Ayer, 29 de julio, la ejecutiva de ERC, después de una reunión maratoniana, avaló el preacuerdo con el PSC/PSOE (que hoy se ha hecho público), y que deberán aprobar los 8.500 afiliados republicanos el próximo viernes. A continuación, traslado mis impresiones.
En primer lugar, es preciso clarificar que la portavoz de ERC, Raquel Sans, se limitó a esbozar las grandes líneas del preacuerdo, sin especificar detalles; y, lo que es más importante, sin mostrar ningún documento firmado por el PSC, ni por el PSOE. Hoy se han publicado las 25 páginas del mencionado preacuerdo.
Sans indicó que estos días informarían con detalle a los militantes, para que el viernes 2 puedan votar democráticamente el acuerdo, que bautizó, repetidamente, de gran acuerdo histórico.
Efectivamente, la música que expuso, se basó sobre recaudar la totalidad de los impuestos, un acuerdo que si bien no es el ‘concierto económico vasco o navarro’, ni un ‘concierto singular’ (que levantaba tantos recelos), será un ‘concierto económico solidario’; y eso comportará salir del régimen común, por lo que se deberán modificar las leyes perceptivas, especialmente, la Lofca (ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas), para posibilitar la creación de una hacienda catalana e implementar, en su justa medida, la agencia tributaria catalana, para que pueda recaudar y gestionar la declaración de renta del 2026, básicamente el IRPF (impuesto de las rentas de las personas físicas) del 2025.
A preguntas de la prensa, sobre el porcentaje que representará esa ‘solidaridad’, la portavoz dijo que en su momento se negociaría; así como el porcentaje por los servicios prestados por el estado (el equivalente al cupo vasco), y está claro que lo que se podría ganar con el preacuerdo, se podría perder mediante unos porcentajes de cupo y de solidaridad desproporcionados. Tampoco contestó sobre la posible oposición de los funcionarios de hacienda para pasar a conformar y depender de la nueva hacienda catalana y de la ampliación de la actual agencia tributaria catalana; y hoy ya han avanzado que eso ‘sería una auténtica barbaridad’. El documento facilitado tampoco aclara estos temas.
Como es lógico, el PP, y algunos barones del PSOE, como Emiliano García Page, presidente de la comunidad de Castilla – La Mancha, y Javier Lambán, expresidente de la comunidad aragonesa, ya salieron para criticar ese preacuerdo, diciendo que era un ataque a la igualdad de todos los españoles (reconociendo, implícitamente, que la aportación catalana es fundamental); y los gobiernos valenciano y aragonés, ya han anunciado que llevarán ese acuerdo al tribunal constitucional; un tribunal que, como sabemos, cercenó nuestro estatut del 2006, aprobado por la ciudadanía catalana, el congreso y el senado y debidamente sancionado por el rey.
La portavoz de ERC se ufanaba que una vez modificada la Lofca, quedaría blindada ante posibles futuros cambios de gobierno, incluso si ganase el PP, y puso el ejemplo del concierto vasco. Un comentario infantil, ya que los conciertos vasco y navarro se citan en la constitución; mientras que todo lo que se modifique con leyes de rango menor, se podrá revertir, con nuevos acuerdos mayoritarios.
En ERC se están efectuando presiones para que el sector partidario de Oriol Junqueras se defina apoyando ese preacuerdo; pero, de momento, mantiene su silencio.
Y algunos militantes de ERC están manifestando su desacuerdo, por las redes sociales, con el hashtag ‘noambelmeuvot’ (no con mi voto)
También es muy sintomático el silencio impuesto por el PSC/PSOE, que, según dicen, no romperán, hasta después de la votación de los afiliados de ERC.
Pero, claro, esto nos deja con un documento y unas declaraciones de ERC, sin ninguna firma, ni ningún documento del PSC/PSOE que avale esa ‘lectura’ del preacuerdo.
Y claro, queda en el aire la implementación efectiva de esos acuerdos, ya que, en realidad, dependerá del acuerdo entre Pedro Sánchez en el gobierno de Madrid y Salvador Illa, en el de Catalunya. Y, evidentemente, las decisiones tomadas en la metrópoli, no las discutirá el cipayo de la colonia.
Todo ello me lleva a confirmar que este preacuerdo, acabará resultando a coste cero a Pedro Sánchez, pues, de entrada, le da un margen de dos años, para ir gestionando su implementación y reformas legales. Y, con ese margen, Sánchez ya se ve agotando la legislatura, salvo que Junts le impida aprobar los presupuestos generales, por lo que debería prorrogarlos nuevamente, o convocar elecciones anticipadas, con lo que se modificarían las mayorías en el congreso de los diputados, y el preacuerdo podría quedar en el limbo.
No pretendo desviarme del eje de mi crítica, y, entrar en los detalles del preacuerdo, me aleja de ella, por lo que quiero evitarlo.
Como sabe el paciente lector, la tesis de mi crítica está en la investidura de un represor, como Salvador Illa.
