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El sol que más calienta

‘La cúpula del PSC se felicita por que los medios de comunicación les han comprado el relato. Los medios de comunicación nos han comprado absolutamente el relato, dice Rubén Viñuales, en una reunión de la plana mayor socialista. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, defiende que ERC no ha cedido más que el PSC en la negociación de los presupuestos. Según su parecer, ‘las posiciones de los dos partidos se han encontrado en un punto medio’, pero la realidad es que en las filas socialistas lo ven muy diferente. Más allá del tuit polémico de José Zaragoza, a cúpula del partido, en una reunión del autollamado ‘gobierno alternativo’, se ha vanagloriado que los medios de comunicación le ‘han comprado absolutamente el relato’.

(Vilaweb, 3 de febrero de 2023)

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Todos sabemos que los medios de comunicación sistémicos son la correa de transmisión del poder económico, que es el verdadero poder, en todos los países.

Y hemos visto, estos días, que todos los medios de comunicación no han hecho otra cosa que alabar los presupuestos de la Generalitat, ‘los más sociales de la historia’. Todo es lo mejor de la historia, todo son hechos históricos, y ya estamos cansados de ese vocabulario maximalista, que no contempla la propia evolución económica y el entorno.

Sabemos que la UE ha aportado a todos los estados unos fondos extraordinarios, denominados ‘next generation’, para superar la crisis de la covid. Y esos fondos, que controla y asigna personalmente Pedro Sánchez entre las comunidades autonómicas, obviamente, no pueden marginar a Catalunya, a pesar de que su distribución, como sabemos, no es equitativa, ni lógica, ni racional, pues es meramente política, y siempre recibimos menos de lo que nos correspondería por habitantes y participación en el PIB.

Y sabemos, también, que todos los intereses mediáticos se aproximan a ese sol económico que más calienta, para beneficio propio, y que nos ‘venden’ de diferentes formas, para disimular su propia influencia, como pasa en la siguiente fábula:

‘Un ciego de nacimiento pidió un día que alguien le explicara cómo era el sol. Podía sentir su calor y su luminosidad, pero no podía entender cómo era.

Entonces, un hombre hizo sonar un disco enorme de bronce y dijo: el sol es como este gran disco de bronce.

El ciego, algo confuso, se quedó con esa descripción. Poco después oyó sonar una campana y, sobresaltado, pensó que el sonido venía del sol…

No, el sol no emite sonido alguno, le dijo entonces otro hombre. El sol es ardiente como un cirio.

El ciego entonces imaginó al sol alargado y caliente. Así que tomó un cirio entre sus manos y estudió su forma.

El día en el que el ciego sostuvo una flauta, pensó que tenía entre sus manos al sol.

Lo cierto es que hay muchas diferencias entre el sol, una campana y una flauta, pero el ciego no podía saberlo, porque nunca había visto el sol y solo tenía como referencia lo que otros habían dicho de él’

(https://tucuentofavorito.com)

Y tristemente, todos nos dejamos engañar, pues todos nos acabamos creyendo los mensajes que, machacona e interesadamente, nos transmiten los medios de comunicación institucionales. Medios que, como hemos visto, han estado debidamente programados, para ‘contraprogramar’ la gran noticia de la semana, que no ha sido otra que el triunfo de los independentistas en la sentencia del TJUE.

Todo depende del mensaje, como en el siguiente cuento:

‘Un cuento sobre la comunicación

Después de haber atravesado un camino largo y difícil, el viajero llegó a la entrada del pueblo en el que pasaría los próximos años de su vida. Inquieto sobre la forma de ser de la gente en ese lugar, le preguntó a un viejo hombre que descansaba recostado bajo la sombra de un frondoso árbol de cedro: ¿Cómo es la gente en este lugar?, le dijo al viejo, sin saludarlo. Es que vendo a vivir aquí y donde yo vivía, las personas eran complicadas y agresivas. La arrogancia y la insensibilidad eran el pan de cada día. El anciano, sin mirarlo, respondió: Aquí la gente es igual.

El viejo siguió reposando. El caminante prosiguió su camino. Horas después, otro viajero que también llegaba al pueblo se acercó al anciano y le dijo: Buenas tardes, señor, disculpe la molestia, yo vengo a vivir a este pueblo y me gustaría saber cómo es la gente, porque en donde yo vivía, las personas eran atentas, generosas y sencillas. El anciano levantó la cabeza, sonrió y le contestó: Aquí la gente es igual …

Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo: ¿Cómo es posible dar la misma respuesta a dos preguntas tan diferentes? A lo cual el viejo contestó: En vez de preguntarte cómo te tratan los que te rodean, mejor pregúntate cómo los tratas tú a ellos. A la larga, la gente se termina comportando contigo como tú te comportas con ellos’

(https://azucenaaja.es)

Y, como hemos visto, los poderes, políticos y económicos, nos han despreciado, pues, para ellos, somos el mal a soportar. Y, tristemente, nosotros hemos reaccionado asumiendo ese trato.

