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¿Es posible re-ilusionarse a pesar de la entropía?

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

La entropía, como medida del desorden de un sistema, podemos observarla en todos los ámbitos, y nos plantea preguntas sobre el orden y el caos; y, si nos centramos en el sistema político, y en concreto, en el catalán, constatamos que el desorden, la entropía, es mayor. Y ante esta realidad, ¿podemos volver a ilusionarnos, a re-ilusionarnos, para contrarrestarla con la neguentropía, que es el proceso inverso de la entropía? Personalmente, yo lo veo muy difícil, pero esa es mi percepción particular, y espero que no sea general, como intento explicar en este escrito.

Jordi Barbeta, en su artículo de ayer, titulado: ‘Si escribo de política catalana, no lo leerá nadie’, comentó que considera que:

‘(…) hay un problema más de tipo psicológico, como si la gente hubiera perdido la fe. No solo por la escasa emoción del actual ejecutivo, sino, también, por la sensación de derrota colectiva heredada por el ‘procés’ (…) y es comprensible que la política no solo no entusiasme, sino que resulte hasta amargante. Y un factor que alimenta el desengaño político es el partidismo (…) por lo que, superar la sensación de derrota política, es tanto o más necesario, seguramente difícil, sobre todo para un gobierno que quiere ser de todos, pero que es fruto de la derrota de medio país y pretende ‘girar página’ como si no hubiera pasado nada (…)’

(‘elnacional.cat’, 11 de mayo 2025)

Efectivamente, muchos independentistas han perdido la ilusión que teníamos hasta el 2017, y se han instalado en el desinterés, pues ya no sienten satisfacción por actuaciones precedentes, seguramente, por diversas causas: la derrota sufrida, la represión, el desengaño con los partidos y los líderes, etc.

Y ese fenómeno comporta, o puede comportar, diferentes conductas: dificultad tanto para expresar emociones como para relacionarse, tener pensamientos negativos que conducen a procrastinar (dejar las cosas para otro momento). Y esas conductas pueden reflejar problemas varios, como: la anhedonia (incapacidad para sentir placer), apatía (indiferencia), no vivir el presente, baja autoestima, hábitos insalubles, falta de gestión emocional, etc.

Asimismo, otras estrategias, a modo de mecanismo de defensa (inconsciente, por definición), pueden ser la sustitución, la traslación de los intereses e ilusiones hacia otros aspectos. Y estas semanas tenemos un claro ejemplo con el fútbol.

Es verdad que el F. C. Barcelona (masculino y femenino) nos están ofreciendo un juego brillante, ilusionante, gracias a unos equipos de jóvenes desacomplejados, que no tienen el peso de las derrotas históricas; y que no temen a los contrarios (ni al Real Madrid) ni a la mala gestión de los árbitros, pues tienen una gran confianza en ellos mismos, en su equipo y en su entrenador.

Ahora bien, en gran parte, los independentistas, inconscientemente, han adoptado diferentes mecanismos de defensa, como estrategias, pudiendo ser: la regresión, la represión, la proyección, la introyección, la transformación en lo contrario (formación reactiva), etc.

Ya sé que no es muy ortodoxa ni académica, la utilización asilvestrada de estos términos, pues, por ejemplo, la proyección, pues, Sigmund Freud (1856 – 1939) la concibió como un:

‘(…) medio de defensa originario frente a las excitaciones internas que por su intensidad se convierten en excesivamente displacenteras: el sujeto las proyecta al exterior, lo que le permite huir y protegerse de ellas. Existe una tendencia a tratarlas como si no actuaran desde el interior, sino desde el exterior, para poder utilizar contra ellas el medio de defensa representado por el protector contra las excitaciones. Tal es el origen de la proyección, que tiene, como beneficio, la contrapartida, que el sujeto se ve obligado a conceder pleno crédito a lo que, en lo sucesivo, queda sometido a las categorías de lo real’.

(J. Laplanche y J.B. Pontalis, ‘Diccionario de psicoanálisis’, edit. Labor, Barcelona, 1968)

pero, popularmente, el término de la proyección es adoptado con un sentido mucho más amplio. Y, volviendo al fútbol, los que somos más mayores recordamos que en plena represión franquista, el Barça era considerado (y sigue siéndolo) ‘més que un club’, pues, prácticamente fue el único canalizador y embajador del catalanismo, de los derechos y de las libertades democráticas. Y por eso, los poderes del estado siempre han intentado anularlo, castigarlo.

