“Todos los expresidentes españoles vivos, exministros y exlíderes sindicales han enviado unas cartas de apoyo a Rodolfo Martín Villa, dirigidas a María Servini, titular del juzgado federal número 1 de Buenos Aires que lleva la causa contra los imputados por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura franquista, que ha citado a Rodolfo Martín Villa para un interrogatorio vía telemática, a la embajada argentina, hoy, 3/9”.
(Silvia Marimón Molas, Ara, 2/9)
Ya es una vergüenza que la ‘injusticia’ española no haya tenido interés en efectuar ese juicio, y que los familiares y asociaciones antifranquistas hayan tenido que recurrir a la justicia argentina. Y más vergüenza, todavía, que los poderes del estado hayan boicoteado todo lo posible las peticiones de la juez Servini. Y si todo esto es una vergüenza, ya no sé qué decir de la carta que han enviado muchas personalidades, en defensa del exministro franquista Martín Villa. Esto no tiene nombre, mejor dicho, sí que lo tiene, pero no sería publicable.
En este escrito me centraré en uno de los hechos que se le imputan a ese ‘personaje’, empezando con una explicación de los mismos, después reproduciré la letra de la canción que compuso el cantautor Lluís Llach, y, seguidamente me referiré a la carta en cuestión, con mis observaciones sobre todo esto.
“Masacre del 3 de marzo de 1976 en Vitoria (País Vasco)
En esta ciudad alavesa, durante la Transición española: en una jornada de huelga, la policía armada lanzó gases lacrimógenos para desalojar a los trabajadores reunidos en una asamblea en la Iglesia de San Francisco de Asíos, situada en el barrio obrero de Zaramaga, y disparó contra los que salían de la iglesia.
La actuación policial acabó con 5 trabajadores muertos y 150 heridos de bala. La misma policía calificó los hechos de ‘masacre’.
El origen inmediato de la huelga fue la obligada renovación del convenio colectivo de diversas empresas locales. Con la inflación desbocada, el gobierno había decretado la congelación salarial. Desde diciembre de 1975, representantes de diversas factorías, principalmente del sector del metal, habían formado una coordinadora para plantear una mesa reivindicativa común. De esa, salieron las peticiones posteriormente asumidas por la mayoría de las plantillas: aumento lineal del salario de 6000 pesetas, semana laboral de 40 horas, 30 días de vacaciones anuales, jubilación a los 60 años, y cobertura del 100% del salario en caso de accidentes o enfermedades.
Durante el m es de enero de 1976, unos 6000 trabajadores iniciaron una huelga en contra del decreto de los topes salariales y en defensa de mejores condiciones de trabajo. Dos meses después convocaron por tercera vez, una huelga general que fue seguida masivamente el día 3 de marzo.
Este mismo día, la policía armada entró en la iglesia de San Francisco de Asís, de Vitória, en la que estaba previsto realizar una asamblea de trabajadores y, sin hacer caso de la decisión del rector y del contenido del Concordato, conminó al desalojamiento. Unos segundos después dispararon gases lacrimógenos en un recinto cerrado y lleno de gente, creando indignación y sobre todo pánico. Los que salieron por delante, medio asfixiados y con pañuelos en la boca, fueron apaleados por los flancos y a los den frente les dispararon con ametralladoras y pistolas.
La policía resolvió la situación a tiros, asesinando a Pedro María Martínez Oci, trabajador de Forjas Alavesas, de 27 años; a Francisco Aznar Clemente, operario de panadería y estudiante, de 17 años; a Romualdo Barroso Chaparro, de Agrator, de 19 años; y a José Castillo, de Basa, una sociedad del Grupo Arregui, de 32 años. Dos meses después moriría Bienvenido Pereda, trabajador de Grupos Diferenciales, con 30 años. Dos obreros asesinados directamente en el lugar de los hechos, cuatro heridos muy graves, de los que tres murieron y más de sesenta heridos graves, la mitad con heridas de bala, y centenares de heridos leves.
El sábado, Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de gobernación, juntamente con Rodolfo Martín Villa, ministro de relaciones sindicales, y el general Campano, director de la guardia civil, intentaban, visitando a los heridos, reducir el impacto de su decisión (los familiares gritaron, ‘¿venís a rematarlos?’).
Aquel jueves, el secretario general del SPD de Alemania, canceló su entrevista con Fraga, que participaba en una campaña diplomática para vender internacionalmente una reforma avalada por la monarquía.
Todavía prohibidos los derechos de reunión, manifestación y de huelga, los sindicatos, ilegales también, en enero convocaron huelgas por todo el estado. Tuvieron especial importancia en el cinturón industrial madrileño y en Vitoria. La respuesta del gobierno fue la habitual represión policial, que en Vitoria comportó cuatro manifestantes muertos y diversos centenares de heridos el 9 de marzo, durante una carga antidisturbios.