Y, como he señalado repetidamente, NO HAY, NI DEBERÍA HABER, CONTRAPARTIDAS ECONÓMICAS QUE COMPENSASEN INVESTIR A UN REPRESOR QUE APOYÓ Y AVALÓ LA APLICACIÓN DEL 155, PUES, LOS PRINCIPIOS Y LA DIGNIDAD, NO SE COMPRAN NI SE VENDEN.
Por todo eso, me parece, mejor dicho, estoy convencido, de que la actuación de la dirección de ERC está en línea con la ‘BANALIDAD DEL MAL’, señalado por la filósofa alemana Hannah (Johanna) Arendt (1906 – 1975), para describir cómo un sistema de poder político puede trivializar determinadas acciones, amparados en un procedimiento burocrático ejecutado por funcionarios incapaces de pensar en las consecuencias éticas y morales de sus actos.
Y en estas estamos, pues ‘obviar’ que, con esas teóricas medidas positivas, se estará invistiendo y blanqueando a un represor, y a la represión que sigue existiendo contra muchos independentistas, por la mala praxis del poder judicial, como sabemos. Mala praxis que coincidirá, temporalmente, con la encarcelación del president legítimo Carles Puigdemont.
Arendt señaló que ‘algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen, sin reflexionar sobre sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, solo por el cumplimiento de las órdenes’; y me parece que, salvando las enormes distancias (*), Marta Rovira, y todo su equipo, precisamente, actúan así, pensando, prioritariamente, en el beneficio de su partido de ERC, que, a todas luces, no está en condiciones para afrontar nuevas elecciones.
(*) Arendt profundizó en esa banalidad del mal, en su obra ‘Eichmann en Jerusalén’, publicada en 1963; por eso he señalado ‘salvando las enormes distancias’, pero, estoy convencido que esas teorías morales y éticas, se pueden generalizar.
Según el diccionario de la RAE, ‘una vida banal (trivial, común, insustancial) se da cuando un ser humano no tiene ideas profundas, y no da valor a los sentimientos, y que prefiere siempre las cosas superfluas, que se deja llevar solo por las apariencias de las cosas y nada más’.
Y estoy convencido de que, con ese preacuerdo, se está priorizando lo superfluo, a las insignificantes apariencias (máxime cuando son compromisos que el incumplidor mayor del reino no cumplirá), frente a los aspectos trascendentes, los sentimientos del colectivo de los independentistas, y, lo que es más grave, contra la ética y la dignidad, es decir, contra los principios más fundamentales.
Arendt apuntó que:
‘la ‘banalidad del mal’ es un tipo de mal, basado en la falta de reflexión crítica; y este tipo de mal, contrasta con. el ‘mal radical’ defendido por Kant, ya que el mal teorizado por Arendt es un mal extremo (banal) que se caracteriza por unas motivaciones que no son racionalizables porque no hay motivos malignos específicos, sino superficiales en la argumentación del agente maligno. La complicidad de personas ordinarias y la existencia de este mal banal permite que se cometan atrocidades que, de otra manera, no serían posibles, si solo las impulsaran las personas que las quieren llevar a término (…)’
(Wikipedia)
Siguiendo con esa lógica, el ‘mal radical’ podríamos responsabilizarlo al estado español, y a sus diferentes brazos y poderes ejecutores, desde 1714, caracterizados por sus injustas medidas, su vileza, crueldad, inmoralidad e iniquidad.
Y claro, Pedro Sánchez, con su macrovisión española, representa esa falta de bondad, por lo que sus decisiones y acciones acaban distanciándose del lícito y honesto, perpetuando la desgracia y calamidades de los catalanes, comportando un sufrimiento moral y psíquico. Y eso no deja de ser una pura y dura perversidad.
En definitiva, a mi modo de ver, toda acción o decisión que nos aparte del núcleo duro de la ética, los principios, la dignidad, etc., es decir, de las cosas trascendentes, significativas y profundas; y nos lo disimulen con la consecución del ‘séptimo cielo’, es decir, con el summum de la consecución de todos los deseos y alegrías, no deja de ser un ejercicio de mal banal.
Vicent Partal, en su editorial de Vilaweb del pasado 28, apuntó:
‘No hay ninguna constancia escrita, pero todos atribuyen al canciller Otto von Bismarck aquella famosa frase según la cual: ‘hay dos cosas que no quieres saber cómo se hacen, y son las salchichas y los pactos políticos’’.
A mi modo de ver, Otto Eduardo Leopoldo Bismarck-Schönhausen (1815 – 1898), tenía razón respecto a las salchichas, pero con relación a los pactos políticos, los demócratas exigimos la máxima transparencia, pues, todo lo que no se puede explicar y no se explica, con gran seguridad, no cumple los mínimos éticos y morales exigibles. Por eso queremos saber, exactamente, qué otras cosas pueden haber tras ese preacuerdo, como parece que las hubieron para conseguir los indultos; y muchos nos tememos que la desmovilización de las bases fue el contra-precio pagado en ese momento.