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El reino español es un cachondeo

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Hace años que nuestra capacidad de sorpresa está bajo mínimos, dando paso al desconcierto y decepción; pues cada día tenemos nuevos ejemplos que, a los independentistas, nos hunden más en la miseria, como explico seguidamente.

Según su constitución española:

En el artículo 56.3, se dice que ‘sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65.2’

El citado artículo 64, dice: ’64.1- los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes (…)’; y el 64.2: ‘de los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden’.

El artículo 65.2: ‘el Rey nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa’.

Y es sabido que, salvo el discurso navideño que hace el rey y en el que tiene un cierto margen en su preparación y diseño, si bien, presentándolo previamente al jefe del ejecutivo, todos los otros discursos son elaborados y/o aprobados por el presidente del gobierno que, como dice la constitución, es el responsable máximo, al refrendarlos.

Por eso, no entiendo que esta mañana del 14 de febrero, en un acto realizado en Barcelona para entregar los despachos a 160 nuevos jueces, el rey haya dicho que:

‘Son condiciones indispensables en una democracia la función de juzgar y ejecutar aquello juzgado, atribuida en exclusiva a un poder del estado independiente y plenamente separado de los otros poderes; el respeto a las resoluciones dictadas por los órganos judiciales y la igualdad de todos delante la ley’.

De ese modo, el rey ha defendido las tesis de la derecha y la extrema derecha, aludiendo, implícitamente, a la futura ley de la amnistía y, claro, respaldando la rebelión de los jueces, expresada nuevamente en los discursos previos.

Pues bien, aquí sólo caben dos opciones:

El rey se ha vuelto a extralimitar de sus funciones, por lo que debería ser depuesto, por incapacidad manifiesta, o

Pedro Sánchez, en su cualidad de dr. Jekyill y mr. Hyde, en las negociaciones y declaraciones, se muestra como Jekyill, ‘un hombre alto y bien parecido, con unos modales exquisitos’, y hoy, por ejemplo, ha mostrado (a través del rey) su versión de Hyde, ‘repulsivo, carente de modales y de conducta abominable’, como los describió Robert Louis Balfour Stevenson (1850 – 1894) en su obra ‘’Strange case of Dr Jekill and Mr Hyde’ (el extraño caso del Dr …) publicada en el año 1886.

En esa obra, el doctor descubre una pócima que permite el desdoblamiento de la personalidad; y en el caso de Pedro Sánchez, esa pócima es su narcisismo y su ambición de poder.

Que el poder judicial y la fiscalía están actuando de forma inconstitucional, pues están prevaricando al actuar políticamente, está más que demostrado; sólo hace falta recordar el inmoral e injusto juicio presidido por el ‘juez’ Manuel Marchena a los líderes políticos independentistas, el año 2019. Y ese ‘juez’, en primera fila del acto de esta mañana, se mostraba plenamente satisfecho, pues sabe que al final, el que decidirá sobre el ‘terrorismo’ será él, como presidente de la sala segunda del supremo.

Y en esos discursos previos, Vicente Guilarte, presidente del consejo general de poder judicial (CGPJ), deslegitimado por mantener esa institución bloqueada y blindada, sobrepasando ya más de cinco años su plazo legal, no ha tenido la decencia de callar, y ha tenido la desfachatez de decir que ‘les dejemos en paz’. Asimismo, Vicente Guilarte ha dicho a los nuevos jueces:

‘vuestra función no se podrá ver nunca revisada en instancias ajenas a las jurisdiccionales (…) podéis contar para eso con el CGPJ, que se mantendrá vigilante delante de cualquier ataque a vuestra independencia, venga de donde venga, por tal de defenderla’

Con esos discursos, ese poder está atacando nuevamente al congreso de los diputados, y al acuerdo adoptado para establecer comisiones de investigación del lawfare.

Y en estas estamos, el rey, con su discurso, se posiciona claramente con esos ‘jueces’ politizados y prevaricadores, que no consideran que, de los tres poderes del estado, el que tiene mayor legitimación es el parlamento, por ser elegido directamente por la ciudadanía.

Y claro, Pedro Sánchez, refrendando ese discurso del rey, es el máximo responsable de avalar a esos ‘jueces’, para intentar congraciarse con ellos, creyendo, ilusamente, que así aflojarán las presiones y le permitirán seguir manteniéndose en la poltrona de la Moncloa.

Estamos en un magma golpista de extrema derecha, pues además de ese poder judicial prevaricador, tenemos la mayor parte de los medios de información estatales, debidamente subvencionados, que no cejan de presionar y hacer campaña contra la amnistía.

Ayer tuvimos otro nuevo ejemplo, en un acto realizado en Madrid, entre la prensa y juristas; un acto que un medio digital independentista ha denominado como un ‘aquelarre contra la amnistía’; pero, a mi modo de ver, los personajes no tienen nada que ver con las inocentes brujas y sus pócimas alucinógenas; yo creo que más bien fue una nueva reunión de la ‘sagrada’ inquisición, es decir, una sucedánea imitación del brutal tribunal del santo oficio de la inquisición, fundado por los Reyes Católicos en 1478.

En ese acto, todos los organizadores compitieron en emular al más sanguinario y violento inquisidor Tomás de Torquemada (1420 -1498).

