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Entre lo auténtico y lo manipulado

Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

En la era digital, los influencers, han revolucionado la forma en que
las marcas llegan a su audiencia, aprovechando su poder para dirigir
la atención y las decisiones de compra de su comunidad que puede ser
de miles y hasta millones de seguidores. Sin embargo, en este mundo de
recomendaciones y promociones, la línea entre lo auténtico y lo
manipulado se ha vuelto difusa. Por eso, en México hemos seguido los
pasos de países como Estados Unidos y Francia, lanzando lineamientos
que regulen la publicidad hecha por este tipo de personajes, y es que,
como lo prometió hace algunas semanas la Procuraduría Federal del
Consumidor (PROFECO) el 21 de agosto publicó la “Guía de publicidad
para influencers” en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

Esta Guía, busca establecer un marco claro para la publicidad realizada por estas figuras. Vamos, su objetivo es evitar que la audiencia digital sea engañada sobre la naturaleza real de la promoción de un producto o servicio, pues entre otras reglas pide que los influenciadores digitales adviertan de manera clara y constante cuando un posteo es publicidad pagada por parte de una marca. Si bien las marcas deben buscar posicionar su imagen de manera positiva, acercándose a aquellos personajes que mejor reflejen sus valores, que hablen en un idioma atractivo para sus audiencias y que
además cumplan con un cúmulo de características que hagan que tanto la imagen de la marca como la imagen del influenciador embonen adecuadamente, ahora también deberán atender los lineamientos de la PROFECO; y a pesar de lo que muchos dicen, esto no viene a limitarlos, al final, son medidas que se debieron tomar hace tiempo para proteger a la audiencia digital.

Esta Guía, además de buscar, evitar que se emita publicidad que engañe a la comunidad digital sobre determinado producto o servicio, al mismo tiempo y tal vez no de manera intencionada, también está cuidando la imagen tanto de la marca como del influenciador, ya que de ser puestos en evidencia en una mentira sobre las cualidades del producto o servicio que están promocionando, corren el riesgo de perder la confianza de su audiencia, su credibilidad y por ende uno de sus activos más importantes: su reputación. Por eso, por ejemplo, la guía orienta a los influenciadores a que procuren que sus opiniones se limiten a sus experiencias sobre el bien, producto o servicio, lo que ciertamente hará más real y auténtico el contenido, y será mucho más confiable.

Al final, debemos recordar que los influencers son extensiones de la imagen del producto, bien o servicio que promocionan, y por ende la imagen-credibilidad, confianza, reputación y más- del influencer es una herramienta, que bien utilizada, propiciará las intenciones de compra que buscan las marcas sin importar el tamaño de las mismas.
Ciertamente estos lineamientos pueden plantear desafíos y preocupaciones, pero también brindan una oportunidad para elevar los estándares y garantizar que la relación entre marca, influencer y audiencia sea auténtica y confiable; pues debemos reconocer que el uso de los influenciadores digitales es una tendencia que llegó para quedarse, y estas regulaciones pueden servir como un paso importante hacia un ecosistema digital más confiable para todos los que navegamos en él.

Te invitamos a conocer el podcast de Imagogenia para escuchar las opiniones