Una gran parte de los independentistas catalanes estamos cansados de que los representantes del estado, como Pedro Sánchez, o los líderes políticos unionistas en general, nos digan que sólo aceptan el diálogo dentro de la ley.
Óscar Andreu, en un twitter del 31 de enero, lo explica muy bien: ‘Si fuera verdad lo que dice Illa ‘Sólo hay diálogo y democracia dentro de la Ley’, las mujeres no podrían votar, los gais no se podrían casar, no existiría la jornada de 8 horas, Rosa Parks no habría pasado a la Historia, el PSOE y el PP no habrían negociado con terroristas, etc.’
Pero ya sabemos que en este reino / estado de pandereta, no existe diálogo, y por eso se dan situaciones rocambolescas, desencuentros, como las que se explican en las siguientes fábulas, si bien éstas son graciosas, y las que se dan en Ñordistán (la España profunda) son tenebrosas:
La miel en el fuego:
El Mulá calentaba miel en el fuego, cuando un amigo llegó de improviso.
La miel comenzó a hervir y Nasrudin convidó a su visitante. Estaba tan caliente, que éste se quemó.
¡Haz algo!, exclamó el amigo.
Entonces, el Mulá tomó un abanico y lo agitó por encima de la olla… con el propósito de enfriar la miel.
El coste de aprender
Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música.
¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta?, preguntó Nasrudín.
‘Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes’, contestó el maestro.
¡Perfecto!, dijo Nasrudín, comenzaré en el segundo mes.
Ayer, el PSOE y Podemos avalaron una moción de ERC en el congreso de diputados, para reactivar la mesa de diálogo después de las elecciones del domingo 14 de este mes de febrero y, precisamente lo anuncian ahora, en plena campaña electoral. Claro, no han tenido tiempo en todo el año, pues únicamente se hizo la primera reunión, para hacerse la foto; después, con la excusa de la pandemia, el diálogo ni se empezó, y justo ahora lo anuncian, para utilizarlo, dichos partidos, como argumento de valor.
Parece que ERC no ha escarmentado, y que no haya aprendido nada de estos años de gobierno de Pedro Sánchez, un personaje que dice blanco, negro y lo contrario, según lo que le convenga en cada momento.
Y ahora, a Pedro Sánchez le interesa parecer dialogante, y que la derecha (PP, Ciudadanos y Vox) le critiquen por eso, así Sánchez queda como figura central.
Pero, pasadas las elecciones, si no gana su candidato Illa, se olvidará del diálogo, claro. Y si ganase Illa, montarían la mesa, se harían millones de fotos, estando Pedro Sánchez, y a su lado el reciente ministro Miquel Iceta y, enfrente, como ‘representante’ de los catalanes, Salvador Illa, por lo que sería un monólogo.
Por lo tanto, la mesa de diálogo tiene dos únicas alternativas:
Plantearla tal como fue concebida, es decir, para debatir el conflicto existente, por lo que a un lado de la mesa deberá estar el estado español y en el otro, los representantes de los partidos independentistas catalanes; ya que está claro que los objetivos de la mesa de diálogo únicamente son dos: la amnistía de los represaliados y el referéndum de autodeterminación. Y deben ser abordados sin ideas prefijadas ni líneas rojas.
Efectuarla entre el estado español, y un posible gobierno de coalición que pudiese ganar en Catalunya, y en el que no figurasen los partidos independentistas, sería una burla. En ese caso es evidente que el diálogo se centraría en alguna transferencia económica de las muchas retrasadas, y punto. Y eso lo venderían como un gran éxito y un acuerdo muy beneficioso para toda Catalunya
Es decir, en el primer supuesto, nos encontraríamos con un diálogo de sordos, pues Pedro Sánchez se mantendría firme defendiendo la sacrosanta unidad de España, unidad de destino en lo universal. Se consideraría el paladín de la ley; y los independentistas querríamos un referéndum acordado.
Mientras que, en el segundo supuesto, se trataría de un diálogo de besugos, ya que darían vueltas y vueltas a un mismo tema, para poderlo vender como un gran éxito.
Es evidente que, de unos personajes como Pedro Sánchez, Miquel Iceta, Salvador Illa, etc., que, como todos los unionistas, nunca, nunca, se plantearán ni la más remota posibilidad de efectuar una consulta a la población sobre su destino, no podemos esperar nada.
Buena prueba de ello es que tanto Sánchez como Illa, durante esta campaña electoral, no paran de decirnos que pretenden pasar página, que quieren olvidar esta década nefasta, desastrosa, es decir, más que pasar página, quieren cerrar el libro y tirarlo. Hacer borrón y cuenta nueva, como si nada hubiera pasado, desde que el tribunal constitucional nos mutiló el Estatut de Catalunya, previamente aprobado y ‘cepillado’ por el congreso de diputados y el senado, votado por los catalanes y, finalmente, sancionado por el rey. Por lo que tenemos un Estatut ilegal, que no hemos votado.