En lugar de solucionar el conflicto, los altercados se multiplicaron y las huelgas generales de protesta se sucedieron durante diversos meses.
(…)
Se consideran responsables a Manuel Fraga Iribarne, hombre clave en los últimos años del franquismo, y a Rodolfo Martin Villa.
(…)
El texto del registro policial es sumamente ilustrativo, y copio un fragmento del final (las ‘negritas’ las he puesto yo, para resaltar lo más relevante):
“Charlie a J-1. ¿Ha llegado ya la orden de desalojamiento?
Si, la tiene J-3 y ya han procedido a desalojar porque tu no estabas allí.
Muy bien, enterado. Y lástima que yo no estuviera allá. Intento comunicar, pero nadie contesta. Han de estar en la iglesia peleándose como leones.
J-3 para J-1, J-3 para J-1: envíen fuerzas hacia aquí. Ya hemos disparado más de dos mil tiros. ¿Cómo está por aquí el asunto?
Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y destrozar la iglesia de San francisco. Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo.
Muchas gracias, eh. ¡Buen servicio!
Dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio.
De acuerdo, de acuerdo.
Pero, de verdad, una masacre”
(Wikipedia)
Canción de Lluís Llach, ‘Campanadas a muerto’, 1977, en memoria de los hechos de Vitória:
I
Campanadas a muertos
lanzan un grito para la guerra
de los tres hijos que han perdido
las tres campanas negras.
Y el pueblo se recoge
cuando se acerca el lamento,
ya son tres penas más
que llevar en la memoria.
Campanadas a muertos
por las tres bocas cerradas,
¡ay de aquel trovador
que olvidara las tres notas!
¿Quién ha segado todo el aliento
de estos cuerpos tan jóvenes,
sin otro tesoro
que la razón de los que lloran?
Asesinos de razones, de vidas,
que nunca tengáis reposo
en ninguno de vuestros días
y que en la muerte os persigan
nuestras memorias.
II
Abridme el vientre
para su reposo,
de mis jardines
llevad las mejores flores.
Para estos hombres
cavadme hondo,
y en mi cuerpo
grabad sus nombres.
Que ningún viento
perturbe el sueño
de quienes han muerto
sin agachar la cabeza.
Abridme el vientre
para su reposo,
de mis jardines
llevad las mejores flores.
Asesinos de razones, de vidas,
que nunca tengáis reposo
en ninguno de vuestros días
y que en la muerte os persigan
nuestras memorias.
III
Diecisiete años sólo,
y tú tan viejo;
celoso de la luz de sus ojos,
has querido cerrar sus párpados,
pero no podrás, porque todos guardamos esta luz
y nuestros ojos serán relámpagos
para tus atardeceres.
Diecisiete años tan sólo,
y tú tan viejo;
envidioso de tan joven belleza,
has querido desgarrar sus miembros,
pero no podrás,
porque de su cuerpo tenemos recuerdo
y cada noche aprenderemos a amarlo.
Diecisiete años tan sólo,
y tú tan viejo;
impotente del amor que él tenía,
le has dado la muerte por compañera,
pero no podrás, porque por todo lo que él amó
nuestro cuerpo siempre estará en primavera.
Diecisiete años tan sólo,
y tú tan viejo;
envidioso de tan joven belleza,
has querido desgarrar sus miembros,
pero no podrás,
porque todos guardamos aquella luz
y nuestros ojos serán relámpagos
para tus atardeceres.
Asesinos de razones, de vidas,
que nunca tengáis reposo
en ninguno de vuestros días
y que en la muerte os persigan
nuestras memorias.
IV
La miseria se hizo poeta
y escribió en los campos
en forma de trincheras,
y los hombres fueron hacia ellas.
Cada uno fue una palabra
del victorioso poema.
Asesinos de razones, de vidas,
que nunca tengáis reposo
en ninguno de vuestros días
y que en la muerte os persigan
nuestras memorias.
Asesinos, asesinos, asesinos…
Recomiendo que el lector la busque en YouTube y la oiga, y aunque esté en catalán, seguro que se estremecerá.
Carta dirigida a la juez María Servini:
“Será la primera vez que se consigue que un exministro franquista se siente y explique por qué tomó las decisiones que tomó.
Los días previos a la citación, pero, expresidentes, exministros y exlíderes sindicales españoles han enviado cartas a Servini para dejar constancia de su suporte a Martín Villa.
