En mi escrito del pasado 16 de diciembre, titulado ‘Falsas interpretaciones en tiempos convulsos’, señalé:
‘El globo sonda de Pere Aragonès (ERC), sobre un futuro y posible referéndum a la ‘montenegrina’ (50 % de participación y 55 % de voto afirmativo), (…) diciendo que, si es preciso, modificar la constitución, trabajaremos para modificarla.
¿Con qué fuerzas cuenta Aragonès?, si ahora ya ha aprobado los presupuestos del 2023 de Sánchez.
Y un referéndum según las condiciones de la UE para Montenegro (2006), que la UE quería impedir, según explicó Vicent Partal en su editorial de Vilaweb (del 14 pasado), no lo aceptó ni el propio primer ministro de ese país, Milo Dukanovic, pues se comprometió a proclamar la independencia si se superaba el 50 %, argumentando que era ‘un precedente peligroso para la democracia europea (…) la decisión pertenece a la mayoría y no a la minoría y por eso, la fórmula que propone la UE contiene un virus muy peligroso para la estabilidad social, cuando se haya de aplicar el resultado’
Afortunadamente, por dos mil votos, el voto afirmativo sobrepasó el 55 %.
Partal se pregunta ‘¿Cómo es posible, entonces, que ERC haya llegado al despropósito de presentar como un ejemplo positivo estas mismas condiciones que los independentistas montenegrinos rechazaban, que consideraban un peligro para la democracia y que no pensaban cumplir? es una cosa inexplicable. O no’.
También es preciso recordar que:
‘El resultado final del referéndum de Montenegro desvaneció los temores de caer en lo que entonces se llamó la ‘zona gris’, es decir, un triunfo del ‘sí’ pero con una franja de apoyo de entre el 50 y el 55%, que legitimaría la independencia, pero no haría posible su reconocimiento internacional’
(Marc Font, 17 de diciembre del 2022, El Público)
Pues bien, en el 29 congreso nacional de ERC realizado este fin de semana, esta ponencia política fue aprobada a la búlgara, con un 97% de los votos; 632 votos a favor, 14 en blanco y 7 en contra.
Es una vergüenza que ERC quiera menospreciar el voto independentista, que valore más el voto españolista, pues, según esa estrategia del 55%, nuestro voto, ineludiblemente, valdría menos, pues el 45,01% de votos unionistas valdría más que el 54,99% independentista. Además, con el horizonte del 50% de participación, los españolistas, absteniéndose, nos anularían totalmente. Estas rigideces son una muestra de antidemocracia.
Sabemos que la UE lo exigió a Montenegro, pensando que no ganaría el independentismo, con esas trabas. Igual que Canadá, con la ley de transparencia, para matar el independentismo quebequés.
Y aceptar, de partida (y también de final) esas cortapisas, esos topes mínimos, impuestos por políticos burocratizados, disfrutando de su confort y prebendas, que se limitan a pedir diálogo y respeto a las normas internas de cada estado, no es más que pura desfachatez, propia del club de mercaderes que es la UE. Por eso, de cada vez tengo más claro que preferiría una Catalunya ajena a la actual UE.
Asimismo, curiosamente, la exigencia del PSC/PSOE de aceptar el cuarto cinturón, aprobada por Aragonès, pero que desde el territorio se opondrán, es un nuevo ejercicio de filibusterismo, como lo fue participar en la recepción de la cumbre hispano – francesa, y, simultáneamente, participar en la manifestación; son muestras de querer estar en misa y repicando a la vez, a la que nos quiere acostumbrar ERC, tratando a la ciudadanía como incultos infantilizados y acríticos.
Josep Lluís Alay, jefe de la oficina de Carles Puigdemont, en su twitter señaló ayer que:
‘Con estas renuncias no se conseguirá una Catalunya independiente (…) sólo desde el desconocimiento de la historia de Europa o desde un gran complejo de inferioridad respecto al ocupante, se puede mantener la ‘vía Montenegro’ como punto de partida’, así mismo, acusó al partido republicano de no querer realmente la independencia y avisó ‘ya está bien de enredar a la gente’.
Oriol Junqueras, en el citado congreso, señaló que:
‘No sabemos ver otros caminos, y no sabemos entender que nadie nos esté explicando una alternativa (…) así que señalaba esta posibilidad como una oportunidad para reconstruir mayorías democráticas comprometidas con los valores republicanos y la independencia’.
