. Estos días he tenido varios ejemplos, entre ellos, el de una finca colindante que está instalando un ascensor, invadiendo espacio de otra comunidad, sin mostrar su proyecto. En todo grupo, por pequeño que sea, siempre se puede observar ese mismo fenómeno psicosocial.

Por eso, el control de los grandes medios de comunicación es decisivo para marcar como delincuente, por ejemplo, a Laura Borràs, presidenta del Parlament de Catalunya (investigada preventivamente) y, a la vez, exonerar a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, por la compra, más que dudosa, de mascarillas.

El estado juega sus poderosas cartas en todos los niveles, desde el parlamento europeo, impidiendo, junto con los votos del PP, que la comisión de investigación del caso de espionaje mediante el Pegasus, pueda visitar España; eso sí, podrá viajar a Polonia, Hungría, EUA, Israel, pero NO a España; esa es su transparencia y falta de ética. Así tapa el mayor escándalo de vulneración de la privacidad. Y la UE, lo acepta, no sabemos por qué, o sí, quizás tengan razón los tuits que dicen que el cambio de guion del abogado del TJUE, apoyando ahora al banalizador del mal Pablo Llarena; y según esos tuits, el motivo de fondo es que España tiene una de las llaves importantes del gas del Magreb y, ante eso, los derechos humanos no valen nada (y los del pueblo saharaui, menos, claro).

La falta de transparencia es general a todos los niveles, como explicó ayer la defensora del pueblo de la UE, O’Reilly, criticando a la presidenta de la CE, Úrsula von der Leyen, por la ocultación de información referida a la negociación con las grandes farmacéuticas productoras de las vacunas contra el Covid-19. Úrsula llegó a decir que había borrado ciertos mensajes con el director de Pfizer, Albert Boula, y no pasa nada, como no pasó nada a Mariano Rajoy, cuando el PP rompió a martillazos algunos ordenadores, para que no se obtuvieran pruebas para el caso Kitchen. Y, todos los poderes, que deberían actuar de contrapeso y control, se limitan a banalizar el mal.

Como he dicho, en cierta medida, todos banalizamos el mal, pero, los que ostentan mayor nivel de representatividad tienen una mayor responsabilidad, como se confirmó en el juicio del citado Adolf Eichmann, pues sus acciones tienen una mayor repercusión.

En esa línea, y salvando las distancias, pues tampoco son comparables y no quiero que se mal interprete, veo que esa banalidad del mal se puede atribuir a ERC y, especialmente, al president de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès, insistiendo y consiguiendo, una nueva fotografía de ‘diálogo’ con Pedro Sánchez. Aceptar el juego del ‘trilero’ Pedro Sánchez, que es un táctico discípulo de Mariano Rajoy, que considera que el paso del tiempo lo soluciona (y lo mata) todo, es, a mi modo de ver, una forma clara de esa banalidad, aunque después la presenten con algunas promesas de avances.

Pedro Sánchez actúa como el soberano del siguiente cuento:

El círculo del 99

Había una vez un reino muy lejano que estaba dirigido por un soberano triste. Él mismo no entendía las razones de su melancolía, hasta que uno de sus sabios le hizo ver que todo se relacionaba con el círculo 99. Sería una lección que nunca olvidaría.

Todo comenzó una mañana cuando el rey, en medio de su tristeza, vio entrar a uno de sus sirvientes. El humilde hombre sonreía y tarareaba una canción, con gran entusiasmo. El soberano cayó en la cuenta de que este servidor siempre estaba feliz y sintió curiosidad. ¿Cómo un sirviente se sentía dichoso y él, siendo el rey, no hallaba sosiego?

Se lo preguntó al hombre: ¿Por qué te sientes tan feliz? El sirviente no sabía qué contestar. ¿Por qué no?, respondió al fin. Vivo en palacio, sirviendo al ser más poderoso del reino, tengo lo que necesito, una casa cómoda, una esposa fiel, unos hijos sanos. ¿Qué más desearía? No veo por qué no debo estar feliz con esta vida que llevo.

El rey se molestó. No le creía ni una palabra. ¿Cómo iba a ser feliz un hombre que apenas tenía una casa modesta y una alimentación muy inferior a la suya? Amenazó con decapitarlo si no le revelaba el secreto de su felicidad. El sirviente se excusó y le pidió perdón si le había ofendido. En realidad, no tenía cómo responder.