Según la Coordinadora Estatal de Soporte a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo (Ceaqua), que representa algunas de las víctimas, entre los que han enviado cartas hay cuatro expresidentes del gobierno español: Felipe González, José María Aznar, José Luís Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Hay también el exdiputado de Convergència i Uniò, Miquel Roca Junyent; los exsecretarios generales del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo; y los exsecretarios de la Unión General de Trabajadores (UGT) Nicolás Redondo y Cándido Méndez-Rodríguez. Entre otras firmas, también destaca la de Josep Borrell, actualmente alto representante del la Unión Europea para asuntos exteriores y política de seguridad. Todos los testimonios lo hacen a título individual y sobre todo alaban el trabajo de Martín Villa durante la Transición española. Se repite el discurso que el exministro facilitó el consenso y, hasta los describen como uno de los ‘padres’ de la actual democracia.
Ceaqua quiere que se investigue la responsabilidad de Martín Villa en la matanza del 3 de marzo del 1976 en Vitória. (…) Los hechos nunca han sido investigados.
A Martín Villa también se le imputan otras muertes, como la de Rafael Gómez Jáuregui, en Errentería; la de José Luis Cano Pérez, en Pamplona; la de Francisco Javier Núñez, en Bilbao; la de José María Zabala Erasun, en Hondarribia, y la de María Norma Menchaca, en Santurtzi.
Ceaqua recuerda que Martín Villa dirigió ‘un aparato represivo que nunca ha estado depurado: desplegó una actividad que comportó un ataque generalizado y sistemático contra la población civil”.
La juez Servini ha intentado interrogar diversas veces a Martín Villa. El 2018, la Audiencia Nacional decidió que el exministro no debía declarar porque sus presuntos delitos ya habían prescrito o no se podían juzgar por la Ley de Amnistía del 1977.
(…)
El mismo jueves en que Martín Villa ha estado citado a declarar, se ha convocado una concentración, a las 11 de la mañana, en la calle Ferrán de Barcelona. Allí murió de un tiro Gustau A. Muñoz, que militaba en el PCE(i) y era muy activo: participó en la acción de colgar una pancarta en Montserrat en protesta contra el consejo de guerra a Els Joglars. El 11 de setiembre del 1978 fue a la manifestación alternativa que el gobierno civil había declarado ilegal. Nunca se han aclarado las circunstancias de su muerte. Tenía sólo 16 años. Su hermano. Marc Muñoz, es uno de los querellantes en la causa contra Martín Villa.”
(Silvia Marimón Molas, Ara, 2/9)
“Querella argentina: en la sombra más oscura es donde la luz explota más clara
El episodio pone una luz muy brillante sobre el problema fundamental de esta España de la que hay otra solución que irse; no hay una España demócrata que se enfrente con coherencia a la España autoritaria.
Que todos los expresidentes vivos de un país adopten una decisión pública es un hecho muy excepcional. La diplomacia está hecha de gestos y este hecho concreto se lee siempre como un mensaje profundamente nacional, no de partido ni de gobierno. Cuando un estado hace firmar una carta, un texto, una declaración, a todos los expresidentes vivos, sin ninguna excepción y por encima de las fronteras de los partidos, en lenguaje diplomático se entiende que lo que motiva la firma se considera una agresión exterior de la máxima seguridad, que no admite diferencias políticas y reclama y consigue, la unidad de la nación.
(…)
Que Aznar y Rajoy hagan este gesto no puede extrañar a nadie, ya que son camaradas de Martín Villa. Que lo haga Felipe González ya no causa sorpresa, tampoco, visto el papel que tuvo aquellos años, pero, sobre todo, viendo su degradación moral. Que lo firme José Luís Rodríguez Zapatero, todo y con la aureola de pertenecer al ala progresista del PSOE y después de haberse significado con la ley de memoria histórica, es lo que indica la medida de la importancia que da el estado español a esta querella, y eso no puede ser más claro.
(…)
El régimen en pleno ha salido como un solo hombre a defender a un ministro de Franco que tiene las manos manchadas de sangre y que en su momento fue considerado de criminal por algunos de los que hoy firman para defenderlo. ¿Contradictorio? NO. Porque en realidad, defender a Martín Villa, los que se defienden, décadas después, son ellos mismos y la obra que les unió.
La querella argentina es un esfuerzo heroico, que nunca podremos agradecer como es preciso, una odisea humanitaria destinada a romper -en nombre de la justicia universal- la enorme barrera de impunidad levantada en España para tapar los crímenes del franquismo, para evitar que sean juzgados y para proteger así su pervivencia. Ya hace 10 años que los jueces argentinos luchan para ofrecer a los querellantes la justicia que España les niega sistemáticamente. Y hace 6 que sobre 20 personas concretas, algunas de las cuales muertas sin haber tenido que pagar por lo que hicieron, pesa una orden de detención que Madrid desafía y pone trabas de manera pertinaz.