Esa es su democracia, o aceptas mi hoja de ruta, o no estás comprometido con los valores republicanos e independentistas. O pasas por su tubo, o no eres nada. Quieren aplicar la misma estrategia que les aplica el PSC/PSOE en la negociación / imposición de los presupuestos.
Y si no saben ver otros caminos, que dimitan, y dejen paso a nuevos liderazgos; y, claro, que los congresos y los partidos se abran y se democraticen, abandonando las homogeneidades artificiosas.
ERC ya nos ha mostrado sus ínfimas dotes negociadoras con el gobierno de Madrid y con la oposición de aquí PSC/PSOE, y con sus ex aliados de Junts y la Cup; y también nos ha mostrado su mínima democracia, pues en cualquier país europeo, un gobierno, al perder los apoyos de investidura, presenta, automáticamente, una moción de confianza o convoca a nuevas elecciones. Pero ERC no hace ni una cosa ni otra, se ha encastillado en sus poltronas, y nos quiere imponer su tesis de que ellos son irreemplazables pensando en el bien del país. Pere Aragonés lo dijo muy claro ayer: ‘No dejemos que otros se cuiden de nuestro problema, porque sabemos que probablemente continuará’. Y Marta Rovira, secretaria general de ERC dijo, telemáticamente que ‘los republicanos no abandonarán ninguna de sus responsabilidades, estaremos hasta el final, pase lo que pase’.
Esta mañana, en una entrevista radiofónica (RAC1), Marta Rovira me ha parecido una persona endiosada, viviendo en las nubes, hablando excátedra, incluso hablando de ella en tercera persona, que ya es el summum. Vaya diferencia con la Marta Rovira de cinco años atrás, que fue la que presionó a Carles Puigdemont, para que proclamase la DUI (declaración unilateral de independencia)
Sobre la portavoz de ese partido, la Marta Vilalta, mejor no perder el tiempo, pues es una mera ventrílocua, una marioneta, que tanto le da decir blanco y negro en una misma frase, y en la siguiente, rojo y verde, sin el menor pudor, consistencia, coherencia ni cultura.
Muchos estamos cansados de políticos prepotentes, de aquí y de Madrid.
Y, como muestra, Pedro Sánchez, que se considera el mayor estadista interestelar, como le confirman sus ‘subordinados’, ahora, tras varios meses de la aplicación del ‘Sólo sí es sí’, y ver que ya se han beneficiado más de 300 violadores, que han visto reducida su pena o han sido excarcelados, ahora ha decidido rectificar.
Una ley que fue aprobada con toda prisa, por ponerse una medalla Irene Montero, la ministra de igualdad, del grupo de Podemos; pero que, desde su promulgación, fue criticada por muchos juristas, entre ellos Joan Josep Queralt, que señaló la falta de un reglamento de transitoriedad, así como la explicitación, por parte de la fiscalía del estado, de la guía para su interpretación. Pero Podemos, desde el principio, se limitó a defender la perfección de su ley, y a atacar a los jueces por machistas.
Esta mañana, en la tertulia citada, Pablo Iglesias, ex viceprimer ministro en el gobierno de coalición, y ex líder de Podemos (además de pareja de Irene), ha defendido la ley, acríticamente, siguiendo el patrón crítico con el pensamiento ultraconservador de la mayoría de los jueces, que aprovechaban esta ocasión, para tumbar el ejecutivo.
Efectivamente, eso es así, pues está confirmado y contrastado el pensamiento franquista o neofranquista en muchos ámbitos, entre ellos el judicial; pero eso no obsta para hacer las cosas bien, documentándose pertinentemente y dejándose asesorar, no sólo por los pelotas y aduladores habituales.
Por todo eso, y por otras muchas más razones de peso, estamos cansados de todos esos personajes, o, mejor dicho, personajillos, que no paran de hacer el ridículo, por no aceptar y asumir sus propios errores; y su estrategia es poner el ventilador en marcha, para pasar el muerto a todos.
