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Elucubraciones sobre la antidialogicidad y la dialogicidad

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Para el título del presente escrito, he tomado los términos ‘antidialogicidad’ y ‘dialogicidad’ del pedagogo y filósofo brasileño Paulo Reglus Neves Freire (1921 – 1997) en su importante libro ‘Pedagogía del oprimido’ (1970), en concreto del capítulo IV: ‘La antidialogicidad y la dialogicidad como matrices de teorías de acción cultural antagónicas: la primera sirve a la opresión, la segunda, a la liberación’.

Ese autor considera que la acción antidialógica tiene las siguientes características: la conquista, la división, la manipulación y la invasión cultural. Mientras que la acción dialógica, tiene las siguientes: la colaboración, la unión, la organización y la síntesis cultural.

Asimismo, en este escrito, tras detallar unas puntualizaciones de la situación actual, reproduciré unas citas de esa obra, que recomiendo fervientemente a los lectores, ya que es fácilmente localizable, puesto que está disponible, íntegramente las 175 páginas, en la siguiente web:

https://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/general/FreirePedagogiadelOprimido.pdf.

estoy convencido de que su atenta lectura será muy interesante para todo tipo de lectores, pues, además de ser de muy fácil lectura, contiene gran cantidad de pensamientos que inducen a la reflexión.

Sabemos que tras las elecciones generales españolas del pasado domingo 23 de julio, y dados los ‘curiosos’ resultados, que no han determinado una fácil formación de un gobierno, ahora entraremos en un largo período de varios meses, en los que todo serán elucubraciones interesadas, falsas noticias, es decir, simples y claras mentiras, pues esa es la gasolina que hace funcionar la maquinaria de los diferentes partidos políticos y, como no, de todos los medios de comunicación.

Estamos en pleno periodo estival, así que los políticos podrán tomarse unos días de vacaciones (pero los medios de comunicación harán correr todo tipo de ‘serpientes de verano’ para seguir con sus cuotas de audiencia), si bien hay unas fechas predeterminadas, tasadas, como:

  • el próximo 8 de agosto, se proclamarán los resultados definitivos.
  • el 17 de ese mes, se constituirán el congreso y el senado. Ese día se realizará una votación en el congreso para elegir la nueva mesa; y la elección del nuevo presidente/a de ambas cámaras. Si en la primera votación al candidato/a no consigue la mayoría absoluta, se repetirá la votación entre los dos candidatos con más apoyos, ganando el que tenga mayoría simple. A continuación, se designarán los cuatro vicepresidentes y los cuatro secretarios.
  • el 21, se iniciará la ronda de contactos con los representantes de todas las formaciones con presencia en el congreso, por parte del rey, para decidir a quién encarga someterse a la sesión de investidura.
  • acto seguido (final de agosto / inicio de setiembre), el candidato ‘designado’ por el rey, planteará su investidura en el congreso; y si la logra en el primer intento (por mayoría absoluta de 176 diputados), el 8 de setiembre podría tomar posesión del cargo de presidente, o, en una segunda oportunidad, 48 horas después, si logra una mayoría de más votos a favor que en contra.
  • si el candidato no consigue esa investidura, y no se logra una alternativa viable en los dos meses posteriores, habría que disolver las cortes en noviembre y celebrar nuevas elecciones a los 47 días, es decir, en plenas fiestas navideñas.

Volviendo a los resultados de las elecciones, y como comenté en mis anteriores escritos, y a la espera de las posibles correcciones debidas por el voto de los españoles en el extranjero, todo apunta que:

  • Alberto Núñez Feijóo, candidato de la derecha (PP) no podrá alcanzar la investidura, ni en segunda vuelta (más votos de apoyo que contrarios), y que
  • Pedro Sánchez, candidato del PSOE, dependerá del apoyo del resto de partidos (PNV, EH Bildu, ERC, etc.), y, en ese caso, de la abstención de Junts en la segunda posibilidad de mayoría simple.

Evidentemente, para Junts es una oportunidad para presionar para intentar conseguir sus compromisos de campaña: amnistía y convocatoria de un referéndum acordado. Ahora bien, todos somos conscientes de que Pedro Sánchez nunca, nunca, aceptará esas peticiones, ya que está enrocado con la cota de malla de la constitución leída y entendida de la forma más restrictiva posible.

Además, sabemos que si Pedro Sánchez diera un pequeño paso en esos dos aspectos, se le tiraría encima todo el estado, todos los poderes: desde el rey, hasta el poder judicial, militar, económico, financiero, mediático, etc., como apuntó muy bien ayer el president Carles Puigdemont, señalando que, en realidad, el presidente del gobierno, no es más que el masovero del propietario de la finca.

