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Escrito de un ‘terrorista’ catalán

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Tal como comenté en mi último escrito, pensaba aprovechar estos días de vacaciones para desconectar y descansar un poco, pero hay ocasiones que no permiten este descanso, y que no podemos dejar pasar por alto sin comentarlas.

Todos somos conscientes que es frecuente pervertir el lenguaje, alterando su verdadera naturaleza, adulterándolo, falsificándolo, deformándolo, transformándolo y corrompiéndolo, para conseguir intereses personales y partidistas, por ejemplo.

Un ejemplo lo tenemos con el término ‘terrorismo’ que, según el diccionario de la RAE, tiene los siguientes significados:

  • Dominación por el terror.
  • Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
  • Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.

Etimológicamente, el término de terrorismo:

‘Se refiere a la ejecución de actos intencionados de violencia con el propósito de dañar o matar personas, sembrando el pánico, con fines intimidatorios y de coerción, especialmente hacia ciertos sistemas políticos.

Se formó del término ‘terreur’, sentir un miedo intenso, del latín ‘terror’, temblor.

Maximiliano Robespierre (1758 – 1794) lideró el período revolucionario francés (1789 – 1799) esa política de terror, guillotinando a miles de personas, entre ellas, al rey Luis XVI (1754 – 1793), ejecutado en la Plaza de la República en 21 de enero de 1793.

En 1794, durante la Convención Nacional Francesa, dijo lo siguiente:

‘Si la base de un gobierno popular en tiempo de paz es la virtud, en tiempos revolucionarios son la virtud y el terror. El terror sin virtud es barbarie, y la virtud sin terror debe ser impotencia’.

(https://etimologías.dechile)

Es evidente que la incorrecta y abusiva utilización del lenguaje, por ejemplo, del término ‘terrorista’, busca configurar un imaginario colectivo basado en el engaño. Y esa es una muestra más de la amoralidad y falta de ética del estado español, como veremos en el siguiente artículo que reproduzco fragmentariamente:

‘Escándalo porque la fiscalía española califica el independentismo catalán de terrorismo.

El ministerio fiscal español incluye el independentismo catalán en el apartado de ‘terrorismo nacional’ en su memoria anual.

La fiscalía general española considera que el movimiento independentista catalán es terrorismo. Esto se desprende en su memoria anual que refleja la actividad del ministerio fiscal español, un documento extenso y público sobre la evolución de la criminalidad y las prevenciones de los delitos. En el documento, el movimiento independentista -según la fiscalía ‘Movimiento Violento Independentista Catalán’- es incluido en el apartado ‘terrorismo nacional’, en la misma sección en la que se trata ETA y el GRAPO.

(…) El órgano dice que el independentismo catalán ha hecho 54 acciones violentas y de sabotajes al estado español. En a lista incluye, entre potras cuestiones, la colocación de pancartas, cortes ferroviarios, manifestaciones ilegales, desordenes públicos e, incluso, daños a símbolos franquistas.

Relación de las 54 acciones violentas y de sabotaje en España:

  • 8 colocación de pancartas.
  • 2 cortes ferroviarios / carreteras.
  • 2 daños.
  • 1 daños a la bandera.
  • 1 daños en acto público.
  • 1 daños líneas ferroviarias.
  • 5 daños pirotécnicos.
  • 2 daños públicos / privados.
  • 7 daños símbolos franquistas.
  • 2 daños telecomunicaciones.
  • 1 desórdenes públicos.
  • 11 manifestación ilegal.
  • 1 quema de banderas.
  • 10 quema de símbolos.

El documento también analiza ‘el estado actual de la amenaza’. En este caso, apunta que el 2021, comparado con años anteriores, ha habido poca ‘actividad violenta’ por factores sociopolíticos. ‘La crisis sanitaria de la covid-19 ha causado el descenso en la presión y movilización del independentismo radical y violento catalán’.

La fiscalía recoge acciones que considera simbólicas, como los cortes diarios en la avenida Meridiana de Barcelona, y otras de reivindicativas, de frecuencia semanal, de cortes en unos cuantos puentes.

