
Con la destreza política que lo caracteriza, el senador Enrique Vargas del Villar logró posicionarse como una de las voces más articuladas de la oposición al aprovechar el cambio de discurso del gobierno federal en materia de seguridad para dejar entre líneas una crítica contundente a la fallida estrategia de «abrazos, no balazos» impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su administración.
Durante la reunión entre el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, y la Comisión de Seguridad del Senado junto con la Junta de Coordinación Política, se presentó la nueva Estrategia Nacional de Seguridad, que fue aprobada con 105 votos a favor. Fue en ese contexto donde Vargas del Villar, senador por el PAN e integrante de la Jucopo, dejó claro que lo relevante no fue sólo la presentación técnica de la nueva estrategia, sino el reconocimiento implícito del fracaso del sexenio anterior en materia de seguridad.
“Lo más importante es que se está reconociendo que en el sexenio pasado fue el más fallido en el tema de seguridad”, afirmó el legislador en entrevista con Así las Cosas de Gabriela Warkentin. Sin decirlo de forma frontal, Enrique Vargas colocó sobre la mesa un hecho político de gran calado: por primera vez desde la oposición se logró que el gobierno, aunque indirectamente, aceptara que su política emblemática en seguridad había fracasado.
La crítica no fue incendiaria ni frontal, lo que le permitió tener resonancia y eco incluso entre senadores de Morena. Con habilidad, Vargas del Villar se alineó con la figura de García Harfuch, reconociendo avances en la estrategia de combate a los laboratorios clandestinos y en la disminución de la incidencia delictiva en ciertos estados. Sin embargo, lo hizo remarcando que esos avances llegaron una vez que se abandonó el paradigma de “no confrontar al crimen organizado”.
“La estrategia de abrazos y no balazos no funcionó, porque nos está llevando a donde estamos hoy, en los números del sexenio más sangriento que fue el pasado”, recalcó. En un movimiento estratégico, el panista convirtió un respaldo a la nueva estrategia en una crítica a la anterior sin necesidad de polarizar el discurso, dejando en claro que el PAN está dispuesto a apoyar medidas efectivas, siempre que representen un giro real en la política de seguridad.
La jugada de Vargas no sólo evidenció el cambio de timón del gobierno, sino que también puso en aprietos a Morena, que durante años defendió la política de no confrontación. Ahora, al respaldar una estrategia que sí busca combatir directamente a los grupos criminales, se acepta —aunque no se diga abiertamente— que los resultados anteriores fueron insostenibles.
Para cerrar, el senador enfatizó la urgencia de invertir en las policías estatales y municipales, remarcando que ni la Guardia Nacional ni la Marina pueden combatir solos al crimen. Se espera una próxima reunión entre la Comisión de Seguridad y el secretario García Harfuch para dar seguimiento a la estrategia y evaluar sus primeros resultados.
Con este posicionamiento, Enrique Vargas del Villar se consolida como una figura clave en la discusión de seguridad nacional, demostrando que, en política, también se puede ganar terreno con silencios bien calculados y mensajes entre líneas.