Así, el lema del Barça es:

‘Somos más que un equipo de grandes estrellas, somos más que un campo lleno de sueños, somos más que los goles que hemos marcado y más que los títulos que hemos ganado a lo largo de nuestra historia (…) cuando jugamos queremos ganar, pero sobre todo queremos jugar sin renunciar a nuestro estilo de juego propio (…)’

La frase ‘més que un club’ la utilizó por primera vez el presidente del club, Narcís de Carreras, el 17 de enero de 1968, en su discurso de toma de posesión, realizado en el salón de actos del Foment del Treball, en la Vía Laietana. La frase exacta fue: ‘El Barcelona es algo más que un club de fútbol’; pero estuvo siempre en la ideología y en el día a día del club, que, en su web, explica el sentido de esa frase:

‘Quiere expresar el compromiso de que el FC Barcelona ha mantenido y mantiene con la sociedad más allá de su estricta actividad deportiva. Durante muchos años, este compromiso se refería específicamente a la sociedad catalana, que ha vivido durante muchas décadas del siglo XX bajo dictaduras que perseguían su lengua y su cultura. Ante estas circunstancias, el Barça estuvo siempre con los sentimientos catalanistas, de defensa de la lengua y la cultura propia, y de la democracia. Por ello, aunque el catalán no era lengua oficial, en 1921 el club ya redactó sus estatutos en la lengua propia de Catalunya. También en aquella época, en 1918, el club se adhirió a la petición de un estatuto de autonomía para Catalunya, que reivindicaban todos los sectores del movimiento catalanista (…)’. 

Ahora bien, me parece que no podemos limitarnos a seguir con esa estrategia, por más que ahora, nuestros equipos nos ilusionen. Debemos racionalizar adecuadamente la situación, el problema. Y no dejarnos confundir, pues, en este momento entrópico, de desorden generalizado, eso es lo que desea el estado español, es decir, tenernos anestesiados con la versión actualizada del ‘pan y circo’.

Sobre el particular, me parece interesante reproducir los siguientes fragmentos:

‘Los árboles echan las raíces necesarias para afrontar la fuerza de los vientos. En los lugares donde son más fuertes los vientos, los árboles echan raíces más profundas. Cuando un árbol crece apoyado en una pared, no echa raíces profundas, porque no las necesita, debido a que la pared lo sustenta y lo protege, pero, cuando crezca, no tendrá raíces que soporten la fuerza del viento y será derribado. De forma similar, un hijo consentido que no adquiere experiencia por cuenta propia, está condenado al fracaso.

(…)

Hay árboles cuyas raíces están más fortalecidas porque han crecido en un ambiente suficientemente sano y amoroso, donde el amor no ha sido condicional, y cuyos cuidadores primarios han sido un espejo suficientemente claro que ha podido dar espacio y reflejar sus emociones con el menor de los juicios posibles. Y otras personas cuyas raíces están un poco más frágiles, porque no han recibido esa misma validación ni ‘base segura’ de su crianza (…)’

(https://marianaplatapsy.ghost.io

Por todo lo expuesto, estoy convencido de que debemos superar el duelo por la derrota y la represión, y echar raíces profundas, para, en lo sucesivo, poder resistir los temporales que nos vendrán. Debemos variar nuestras rutinas, fomentar el diálogo y colaboración con personas afines y, así, mejorar nuestra autoestima. Y, también podrá ser útil, pensar en la siguiente frase anónima, para no repetir nuestros errores: ‘Vivir en la ilusión de poder recuperar el pasado es una bonita forma de perder el futuro’.

Debemos ser más propositivos, y pensar que: ‘Cuando estés a punto de perder la ilusión, recuerda por qué empezaste’

Esta mañana, en el barrio de Gràcia (Barcelona) he visto un grafiti (que he fotografiado) que dice: ‘Si el mundo no tiene ningún sentido, ¿quién nos impide inventar uno?

Y ese sentido lo tenemos claro: la República Catalana, y eso ya es mucho, ahora nos falta recuperar fuerzas para contrarrestar y vencer el desorden, el caos que nos comporta la entropía (española y, en gran parte, también catalana), es decir, debemos fortalecer la neguentropía y regular las energías al respecto, para canalizarlas de mejor forma, más operativa y eficaz, la próxima vez