Por eso, vemos ahora que todas las presiones se dirigen a Junts, siendo los primeros y de forma más descarada los de Sumar, pero también el PSC/PSOE, que exigen visión de estado, para ‘no dar una nueva bala’, una segunda opción, a Vox, si se tienen que repetir las elecciones. Es decir, sigue el mantra de la campaña electoral, que no es otro que ‘salvar’ a España de la derecha dura y pura, y esa matraca es la que ha influido en los resultados, como es sabido, ya que todos los restantes partidos asumieron ese reto, modulando sus respectivos mensajes; y, consecuentemente, muchos electores modificaron también su voto, buscando el voto útil al respecto.

Ese es el ‘valor’ de lo que denominan ‘la fiesta de la democracia’, pues todos temen la expresión popular. Nos consideran veletas, volubles, sin raciocinio. Si ellos fueran demócratas, no temerían la expresión popular las veces que fueran precisas. Pero, claro, transmitiendo una información clara y honesta, no con sus mentiras repetidas.

Sobre el penoso transfuguismo de esos líderes y de muchos de nuestros ciudadanos ya me expresé ayer.

Otro claro ejemplo de ese transfuguismo, lo vemos ahora con ERC, pues, inicialmente, había planteado que su ‘precio’ para la investidura era petición acabar con el déficit fiscal de la Generalitat, el traspaso de Rodalies (trenes de cercanías), así como seguir con la mesa de diálogo para ir avanzando en el proceso de soberanía. Pues bien, ahora, vistos los resultados, quiere hacer el abrazo del oso a Junts, y presentar una plataforma de exigencias comunes, ‘pero realistas’.

Todos sabemos y queremos la unidad estratégica y de acción, pero, yo, que soy muy desconfiado, me temo que ahora, ese acuerdo, busca descafeinar las peticiones de Junts (amnistía y referéndum), y evitar que Junts quede con el relato de mantenerse como los únicos que siguen fieles al 1 de octubre del 2017.

Evidentemente, por parte de Junts, formado por miembros con diferentes ‘sensibilidades’ (diferentes almas, se dice), también se producen tensiones, como pudimos constatar en la entrevista a Xavier Trias (excandidato a la alcaldía de Barcelona), que pedía un mayor pragmatismo.

Y, claro, la opción de mantenerse firmes hasta el final, además de la valentía requerida para no caer en la tentación de los cantos de sirena que se producen y producirán, conllevará la determinación de afrontar el ‘riesgo’ que, al bloquear el acceso de Pedro Sánchez, y se tengan que repetir las elecciones, realmente, en esa nueva opción, gane la derecha, con todas sus repercusiones.

Y ante esa posibilidad, es comprensible que a Junts, a los miembros más ‘radicales’, les acaben temblando las piernas y prefieran bajar sus exigencias, su precio, y asumir uno de nuevo, acordado con ERC.

Para mi, y para muchos compañeros, esa opción descafeinada, desnatada y light, sería, también, otro transfuguismo organizacional, que nos decepcionaría, y nos mostraría que estamos muy solos.

Dada esta situación en la que nos encontramos, y como he comentado, seguidamente reproduzco algunos pensamientos del citado libro de Paulo Freire ‘Pedagogía del oprimido’, con la confianza de que sea útil, especialmente, a los catalanes unionistas y a los independentistas que en esta ocasión han votado, contra natura, por el temor a la derecha (voto que el PSC/PSOE ha interpretado como apoyo a su ideología, no como un voto prestado y, claro, ahora lo utilizan como su mejor arma, vanagloriándose de su gran éxito)

No debemos olvidar, asimismo, que el miedo es consustancial a la vida, pero si llega a ser invalidante, o a obligarnos a ser otros diferentes de lo que somos, a perder nuestra identidad, nos lo deberíamos replantear, si es que todavía seguimos siendo aptos, capaces, para ello.

Pensamientos de Freire:

‘La pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.

Su ideal (de los oprimidos) es, realmente, ser hombres, pero para ellos, ser hombres, en la contradicción en que siempre estuvieron y cuya superación no tienen clara, equivale a ser opresores. Estos son sus testimonios de humanidad.

Los opresores y los oprimidos temen la libertad, pero por razones diferentes. En los oprimidos el miedo a la libertad es el miedo de asumirla. En los opresores, el miedo de perder la ‘libertad’ de oprimir.

