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El rey desnudo

El escritor danés Hans Christian Andersen (1805-1875), publicó, en 1837, el cuento “El traje nuevo” (número 168 de la colección de Andersen), también conocido como “El rey desnudo”.

Jordi Basté, en RAC1, citó hace unos días esa fábula, y ayer por la mañana la repitió, con ocasión de la huida del rey emérito.

Seguidamente la transcribo, ya que es muy ilustrativa:

“Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo, excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario.

Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo.

Por supuesto, no había prenda alguna, sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo seria capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo.

Evidentemente, ninguno de los dos admitió que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar la misma.

Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosa de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

¡Pero si va desnudo!

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo.

El emperador lo oyó y supo que tenía razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile”.

(Wikipedia)

Esta fábula tiene unos antecedentes en narraciones de diferentes latitudes: Sri Lanka, Turquía, la India y una recopilación castellana, efectuada por el infante Don Manuel, en El Conde Lucanor.

Según estos antecedentes, el rey, al volver a su palacio, se dio cuenta que los sastres se habían fugado con la ingente cantidad de hilos de oro y plata.

Es curioso resaltar que el apellido de los sastres ‘Farabutto’, y

Farabutto es similar a Mascalzone y significan: sinvergüenza, filibustero, canalla, bribón, truhan, desgraciado, rufián, individuo capaz de cualquier acción sucia, de la peor acción.

Obviamente, de este cuento se pueden extraer diferentes moralejas:

·       que no tiene que ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad o, también,

·       que no hay preguntas estúpidas.

·       que no sólo el rey, sino sus ayudantes, y el pueblo, todos, los que le ríen las gracias, son unos estúpidos, unos ineptos.

·       que, por su inocencia, el niño es el único sincero.

·       que los sastres, seguramente pensaban que ‘quien roba a un ladrón…’

·       y que, en nuestro caso, el rey emérito hace el doble papel, el de emperador y el del sastre sinvergüenza.

Cuanto menos es curioso que, varios de los yates que durante años disfrutó la familia real, como no, fruto de regalos, el primero, del armador catalán Josep Cusí; pues bien, varios de ellos llevaron como nombre ‘Bribón’; más claro no podía ser.

Evidentemente, hemos sufrido cuarenta años de toda una costra, una caspa de políticos, empresarios, responsables de los diferentes poderes del estado y de los medios de comunicación, que han actuado de forma estúpida e incapaz, rememorando a Andersen; y, también, lógicamente, de forma interesada.

Ayer, martes, diferentes diarios digitales efectuaron repasos de la historia de los borbones, y sus líos de amantes y de apropiación indebida de bienes del estado; pero, a mi me parece que todo esto no son más que cortinas de humo, para no hablar o para disimular o quitar importancia a los ‘hechos’ de Juan Carlos I. Me parece que así quieren hacer creer que son críticos.

Todos ellos no dejan de ser los interesados que no quieren que veamos que el rey va desnudo.

Y el ‘campeón’ de ese desaguisado es Pedro Sánchez. ¿Cómo es posible que después de 90 minutos de discurso sobre el balance de su gobierno, Sánchez no dedicase ni una palabra para comentar la huida del rey?

Total, una pura farsa, pura demagogia. Pues los periodistas preguntaron repetidamente sobre:

·       ¿el lugar dónde estaba el rey emérito?,

·       ¿porqué no se le había quitado el tratamiento de rey emérito?,

·       ¿quién (del gobierno) había ‘negociado’ con la casa real?,

·       ¿qué gastos comportaba esa huida y su vida en el exterior?,

·       ¿quién los sufragaba?

·       ¿si se había tratado el tema con el poder judicial?

·       etc.

Y ante esas repetidas preguntas de los periodistas, Sánchez no se salió del guion que tenía establecido:

·       Que las consultas con el rey son discretas y confidenciales.

·       Que Felipe VI ha sido transparente, haciendo pública la carta recibida de su padre.

·       Que España necesita instituciones fuertes y potentes.

·       Que, con la crisis sanitaria, económica y social, no podemos desgastarnos con debates estériles.

·       Que cuando se dieron casos de corrupción en algunos partidos, se juzgaron las personas, no se cuestionaron los partidos. Y, por lo tanto, ahora lo mismo, no debe cuestionarse la monarquía.

·       Que, si en el futuro se demostrase que algunas posibles actuaciones del rey emérito fuesen irregulares, ya se solventaría.

·       Que él continúa viendo válido el pacto político del 1978, por el que se estableció la monarquía parlamentaria.

·       Y, finalmente, deseó buenas vacaciones a todos, que descansasen, que el curso había sido duro, y que en el nuevo curso deberá reemprenderse el abordaje de la triple crisis: sanitaria, económica y social.

Es evidente que tratar así a la ciudadanía es considerarla como súbditos de bajo nivel, que no merecemos saber nada.