Así, Juan Luis Cebrián, expresidente de Prisa, dijo que:

‘con esta ley de la amnistía, todos los terroristas vendrán a refugiarse aquí, porque España será un país fantástico de refugio de terroristas internacionales’;

por su parte, el filósofo Fernando Sabater criticó el proyecto de ‘reconciliación’ impulsado por Pedro Sánchez, aseverando que:

‘han de ser los independentistas los que se han de reconciliar con España y no al revés’;

y el moderador del acto, el magistrado emérito del tribunal constitucional Manuel Aragón (uno de los que formó parte del ‘pacto de la Maestranza’ para cargarse el Estatut votado por lo catalanes y avalado por el congreso de los diputados en el año 2006), pues bien, ese ‘personaje’, ese ‘juez’ dijo que:

‘las cortes no son soberanas (…) un parlamento no puede hacer lo que quiera, ya que todo está ligado a la constitución’, y ‘la amnistía va contra la política y contra la justicia’,

Y Cebrián añadió:

‘Y contra la moral y la democracia’, y que ahora ‘España se encuentra en una democracia iliberal, porque el gobierno controla el parlamento’

Esas declaraciones de estos actuales inquisidores son dignas de la más contundente repulsa, ya que deniegan de los principios básicos de toda democracia, basada en el lema de la Revolución Francesa: ‘libertad, igualdad, fraternidad’, lema decretado por Maximilien-François-Marie-Isidore de Robespierre (1758 – 1794) en 1790 en la Asamblea Nacional

Y ese lema se consagra en las elecciones democráticas y, por eso, el parlamento es el que tiene la máxima relevancia frente a los otros poderes de elección indirecta; pues, el poder judicial tiene que aplicar las leyes aprobadas por el congreso, y punto.

Y la tontería del exfalangista Cebrián, diciendo que esa ley de amnistía producirá un efecto llamada de todos los terroristas internacionales, para vivir en el paraíso español, no vale la pena ni criticarlas, ya que la futura ley de la amnistía limitará los hechos amnistiables a los relacionados con la represión española dentro del marco y período de la primera consulta democrática catalana del 2014, hasta los relacionados con el referéndum del 2017. Por lo tanto, los actos de terroristas internacionales a los que se refiere Cebrián, no dejan de ser otra muestra producto de su diarrea mental, propia de su historial franquista: hijo de un alto cargo de la prensa franquista, y él, trabajando ya a los 19 años como redactor jefe del diario Pueblo, el diario vespertino del Movimiento, que dirigía Emilio Romero, y, después, director del diario Arriba, órgano de comunicación de la falange española. Un historial para avalar su paso al grupo Prisa.

Con todo este sideral, no quiero olvidarme del movimiento de los agricultores y ganaderos que se está produciendo en toda España, pero, principalmente, en Catalunya.

El 7 de junio de 1640, día de Corpus Christi, se inició una revuelta en la iglesia de mi barrio, Sant Andreu de Palomar (Barcelona); movimiento formado por segadores, en el marco del descontento generalizado por los costes ocasionados por la Guerra de Treinta Años (1618 – 1648) y que fue la chispa contra el gobierno del conde-duque de Olivares (Gaspar de Guzmán y Pimentel, 1605 – 1665). Ese alzamiento dio lugar a la Guerra de los ‘Segadors’ (1640 – 1659). Esos segadores se manifestaron en el Palau del Virrei Dalmau y de Codina, Dalmau III de Queralt (1593 – 7 de junio de 1640), conde de Santa Coloma, pidiendo justicia.

Podemos hacer un cierto paralelismo, entre ese movimiento del siglo XVII y el actual de este XXI, si bien, con una notable diferencia, y es que los actuales ‘segadors’ son pacíficos, como lo somos todos los independentistas catalanes; pero el poder y el rey español de entonces, son similares a los actuales, ya que su forma de responder es idéntica: agresiva y violenta.

Por todo ello, los independentistas catalanes, en este momento, nos encontramos ante un verdadero dilema, sobre cómo actuar para conseguir la independencia.

A tal fin, me parece interesante recordar los dilemas morales planteados por la filósofa Philippa Foot (antes de casarse, Bosanquet), 1920 – 2010. Esta filósofa especializada en la ética de la virtud, planteó el dilema del tranvía, utilizado y divulgado desde hace años, al ser un modelo para configurar los algoritmos de la respuesta de los coches inteligentes, por ejemplo.

En ese dilema, un tranvía avanza sin control por una vía en la que hay 5 personas atadas y que morirán atropelladas, pero hay una alternativa, desviar el tranvía a una vía secundaría, en la que hay una única persona. El dilema es dilucidar si es moral escoger desviar el tren o no.

Escoger el mal menor, según Foot, nos lleva a otro dilema: ¿se puede sacrificar a un hombre sano para extraer sus órganos y salvar a cinco pacientes que morirían sin esos trasplantes?

Está claro que ‘el fin no justifica los medios’, y este principio es fundamental en el momento de decidir sobre esos dilemas anteriores. Por ejemplo, no se puede matar para conseguir un bien superior.

Por eso, y haciendo un salto en el vacío, los independentistas catalanes nos encontramos en el dilema de hacer una confrontación contundente, inteligente y pacífica contra el estado, o seguir apostando por la opción de la negociación.

Si el objetivo es la independencia, y estamos en ese tranvía, podemos elegir entre una vía u otra, y las dos comportan sendos riesgos y sacrificios.

La opción de negociar, en primera instancia, parece la más inteligente y racional; pero, negociar con unos poderes que nunca cederán nada sustancial, ¿es inteligente y racional?

Si a pesar de eso, optamos por esta opción ‘negociadora’, ¿la decisión es ética?, o, más bien, es un engaño a la ciudadanía que queremos la independencia.

Optar por la vía de la confrontación, comporta más sacrificios, y quizás tampoco sea exitosa, dado el desequilibrado nivel de poderes, pero, cuanto menos, a mi modo de ver, es una opción ética, ya que no engaña a nadie.

Espero que el ejemplo de la actual manifestación de los agricultores y ganaderos con sus tractores, nos sea iluminador.