En esa línea ridícula, en el mencionado congreso, Pere Aragonès no dejó de hacer referencia a las dificultades a las que tubo que hacer frente el president Francesc Macià (1859 -1933), 122 president de la Generalitat: ‘En los años 30 recuperamos unas instituciones, y hoy haremos que una ciudadanía apoderada pueda decidir sobre la independencia, mediante un referéndum de autodeterminación pactado con el gobierno central (…) el estado español no puede tratarnos como a menores de edad, hemos de decidir entre todos cuándo y cómo volveremos a votar’.
A mi modo de ver, la referencia a Macià, para, implícitamente declararse heredero, es un insulto a Macià, pues nunca hubiera aprobado el actual giro efectuado por ERC (aunque es difícil hacer prospectiva ucrónica); por lo tanto, hubiera sido más ajustado que hubiese hecho referencia al president Lluís Companys (1882 – 1940), 123 president de la Generalitat, que tenía un pensamiento político centrado en el catalanismo y en el republicanismo español, no en vano en 1931 fue elegido diputado a las cortes constituyentes de la Segunda República, y ministro de marina en el gobierno de Azaña, a petición de Macià.
Macià también había sido diputado, primero como representante de Solidaritat Catalana, y después de Estat Català, de programa nítidamente separatista.
Macià y Companys representaban las dos almas de ERC; el primero simbolizaba el nacionalismo radical, el segundo, el republicanismo de base federal vinculado a la tradición republicana española. Los críticos llamaban a Companys por el mote ‘el pajaritu’, por sus veleidades españolistas. Pero no debemos olvidar que pese a las críticas que se les pueden hacer a todos los políticos, Companys fue detenido por la Gestapo, a petición de Franco, y fusilado por ser el president de la Generalitat, muriendo, por lo tanto, como un mártir por nuestro país.
Todos sabemos que no hay nada fácil, que nadie regala nada desinteresadamente y en el mundo de la política profesionalizada, como desgraciadamente lo está, nadie arriesga su propia carrera personal, su modo de vida y su estatus; y las estrategias que siguen todos, es la de enfrentarse a los partidos adversarios, ya que, de ese modo se cohesionan ellos mismos.
Y claro, si tuviéramos verdaderos estadistas, con visión de país, con las luces largas puestas, que tuvieran ideas, proyectos y estrategias, todo sería diferente. No es que defienda los liderazgos mesiánicos, pues creo que son la antítesis de la democracia.
Pero también tengo claro que lo más negativo es tener pseudo-líderes que se crean tocados por la varita de la fortuna histórica, de su destino (Marta Rovira ha repetido varias veces que ha sacrificado su vida por defender que los catalanes pudiéramos votar y que lo repetiría todas las veces que fuera posible; y eso es una muestra de una petulancia extrema. Ella se exilió a Suiza, y eso es doloroso, pero no sacrificó su vida, como sí que hizo Companys, por seguir con el ejemplo anterior).
Por todo eso, sólo nos queda una alternativa, que experimentamos hasta el 2017, es decir, una población de base motivada, incentivada, viva, que generaba el impulso y la exigencia de los políticos en curso. Sólo así, los independentistas de base, movilizándonos de forma exigente, conseguiremos que los partidos y las organizaciones sociales independentistas, se pongan las pilas y actúen en consecuencia.
En caso contrario, nos encontraremos anestesiados, entre una vía muerta (el diálogo con el estado) y una ‘no vía’, como es la ‘confrontación’ que propugnan Junts y la Cup, sin hacer nada al respecto.
De todos modos, ya nos faltan escasas horas, pues mañana, día 31 de enero, a las 9.30 h conoceremos el veredicto del TJUE sobre las prejudiciales solicitadas por el juez instructor Pablo Llarena. Y, en función de ese fallo, podremos tener un subidón de moral, que nos dé alas para relanzar nuestro movimiento independentista; o, en caso contrario, enterrarlo para que otra generación sea más responsable y efectista.
También cabe que el veredicto dé una de cal y otra de arena, que no acabe de gustar ni disgustar a nadie, y que todos puedan / podamos cantar victoria. Y eso sería penoso.
Ya nos queda poco para salir de dudas. Y sea cual sea el veredicto, con toda seguridad pasaremos a otro estadio del conflicto, en el que las pequeñas trifulcas actuales deberían quedar olvidadas, en pro de la unión de las bases, y, si es preciso, olvidando / aparcando a los actuales dirigentes de los partidos.