El pasado 28 de enero falleció el filósofo Xavier Rubert de Ventós, como ya comenté, y ayer le tocó el turno al escritor y periodista Josep María Espinàs, a los 95 años. Cada uno, en su ámbito, fueron verdaderos maestros, con sendos trabajos que han sobresalido por su cantidad y calidad, y que desbordaron los grupos especializados, para llegar al gran público.
Pero, si no somos hipócritas, no podemos decir que hemos perdido unos referentes, eso queda muy bien decirlo, pero la realidad es que muchos, tristemente, hace años que los habíamos olvidado (*), como si ya estuvieran amortizados.
(*) A modo de curiosidad, es preciso señalar que, en nuestra manifestación diaria en la avenida Meridiana de Barcelona, los miércoles hacemos unas jornadas literarias, en las que algunos compañeros/as leen poesías y fragmentos varios; y el compañero R., nieto de Espinàs, en algunas ocasiones ha participado, leyendo fragmentos de su abuelo; pero eso no deja de ser más que un apunte puntual y esporádico, que no invalida ni compensa el citado olvido.
Esta desmemoria vergonzante, en parte, es consecuencia de la velocidad de nuestro tiempo y, también, a la gran cantidad de información y desinformación que nos invade constantemente. La tecnología ha conseguido que siempre estemos conectados a la rabiosa actualidad, que nos contentemos con cuatro líneas sobre cada tema, y, al siguiente tema.
Como dice un refrán saharaui, los europeos tenemos relojes, pero no tenemos tiempo; justo lo contrario que ellos. Y precisamente, el tiempo, el presente, es lo que valoraba Espinàs, y deberíamos saber aprender a seguir esa enseñanza.
Esta mañana, al oír una entrevista a Isabel Martí i Cañellas, cofundadora, junto con Espinàs, de la editorial La Campana, decía que su amigo fallecido tenía como ejes principales la observación y valoración de lo próximo y de lo cotidiano, de las pequeñas cosas y de los pequeños detalles; y que valoraba, sobre todo, el tiempo y el silencio.
Y esos ejes, junto con el respeto al lector y, especialmente, la defensa de la lengua, de la forma de expresión, sencilla, con frases cortas, evitando el abuso de las frases subordinadas y del lenguaje opulento, son los que le permitieron llegar a las altas cotas de la excelencia. Por eso, el escritor Màrius Serra, con su juego palindrómico, convirtió el apellido de ESPINÀS, en el ‘palíndromo’ (algo forzado) de SÀPIENS.
Pero, claro, hoy día, nuestro ritmo es patológico, y ya no tenemos tiempo para nada, ni para valorar la calidad.
La escritora Patricia Gabancho (1952 – 2017), describió la escritura de Espinàs, a la que consideraba como una catedral gótica: muy austera y depurada por fuera y muy rica por dentro’. Y esa calidad, afortunadamente, nos quedará para siempre, aunque, difícilmente, ahora, seamos incapaces de leer o releer nada de este autor.
Y claro, tampoco tenemos tiempo para efectuar ‘viajes’ a pie, como sí que efectuó Espinàs por toda Catalunya y, también, por Euzkadi, Extremadura, Galicia, Mallorca, etc.; que explicó en sus correspondientes libros, en los que describió su geografía, pero, especialmente, sus habitantes, sus costumbres, su folclore.
Hoy día buscamos la inmediatez, la velocidad, abarcarlo ‘todo’, hacer mil fotografías con el móvil, y perderlas en el ordenador. Pero, claro, divulgando algunas por las redes sociales, para que todos nuestros contactos sepan lo que vemos, lo que comemos, etc., y conseguir el mayor número posible de ‘likes’. E, inmediatamente, pasar a otra cosa, sin profundizar en ninguna. Somos superficiales y así consideramos todo nuestro entorno. Pasamos el tiempo pensando en el futuro, despreciando el momento presente.
Asimismo, en la actualidad, muchos estamos desbordados por el tema político, que ocupa y satura todo nuestro tiempo. Mientras que, paradójicamente, Espinàs evitó, en sus miles de artículos, ya que buscaba la concordia, los intereses comunes, obviando todo tipo de aristas que provocasen y ahondasen la división.
Pero a pesar de nuestro interés por los aspectos políticos, muchos nunca tendremos la capacidad suficiente para dominarlos suficientemente. Pero, aún así, no paramos de hablar excátedra y, claro, clasificamos y etiquetamos constantemente, es decir, somos excluyentes, todo lo contrario de lo que pretendía Espinàs.