Por fin, el rey le dijo a su sirviente que se fuera. Casi no toleraba esa sonrisa que no se apagaba con nada. Ni siquiera la amenaza de muerte lo había turbado realmente. Cuando el humilde hombre ya había salido, mandó llamar inmediatamente a los sabios de palacio. Necesitaba descifrar ese enigma.

Cuando los sabios estaban reunidos, les ordenó decirle por qué el sirviente era feliz con esa vida miserable y, en cambio, él no lograba dejar de estar triste. Uno de los sabios tomó la palabra y le dijo: es sencillo, el sirviente es feliz porque aún no conoce el círculo del 99.

El rey se mostró intrigado ¿Qué era eso que llamaban círculo del 99?

El sabio entonces le dijo que era inútil explicar con palabras el significado del círculo del 99. Lo mejor era que lo comprobara con sus propios ojos. Solo era necesario reunir 99 monedas de oro puro. Él le mostraría cómo al entrar en el círculo del 99, quien era un hombre feliz, se convertiría en un ser desdichado. El rey aceptó la prueba.

El rey mandó reunir las 99 monedas de oro macizo, las más valiosas que había en el reino. Junto con el sabio las pusieron en una bolsa y las llevaron, a hurtadillas, hasta la casa del sirviente. Las dejaron en la puerta, junto con un letrero: ‘Este es un premio por ser un servidor fiel y abnegado. Disfrútalo’. Luego se quedaron escondidos para observar lo que ocurría.

El sirviente salió de pronto y vio la bolsa. Se sorprendió. Miró a lado y lado y luego entró a su casa intrigado. El rey y su sabio lo observaban desde fuera, sin ser vistos. El humilde hombre tomó las monedas y las desparramó sobre la mesa.

No podía creer lo que estaba viendo. Luego, se dispuso a contar su nueva fortuna. Armó montoncitos de 10 monedas. Al llegar al último montón, pensó que algo andaba mal. Este no tenía 10 monedas, sino 9.

El sirviente pensó que se había caído una moneda. La buscó por todos lados, pero no la halló. Luego dijo, en voz alta: alguien vio el paquete y robó una moneda. Se veía ofuscado y comenzó a hacer cuentas: ¿cuánto tiempo tardaría en conseguir una moneda para completar cien? Hizo sumas y restas.

Trabajando normalmente, tardaría unos cinco años. Pero ¿y si conseguía un ingreso adicional? Tal vez reduciría esos cinco años a solo dos. ¿Y si le pedía a su esposa que también trabajara en algo adicional? Es posible que en apenas un año lograra su objetivo.

Desde entonces, el sirviente se volvió muy caviloso y desconfiado. Sospechaba de todos en palacio. Pensaba que cualquiera de ellos le había robado la moneda que, según él, faltaba en su fortuna. También temía que le volvieran a robar.

No cesaba de hacer nuevos y nuevos planes para completar sus cien monedas. Estaba atrapado en el círculo del 99. Ya nunca pensaba en lo que tenía, sino en lo que le faltaba. El sabio tenía toda la razón.

(htttps://lamenteesmaravillosa.com)

Pido perdón al lector por la extensión del cuento, pero me parece ilustrativo, para explicar la trampa de Pedro Sánchez con el ‘diálogo’ con Pere Aragonès, después de mucho negociar, Sánchez conseguirá que ERC le apruebe sus próximos presupuestos, y ‘cederá’ que, en una próxima legislatura, modificará el código penal, para eliminar el delito de sedición (y alinearlo con los códigos europeos); una promesa que ya hizo para conseguir la investidura, y así, tendrá entretenidos a ERC, que estarán ocupados para convencer a Junts y la Cup (los otros partidos independentistas) que eso es positivo para nuestro país. Es decir, Pere Aragonès habrá entrado en el círculo del 99.

Y Pedro Sánchez, seguirá tan contento, considerándose el inicio y el centro de todo, ese es su adamismo y omfalismo.

Por eso, los independentistas de base debemos huir de cuentos y fábulas, debemos seguir con nuestra realidad, manifestándonos y molestando, para recordar que la moneda que nos falta es la autodeterminación (la amnistía ya nos la daremos)