A pesar de todo, mañana, finalmente, Martín Villa deberá responder a las preguntas del tribunal argentino. Y convendréis conmigo que la reacción de pánico que denotan cartas y firmas no puede ser ni más elocuente ni más instructiva.
Agradezcámoslo. Hay unos versos de Goethe, un poeta profundamente interesado por la óptica y los colores, que dicen que hace falta la oscuridad más completa, para que pueda explotar la luz más clara. Y aquí tenemos una prueba. Porque esta oscura reacción española hace visible que no hablemos sólo de los crímenes cometidos por Martín Villa, si no de la esencia profunda del régimen en el que todavía hoy vivimos. Y esto ilumina, y de qué manera y con qué claridad, no solamente la mirada sobre aquello que pasó, sino, sobretodo, la realidad de esto que aún hemos de soportar, de lo que son todos. El episodio, en definitiva, pone una luz muy brillante sobre el problema fundamental de esta España de la cual no hay más solución que irse: no hay una España demócrata que se enfrente con coherencia a la España autoritaria. Simplemente, todos son un todo”.
(Vicent Partal, VilaWeb, 1/9/20)
Con esta compilación de referencias, seguro que ha quedado suficientemente claro el importante hecho que nos ocupa, y de las posibilidades que puede tener el juicio en cuestión, pero tampoco soy muy optimista, ya que los tiempos de la justicia son muy largos, y después de la sentencia, los abogados de Martín Villa seguro que la recorrerán, y pasarán más años, y actualmente, este ‘personaje’ ya tiene 86 años, así que, muy probablemente, se irá de ‘rositas’ como se fue el verdugo y torturador Antonio González Pacheco, “Billy el Niño”, que gracias al covid-19, encontró su final, pero sin haber sido condenado ni haberle quitado las condecoraciones (algunas concedidas por Martín Villa) y pluses de pensión.
Igual le pasó a Fraga Iribarne, que aún sigue siendo el ‘gran padre’ del PP, y que, en los hechos de Vitória, después de la masacre, comentó que:
“La calle es mía”:
“He aquí una famosa frase de Fraga Iribarne cuando, desde un ministerio franquista, justificaba las represiones contras las manifestaciones populares. Fraga quería decir, simplemente, que la calle no pertenece al pueblo, sino al estado o, mejor dicho, a los que habían usurpado el poder del estado”
(Oriol Bohigas, El País, 25/1/2006)
“Muchos recordarán esta frase, ‘la calle es mía’, la pronunció Fraga Iribarne, entonces ministro de interior, en los meses que siguieron a la muerte de Franco (…) la ocasión (…) fueron unas manifestaciones obreras en Vitoria, con tres muertos, todos manifestantes”
(Francesc de Carreras, La Vanguardia, 28/2/2009)
Y Martín Villa, que desde 1962, como jefe nacional del sindicato español universitario (vertical, claro), ya no se bajó del coche oficial, como él mismo decía, pues lo fue todo, procurador de las cortes franquistas, ministro repetidas veces, vicepresidente del gobierno, senador, etc.; y como no, para acabar como presidente de honor de Endesa, y la presidencia de Sogecable. Una vida llena de ‘éxitos y prebendas’ que, por desgracia, nunca se verá obligado a devolver y resarcir a los damnificados.
Por eso, me parece importante repetir el siguiente fragmento de la mencionada canción de Lluís Llach:
Asesinos de razones, de vidas,
que nunca tengáis reposo
en ninguno de vuestros días
y que en la muerte os persigan
nuestras memorias.
Y es importante destacar que, viendo el estercolero del estado español, sería preciso saber quién mueve los hilos para, por ejemplo, hacer firmar esta carta; y hay que tener en cuenta que, si Pedro Sánchez fuera ahora expresidente, también la habría firmado. Y está claro que no hay muchos nombres, que todos tenemos identificados, y la corona no está descartada.
Y de los exlíderes sindicalistas, igual, forman parte del estercolero, y pensar que sus antecesores, fueron los que gestionaron las huelgas mencionadas. Si Marcelino Camacho hubiese levantado la cabeza, se los hubiera cargado a todos y, ahora, los dejaría a la altura, o bajura, en la que están.
Para finalizar, contrasta la diferencia entre el soporte de todos estos ‘siniestros personajes’ a un presunto asesino, o la carta firmada por también por siniestros personajes (esa vez 70, muchos de ellos reincidentes, y entre ellos, como no el propio Martín Villa) apoyando al presunto corrupto rey emérito; y ninguno de ellos ha movido ni un dedo por los presos y exiliados políticos, inocentes que sólo querían que votásemos pacífica y democráticamente.
Unos firmantes amorales, defendiendo conductas amorales, ESTA ES LA ESPAÑA DE LA QUE QUEREMOS HUIR.
Amadeo Palliser Cifuentes