Pero la división está hecha, como sabemos, y no podemos olvidarla, como lo refleja, a modo de ejemplo, el artículo de Francesc Canosa, titulado ‘El grupo del gato marsupial catalán’ (Ara, 6 de febrero), en el que cita a un tal ‘Josep de Berthamon, un catalán borbónico que en 1722 era juez de la real Audiencia de Catalunya, y ‘Ministro para lo Criminal en la Real Audiencia, y Juez, nombrado por el Rey, de todos los bienes Confiscados y Secuestrados de este Principado de Catalunya’, que hizo un bando público reconociendo el gran destrozo del sistema de ocupación borbónica: la corrupción (mordidas); los robos a mansalva; expolios a granel, confiscaciones de bienes a mansalva y todo lo que hiciera falta morder’. Catalunya era ‘un trozo de trozos a partir de 1714 (…) la guerra de sucesión – aniquilación’.
Así, vemos que ya nos viene todo polarizado, y, generalmente, de forma confusa e incongruente, y, carente de coherencia y ética; a modo de ejemplo, el pasado día 3, nos enteramos que:
‘Ramón Tamames, dispuesto a encabezar la moción de censura de Vox
El líder de Voz, Santiago Abascal, ha ofrecido encabezar la moción de censura anunciada por su grupo al economista y ex dirigente del Partido Comunista de España (PCE), Ramón Tamames, de 89 años. Lo ha confirmado este último en declaraciones a la agencia Europa Press, a la que ha dicho que aún no ha aceptado la oferta y que será la próxima semana cuando anuncie su decisión, después de la reunión que tiene previsto mantener el martes con Santiago Abascal y otros dirigentes de Vox.
Tamames sí admite que se inclina por aceptar la oferta, que asegura supone un halago para él y añade que, si la rechazara, tendría la sensación de no haber hecho todo lo posible por ayudar a su país.
(…) Aunque asegura no compartir muchos de los postulados de Vox, sostiene que se trata de un partido constitucional y que la ‘gravedad’ de la situación actual le empuja a dar este paso. En su opinión, el Gobierno de Pedro Sánchez ha pactado con partidos que ‘quieren romper España’ y acabar con la Monarquía; y también está en peligro, a su juicio, la separación de poderes, ya que el poder ejecutivo se ha apropiado del legislativo y ‘lo está haciendo con el judicial’. La reciente reforma del Código Penal es, en su opinión, ‘un traje a medida para unos señores que, según el tribunal Supremo, han cometido un delito’
(Miguel González, El País, 3 de febrero del 2023)
Está claro que todos evolucionamos, y otros involucionan, como Tamames, que ha ido dando tumbos ideológicos, desde hace muchas décadas, pues ya participó con el partido de Adolfo Suárez (CDS); es decir, que hace años que, a mi modo de ver, sus neuronas perdieron la brújula. Y, a estas alturas, sus ideas no me merecen ningún respeto, pues ha mostrado ser un oportunista.
Pero me sirve como ejemplo, para confirmar, por enésima vez, que contra Catalunya todo vale. Que combatir a los independentistas catalanes siempre tiene su fruto, como le dio, sin. ninguna duda, al citado Josep de Berthamon.
Por eso, me parece que no podemos obviar la división, más bien al contrario, debemos combatirla, aunque caigamos en uno de los defectos que evitaba Espinàs, es decir, convertir en espectáculo nuestros gestos.
Espinàs, por lo que ha comentado su editora mencionada, Isabel Martí, era contrario, incluso, a aplaudir a los diferentes ponentes de una convención, ya que, así, se evitaba el espectáculo de contrastar a quién se aplaudía más, como si el ‘aplausómetro’ respondiera a alguna coherencia. Espinàs, por lo visto, ridiculizaba a los que aplaudían en los funerales, para despedir al difunto. Lo encontraba un espectáculo banalizador.
Pero, sin buscar el espectáculo, me parece necesario combatir la confrontación, no evitarla; y buscarla, si es preciso. Si queremos la independencia, debemos buscar el embate. Sin, confrontación, nunca la conseguiremos.
No podemos ser reactivos, exclusivamente, pero, sin dejar de ser proactivos, no podemos ni debemos dejar ninguna ofensa sin respuesta (siempre pacífica, claro); y eso lo experimentamos a menudo en nuestra manifestación en la avenida Meridiana, pues pasan ‘españolistas’ que nos insultan, y más ayer, que el Real Madrid perdió y el Barcelona ganó (su simpleza les delata).