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En España no hay profecías autocumplidas

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Es sabido que sistemáticamente funciona la ley del péndulo, así vemos que, a nivel general, tras un período de bonanza económica, sigue un período de crisis. Los antiguos egipcios ya hablaban de siete años de abundancia seguidos de siete años de hambruna (Génesis 41-57)

Las profecías autorrealizadas o autocumplidas (expresión del sociólogo Robert K. Merton), es decir, predicciones que una vez enunciadas, son, en sí mismas, la causa de que se hagan realidad, debido a que se desencadenan una serie de circunstancias favorables para que se cumpla. Un ejemplo, es el efecto Pigmalión.

Según el mito de Alcmeón, un héroe griego, hijo del adivino Anfiarao y Erífile, ésta, inducida por el collar de la Armonía, persuadió a su marido para que tomase parte en la expedición contra Tebas. Pero, Anfiarao, antes de partir, sabiendo, como adivino, que moriría en combate, exigió a sus hijos que tan pronto creciesen, matasen a su madre; Alcmeón, finalmente, cumplió la orden paterna.

Este ejemplo no se trata de una profecía autorrealizada, es el cumplimiento de una orden directa; pero es interesante por ver cómo se cierra el ciclo.

En el reino español, ni se cierra el ciclo franquista, ni se materializa el efecto de la ley del péndulo, ya que, en realidad, los partidos institucionales, PSOE y PP, tienen un mismo ADN unionista, democristiano y centralista. Por eso, el estado profundo acepta incluso la corrupción generalizada y los crímenes de estado como los realizados por el GAL de Felipe González, con asesinatos en cal viva, antes de aceptar la posibilidad de la división territorial.

Es decir, como dijo Galileo Galilei (1564-1642), el período de la oscilación de un péndulo es independiente de su amplitud (el arco del balanceo) y los péndulos realizan igual número de oscilaciones en el mismo tiempo. Y, por eso, en España, aunque la amplitud incluya alternativamente al PSOE y al PP, vemos que las oscilaciones unionistas no varían.

Eso mismo podemos decirlo de las estrategias de los diferentes partidos políticos, respecto a sus respectivas clientelas, obviamente.

Realmente nos faltan líderes políticos en pleno ejercicio (ya que Carles Puigdemont, está en el exilio) que puedan actuar como guías, que nos faciliten el hilo que Ariadna entregó a Teseo para salir del laberinto, después de matar al minotauro, según narra el mito.

Vemos que los partidos independentistas tienen un objetivo, la independencia, pero carecen de la pertinente hoja de ruta y, por lo tanto, no tienen ninguna estrategia ni calendario.

Asimismo, vemos que esos partidos independentistas, en especial ERC, siguen con el cordón umbilical con el estado español, ya que, por ejemplo, la semana pasada, Pere Aragonès pidió a Pedro Sánchez, que intercediera para que el PSC (filial del PSOE) le aprobara los presupuestos de la Generalitat, para este 2023.

Es vergonzoso, obviamente que, explícitamente, ERC reconozca la tutoría institucional del PSOE, sin reconocer que éste no es más que una de las caras de las furias del estado central, su némesis.

ERC ha pactado todo lo pactable con el PSOE, y, ahora, confía que haya una mínima correspondencia, pero sabemos que Pedro Sánchez es cualquier cosa, menos un estadista, un responsable confiable; pues actúa a salto de mata, según sus intereses puntuales, nada más. Por eso va dejando tantos cadáveres en las cunetas, a lo largo de su recorrido. Esa es su inmoralidad y su falta de ética.

Y ERC, incorregible, ahora hace ver que confía, como vemos; pues, en efecto, no hacerlo, sería reconocer su error de base, desde la mesa de diálogo, hasta los presupuestos actuales, como vemos.

Y ese proceder no es una excepción, pues incluso en casos personales e íntimos, actuamos así, siguiendo ese mecanismo de defensa.

Todo es dialéctico, como vemos, incluso en la manifestación de la avenida de la Meridiana tenemos opciones diferenciadas, los ‘peripatéticos’ (en referencia a les escuela aristotélica) respecto a los formalistas; pero la no interacción dialéctica, no permite el progreso.

Y este es un simple ejemplo más, entre otros más importantes y relevantes, como los que observamos entre ERC y Junts.

En definitiva, estamos en un punto muerto, pero no es un punto de equilibrio entre el beneficio y las pérdidas; más bien estamos en un punto ciego, en el que no nos ve nadie, somos invisibles, y nuestra propia carrocería nos impide, asimismo, nuestra propia visión.

Y esta situación, evidentemente, provoca un cierto pesimismo, que nos afecta a todos. Y así estaremos, hasta que no matemos al minotauro y podamos seguir el hilo de Ariadna y salir del laberinto, hasta que no rompamos el ciclo del eterno retorno de lo mismo y dejemos de actuar como los ouróboros (peces que se comen su propia cola)