‘Aquello que en la etapa 2017 – 2019 constituyó una red genuina, coordinada y dinámica de ejercicio de la violencia callejera, mayoritariamente de baja intensidad, ha decaído al mismo ritmo que la militancia radical ha ido abandonando la acción directa’, considera la fiscalía’

(Pol Baraza Curtichs, Vilaweb, 6 de abril del 2023)

Ante ese informe, de entrada y de forma rápida, se me platean las siguientes observaciones:

  • Como señaló Pedro Sánchez con su expresión ‘¿De quién depende la fiscalía?’, queda claro que él no queda al margen de esa calificación y consideración que nos ocupa.
  • Que, comparativamente con otros países vecinos, como Francia, es evidente que el nivel de ‘tolerancia / consideración’ de las actuaciones, es diametralmente opuesta. ¿Qué diría la fiscalía si aquí en Catalunya nos manifestásemos como hacen los franceses? Con toda seguridad, como mínimo, ya nos habrían lanzado una bomba nuclear para eliminarnos.
  • El estado español no diferencia entre un acto de verdadero terrorismo, y una simple libertad de expresión y de manifestación, como es el corte de una calle o la quema de una bandera. Y esa falta de discriminación, esa voluntad de ponerlo todo dentro de un mismo saco, lógicamente, expresa un interés malintencionado, para desinformar a la población. Ya sabemos que ‘la fiscalía te lo afina’, como dijo el exministro de interior Jorge Fernández Díaz.
  • Que la fiscalía / estado no considere actos de violencia la actuación policial, no es nada nuevo; al fin y al cabo, ellos ostentan el poder legal de la violencia. Y que el poder judicial legalice, ampare y propicie esas actuaciones, denota que el problema es estructural, institucional, como observamos con la declaración del infausto borbón Felipe VI, con su ‘a por ellos’ del 3 de octubre del 2017, que nunca olvidaremos ni perdonaremos.
  • Que el narcisista y mentiroso Pedro Sánchez, con su gobierno más ‘ultra guay del Paraguay’, como lo autoconsidera, tenga entre sus miembros a ministros como Fernando Grande-Marlaska, ministro de interior, con un historial de 7 acusaciones y revocaciones judiciales europeas, por su falta de defensa de los acusados bajo su custodia, obviando las torturas que sufrieron; o, por ejemplo, la ministra de defensa, Margarita Robles, con sus antecedentes neofranquistas (el neo es por ser benevolente). O las actuaciones del propio Pedro Sánchez ante la primera ministra italiana Giorgia Meloni, comulgando con sus ideas de ultraderecha contra la inmigración, etc. (aunque después, aquí, Pedro Sánchez abomine de Vox; mostrando, por lo tanto, la falta de ideología de Sánchez, que sólo busca su mejor fotografía en todo momento)
  • El mantenimiento y la defensa de la comisaría de la `policía nacional de Vía Laietana 43, de Barcelona, un verdadero antro de terror y horror, que sigue en pleno funcionamiento, como vimos por el caso de la Xènia y otros inculpados en 2019, que también sufrieron todo tipo de humillaciones, desconsideración y malos tratos. En definitiva, una copia de la Lubyanka rusa, la anterior sede de la KGB. Es asqueroso y repugnante que, en épocas pretendidamente democráticas, se sigan manteniendo actuaciones propias de la Gestapo nazi.
  • Si los que nos manifestamos diariamente en la avenida Meridiana somos considerados terroristas, ¿qué calificativo deberíamos aplicar a los que ejercen el terrorismo de estado, ya sea con togas, con tricornios, con las prebendas políticas, mediáticas, económico-financieras, o con la corona borbónica? A mi modo de ver, el de ejecutores, de verdugos vengativos y sanguinarios.
  • Igualmente, los que nos ‘visitan’ en nuestras manifestaciones y nos insultan, o, como ayer mismo, nos agreden, no merecen mejor calificativo.

No quiero ni puedo extenderme, pero me parece que queda suficientemente claro que, con ese informe calumnioso de la fiscalía, realmente el estado español está haciendo un tipo de política basura, propia estercoleros como el que representa el reino español.

Yo soy uno de los manifestantes pacíficos de la avenida Meridiana, y, por lo tanto, un ‘terrorista’ según la fiscalía; y como mis compañeros, seguiremos haciendo de ‘mosca cojonera’ mal que les pese a los diferentes poderes del estado, desde la alcaldesa Ada Colau, al president de la Generalitat, Pere Aragonès, y a todas las esferas del estado español.