En un estado moderno, ocultar un tema así, cuando el primer interesado en ser verdaderamente transparente, debería ser Felipe VI; y si él no lo es, allá él, pero Pedro Sánchez sí que debe informarnos, él ocupa un cargo de representación de la ciudadanía, y se debe a ella.

Todo lo que sean subterfugios, como hoy también ha hecho la vicepresidenta Carmen Calvo, en la misma línea que ayer Sánchez.

Y el ‘teatro’ de Podemos, el socio de coalición en el gobierno, que se enteró del tema por la prensa, ya que no estuvieron en el sanedrín que organizó este tema; se limitó a una mala comedia, pues los corifeos criticaron el tema, como Asens y Colau. Pero Pablo Iglesias, ayer por la noche, en unas declaraciones, intentó apagar el fuego, y a otra cosa mariposa.

Efectivamente el tema judicial debería seguir su curso, y en setiembre iniciar la vista del caso Villarejo, y tirar de la manta. Pero todos sabemos que no se hará nada. Ya conocemos la ‘justicia’ española.

Todos sabemos cómo es España, que Pablo Iglesias efectuará alguna crítica y dará algún gritito, sobre todo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; y eso será todo. No les interesa una crisis de gobierno y perder los ministerios que tienen, aunque sean más bien secundarios.

Unidas / Podemos saben, y el primero Pablo Iglesias y también Ada Colau que, si hubiese elecciones en este momento, igual los representantes unionistas perdían posiciones, y claro, ellos no quieren negociar nada con los independentistas, ya que no tienen ni quieren tener fórmulas que solventen la crisis territorial.

Ante una situación así, lo cómodo es asumir el trágala, comulgar con las ruedas de molino, y seguir formando parte de la corte de aduladores que siguen viendo al rey vestido, ya que, si reconociesen que va desnudo, demostrarían que todas estas décadas han estado con el culo al aire.

Es la misma situación que la reina emérita, Sofía, pues en un momento tan decisivo, decidió desmarcarse e irse de vacaciones a Marivent, Mallorca.

Según la periodista Pilar Eyre, especializada en la casa real:

“Al principio admirábamos la dignidad con la que soportaba las infidelidades… Ahora pienso que ella era una conocedora de todos estos rollos y no le ha importado callar con tal de seguir siendo reina.

(…)

Mantenerse al lado del rey, aunque sólo sea en apariencia, como señala el también periodista Raúl del Pozo, es una decisión que tomó hace años, aconsejada por su madre:

‘La reina Federica fue muy clara’, escribe el consejo que le dio al expresar su deseo de divorciarse al encontrarse a su marido con otra mujer en la cama. ‘No lo abandones nunca, no dejes de ser reina … ¿Quieres ser como yo, una reina sin reino, una paria que tiene que vivir de la caridad de los demás, y que ha tenido que venir a la India porque nadie me aguanta?, le habría dicho. Federica vivía en ese momento modestamente en un ‘ashram’ en Delhi (India) junto a su gurú Mahadevin y su hija Irene. ‘Había salido tan pobre de su país, que Juanito y Sofía les habían tenido que llevar ropa a Roma para que se vistieran ella, sus hijos y sus nietos’, añade Eyre.

La decisión de no dejar nunca al rey habría venido de ahí, aunque eso significase llevar una vida en paralelo con constantes temporadas alejada de la Zarzuela. ‘Se armó de su sempiterna sonrisa de Gioconda, y fue ella la que le comunicó al rey que, ocurriera lo que ocurriese, no querría divorciarse e iba a ser reina hasta que muriese’, apunta Eyre en su blog, que no duda de que Sofía ha sido siempre conocedora de la ‘inmensa fortuna que manejaba’ el monarca.

‘Era perfectamente consciente, es más, le animaba en ese sentido, temerosa de que le pasara lo mismo que a su madre’, le aseguró a Eyre el periodista José García Abada. ‘¡El miedo a la pobreza es un sentimiento tan humano!’

(ElHuffPost)

La ‘historia’ de esa relación matrimonial me parece un claro ejemplo del interés de mantener las apariencias, hacer el paripé, para que nada cambie. Sofía sabía que el rey iba desnudo (no sólo en otras camas), sino siempre, pero no lo reconocía, para mantener su ‘statu quo’, y, como ella, todos los cortesanos, políticos, poderes del estado, prensa comprada, etc.

Y Pedro Sánchez se ha mostrado el mejor defensor del felipismo, como antes, todos los políticos, se manifestaban juancarlistas.

Es decir: todos son farabuttos en plena faena mascalzone.

Una pura vergüenza. Por eso, apoyo al president de la Generalitat que pide la dimisión de Felipe VI por haber callado durante estos años y, ahora, haber pactado la huida de su padre. Y todo en la más impune oscuridad informativa, por mucho que Pedro Sánchez alabe la transparencia de la casa real.

Una transparencia y una casa irreales, ya que, lo único real, como tituló un diario del Reino Unido, es el ‘rey exit’.

Por todo ello, muchos deberían quitarse la venda de los ojos, y reconocer que la única salida que tenemos es la república, la república catalana.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com