Oprimido es todo aquel que tiene un deseo y no puede cumplirlo, lucha por él, pero no puede conseguirlo, porque se lo impide la existencia de un opresor.

Con el establecimiento de una relación de opresión, la violencia ya ha comenzado. Nunca en la historia los oprimidos han iniciado la violencia. ¿Cómo podrían ser los iniciadores si ellos mismos son producto de la violencia? … No existirían oprimidos si no existieras una relación de violencia que los conforme como violentados, en una situación objetiva de opresión. Son los que oprimen, quienes instauran la violencia; aquellos que explotan, los que no reconocen a los otros; y no los oprimidos, los explotados, los que no son reconocidos como otro por quienes los oprimen … Para los opresores, el ser humano son sólo ellos; los otros son ‘objetos, cosas’. Para ellos, sólo existe un derecho, su derecho a vivir en paz, frente al derecho a sobrevivir que tal vez ni siquiera reconocen, sino solamente admiten a los oprimidos.

Dado que la opresión es la causa fundamental de la violencia, para poner fin a toda la violencia, la del opresor y la del oprimido, debemos actuar para poner fin a la opresión.

Si la toma de conciencia abre camino a la expresión de las insatisfacciones sociales, se debe a que éstas son componentes reales de una situación de opresión.

El miedo a la libertad del que, necesariamente, no tiene conciencia quien lo padece, lo lleva a ver lo que no existe. En el fondo, quien teme a la libertad se refugia en la ‘seguridad vital’, para usar la expresión de Hegel, prefiriéndola a la ‘libertad arriesgada’.

Son pocos, sin embargo, quienes manifiestan explícitamente este recelo a la libertad. Su tendencia es camuflarlo en un juego mafioso, aunque a veces inconsciente. Un juego engañoso de palabras en el que aparece o pretende aparecer como quien defiende la libertad y no como quien la teme.

La conocida afirmación de Lenin: ‘Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario’, significa precisamente que no hay revolución con verbalismo ni tampoco con activismo sino con praxis. Por lo tanto, ésta sólo es posible a través de la reflexión y la acción que inciden sobre las estructuras que deben transformarse.

El liderazgo no puede tomar a los oprimidos como simples ejecutores de sus determinaciones, como meros activistas a quienes se niegue la reflexión sobre su propia acción. Los oprimidos, teniendo la ilusión de que actúan en la actuación de licerazgo, continúan manipulados exactamente por quien no puede hacerlo, dada su propia naturaleza.

Por eso, en la medida en que el liderazgo niega la praxis verdadera a los oprimidos, se niega, consecuentemente, en la suya.

De este modo, tiende a imponer a ellos su palabra, transformándola, así, en una palabra falsa, de carácter dominador, instaurando con este procedimiento una contradicción entre su modo de actuar y los objetivos que pretende alcanzar, al no entender que sin el diálogo con los oprimidos, no es posible la praxis auténtica, ni para unos ni para otros.

Si el liderazgo revolucionario les niega a las masas el pensamiento crítico, se restringe a sí mismo en su pensamiento o por lo menos en el hecho de pensar correctamente. Así, el liderazgo no puede pensar sin las masas, ni para ellas, sino con ellas.

La primera característica de la acción antidialógica es la necesidad de la conquista. El antidialógico, dominador por excelencia, pretende en sus relaciones con el contrario, conquistarlo cada vez más, a través de múltiples formas. Desde las más burdas hasta las más sutiles, desde las más represivas hasta las más almibaradas, cual es el caso del paternalismo.

Dividir para oprimir, esta es otra dimensión fundamental de la teoría de la acción represora, tan antigua como la opresión misma. El dividir para mantener el status quo se impone, pues, como un objetivo fundamental de la teoría de la acción dominadora antidialógica.

Como un auxiliar de esta acción divisionista encontramos en ella cierta connotación mesiánica, por medio de la cual los dominadores pretenden aparecer como salvadores de los hombres a quienes deshumanizan (…)’

Sé que me he excedido, pero también sé que me he dejado muchísimas reflexiones, por lo que repito que sería muy positiva la lectura integra de este gran libro, pues, con toda seguridad, nos ayudará a reflexionar ante muchas situaciones en las que nos encontramos, tanto a nivel personal, como social, pues, como dijo Freire, ‘no se es antidialógico ni dialógico en el aire, sino en el mundo. No se es antidialógico primero y opresor después, sino simultáneamente. El antidialógico se impone en una situación objetiva de opresión, para, conquistando, oprimir más, no sólo económicamente, sino culturalmente, robando al oprimido su palabra, su expresión, su cultura’.