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¿Es separatismo o supervivencia de las naciones históricas del Estado Español?

El Reino de España ha mejorado recientemente su imagen ante la UE al liberar a los presos políticos catalanes responsables del referéndum de independencia de 2017. Pero en el fondo es una absoluta hipocresía, ya que el movimiento independentista de base sigue sufriendo la represión del ultranacionalismo español. España ataca ahora a objetivos republicanos, minorías y raperos, como Hasel y Valtronyc, procesados por injurias a la corona española por decir lo que es de dominio público: que ¡l’exrey Juan Carlos es un ladrón!

Un telediario francés tituló de forma tendenciosa «salida de los separatistas». Este término «separatista» se connota en Francia como violento, ilegítimo e insolidario, y no como un movimiento independentista fruto del instinto de supervivencia ante la represión. Los europeos, con una visión folclórica de España basada en un imaginario castellano-andaluz (los toros, el flamenco y la bailarina de la televisión), tienen una profunda incomprensión de España que, como Francia antes de la unificación jacobina, a veces violenta y a veces vejatoria, ¡es un conglomerado de pueblos distintos! Existe un conflicto sobre el futuro de una entidad plurinacional formada por naciones establecidas de este a oeste: los Países Catalanes, Navarra, Euskadi, Castilla y las regiones periféricas absorbidas, Asturias/León y Galicia (de la que Portugal es la extensión histórica).

Ante este dilema, la visión jacobina, más bien castellana, defiende la estandarización forzosa a través del idioma español (en realidad se trata del idioma castellano) aunque suponga hacer desaparecer otras culturas y lenguas.

Por eso, catalanes, vascos, gallegos y asturianos defienden su identidad (e incluso rechazan símbolos como la tauromaquia y la monarquía). En el pasado, a veces aceptaron ser españoles sin aceptar nunca ser castellanos. La llegada de la izquierda republicana, en particular de Podemos (que defendía la plurinacionalidad), suscitó la esperanza de una solución inclusiva. Pero eso no ha sucedido, sinó todo lo contrario y se ha acentuado la división entre ¡españoles completos e incompletos! Recientemente, Podemos hasta ha defendido la exclusión del balear del grupo lingüístico catalán (lo cual es absurdo salvo que sea por una motivación política). Y también hemos visto los incidentes en Toxa (donde los gallegos que reclamaban el respeto a sus topónimos fueron reprimidos por la Guardia Civil). Este tipo de hechos demuestran que la guerra civil en el Reino postfranquista no ha terminado.

Negar esto, desde Europa, es acentuar la división histórica de un Estado construido sobre el genocidio y sobre miles de fosas comunes (¡es el segundo país del mundo después de Camboya!). Si los métodos han cambiado y se abre camino a la democracia, catalanes, vascos y gallegos tienen un derecho legítimo a la supervivencia como pueblos. Si esa salida democrática se niega, ¡no podemos condenar el deseo de independencia de las minorías que sufren la desigualdad de la ciudadanía!

Tiago Douwens Prats