Sabemos que la comunicación es fundamental, pero aún así, caemos en sus trampas, pues los poderes se empeñan en dificultar la información, como se explica en el siguiente cuento:

‘El cuento de la sopa

Estaba una señora sentada sola en la mesa de un restaurante, y tras leer la carta decidió pedir una apetitosa sopa en la que se había fijado. El camarero, muy amable, le sirvió el plato a la mujer y siguió haciendo su trabajo. Cuando éste volvió a pasar cerca de la señora, ésta le hizo un gesto y rápidamente el camarero fue hacia su mesa.

¿Qué desea, señora?

Quiero que pruebe la sopa.

El camarero, sorprendido, reaccionó rápidamente con amabilidad, preguntando a la señora si la sopa no estaba rica o no le gustaba.

No es eso, quiero que pruebe la sopa.

Tras pensarlo un poco más, en cuestión de segundos, el camarero imaginó que posiblemente el problema era que la sopa estaría algo fría y no dudó en decirlo a la mujer, en parte disculpándose y en parte preguntando.

Quizás es que está fría, señora. No se preocupe, que le cambio la sopa sin ningún problema…

La sopa no está fría. ¿Podría probarla, por favor?

El camarero, desconcertado, dejó atrás la amabilidad y se concentró en resolver la situación. No era de recibo probar a comida de los clientes, pero la mujer insistía y a él ya no se le ocurrían más opciones. ¿Qué le pasaba a la sopa? Lanzó su último cartucho: Señora, dígame qué ocurre. Si la sopa no está mal y no está fría, dígame qué pasa y si es necesario, le cambio el plato.

Por favor, discúlpeme, pero he de insistir en que si quiere saber qué le pasa a la sopa, solo tiene que probarla.

Finalmente, ante la petición tan rotunda de la señora, el camarero accedió a probar la sopa. Se sentó por un momento junto a la señora en la mesa y alcanzó el plato de sopa. Al ir a coger la cuchara, echó la vista a un lado y otro de la mesa, pero … no había cuchara. Antes de que pudiera reaccionar, la mujer sentenció:

¿Lo ve? Falta la cuchara. Eso es lo que le pasa a la sopa, que no me la puedo comer’.

(https://lamenteesmaravillosa.com)

Y está claro, a nosotros nos dan sopa, y no nos dan cuchara, o, como máximo, nos dan un tenedor, y se molestan si reclamamos. Pero, también es verdad, que muchas veces actuamos como la señora del cuento, y no hablamos claro, no expresamos de forma directa nuestros deseos. Y no lo hacemos por miedo, por temor a no molestar, por incompetencia, por …

Es verdad, también, que el momento es determinante, como se ha suscitado estos días con la crítica a la canción Delilah (1968), del cantante galés sir Thomas Jones Woodward (Tom Jones).

En su momento, sin tener nociones del inglés (como tristemente me sigue pasando ahora), celebrábamos esa ‘magnífica’ canción, tarareándola, sin más. Pero, ahora que se han hecho pública unas quejas, nos tiramos de los pelos, pues la letra es la siguiente:

‘Vi la luz en la noche que pasé por su ventana

vi las sombras parpadeantes del amor en su persiana.

Era mi mujer

mientras me engañaba, miré y me volví loco

Mi, mi, mi Delilah

¿por qué, por qué, por qué, Delilah?

Pude ver, que esa chica no era buena para mí

pero yo estaba perdido, como un esclavo

que ningún hombre podía liberar.

En la madrugada del día cuando ese hombre se alejó, yo estaba esperando

crucé la calle hacia su casa y ella abrió la puerta

Ella se quedó riendo

sentí el cuchillo en mi mano y ya no se rió

Mi, mi, mi Delilah

¿por qué, por qué, por qué, Delilah?

Así que antes de que vengan a derribar la puerta

perdóname, Delilah, no podía soportar más.

perdóname, Delilah, no podía soportar más.

Así que, Delilah, te amo’

Vemos que muchos mensajes son complejos, tramposamente complejos, ya que al emisor no le interesa ni conviene hacerlos más explícitos; otras veces somos los receptores los que somos incompetentes, por no dominar ni el idioma o por carecer de los recursos precisos. Y, de ese modo, el mensaje va calando, como vemos con el rollo sobre los mejores presupuestos de la historia del mundo mundial.

Y claro, mientras nosotros sigamos comportándonos de forma infantilizada, como meros Peter Pan o meras Lolitas, ellos, el sistema, seguirá cabalgando sobre nuestros lomos.