Quieren hacer como si nada hubiera pasado en esta década, olvidar las manifestaciones masivas de los catalanes, despreciar los deseos de los más de dos millones de independentistas que votamos el 1 de octubre del 2017. Y, olvidar, también, toda la represión, policial, judicial, del ejecutivo, de los partidos unionistas, y todos ellos, jaleados por el rey Felipe VI. Olvidar la represión de los presos, de los exiliados, de los miles de imputados, de las multas pagadas.
Quieren que olvidemos todo esto, a cambio de nada, claro. Salvador Illa, a una pregunta sobre si considera un error la aplicación del artículo 155, que descabezó a todo nuestro gobierno de las Generalitat, su respuesta, de demagogo, ha sido decir que fue la respuesta legal al error del referéndum.
Y, no lo olvidemos, el referéndum fue legal, no había ningún impedimento legal ni penal, ya que fue despenalizado durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.
Pero sabemos, y nunca olvidaremos, que el estado profundo español, de la forma más amoral y antidemocrática, se salta todas las normas, todas las leyes y todos los principios de proporcionalidad y derechos humanos, para, de la forma más cruenta, aplicar sin reparo alguno la venganza más dura, los castigos más vergonzantes, y si pudieran utilizar el garrote vil, como hicieron para matar a Salvador Puig Antich, asesinado el 2 de marzo de 1974, lo harían, sin pudor.
Los independentistas catalanes tenemos memoria de las muchas afrentas sufridas, y nunca olvidaremos, por ejemplo, al citado Salvador Puig Antich, mientras que, a Salvador Illa Roca, lo tenemos en la lista negra, por su historial. Vaya diferencia entre ambos ‘Salvadores’, el primero por Catalunya, el segundo por la España más profunda y rancia.
Buena muestra de la carcundia retrógrada de Illa, la acaba de decir ahora mismo, en una entrevista radiofónica, pues ha comentado que ‘él construirá Catalunya desde Madrid’, que no parará de viajar a Madrid para conseguir lo que corresponde a Catalunya. Que ahora que conoce profundamente cómo funcionan todos los ministerios, podrá obtener mejores resultados para Catalunya.
Esto además de ridículo, es muestra de una visión jacobina, obviamente. No se puede ser más centralista. Olvidar que Catalunya aporta mucho más de lo que recibe, por eso tenemos un déficit de la balanza fiscal de 18.000 millones de euros anuales (según el cálculo del flujo monetario). Por lo tanto, no se trata de ir a pedir nada. Tenemos que exigir lo que nos corresponde.
Y la visión del monaguillo Illa, con un criterio infantil, que se cree que por haber ejercido de ministro de sanidad justo un año (del 13 de enero del 2020 al 26 de enero del 2021), con la pandemia, ya le da un profundo conocimiento del estado, como para ir a negociar con éxito con todos los ministerios, no deja de ser, como he dicho, una visión infantil del personaje de la triste figura.
Todos sabemos que el estado es un agujero negro, todo está centralizado, hasta el eje del Mediterráneo de la red de trenes de alta velocidad lo hacen pasar por Madrid. Todas las infraestructuras son radiales.
Hoy mismo, la ministra de economía, Nadia María Calviño Santamaría, ha dicho que las ayudas de la UE para hacer frente a la covid y actualizar las principales estructuras, son ayudas a los estados, no a las autonomías, y las gestionará el gobierno de Madrid; obviamente, esa debe ser la exigencia de las empresas del IBEX35, que quieren beneficiarse, como siempre han hecho, quieren hacer sus negocios, maximizar sus beneficios. Por eso tenemos una de las redes de AVE más largas del mundo, la segunda después de China. Pero, aquí, con recorridos que no tienen pasajeros, que no son rentables, mientras que las redes de trenes de cercanías, que utilizan a diario cientos de miles de trabajadores, están obsoletas, especialmente la de red de Catalunya, que tiene un déficit crónico, que se traduce en múltiples averías, incidentes y retrasos casi cada día.
No podemos confiar en Sánchez, ni en Illa, que han hecho prevalecer los votos, su beneficio, por encima de la salud, como hemos visto y comentado repetidamente, y que nos muestra el ejemplo de forzar las elecciones el próximo 14, en contra de todos los otros partidos catalanes, para ‘beneficiarse’ del ‘efecto Illa’, que espero que sea su ‘defecto Illa’.
Esa es su política, seguir consolidando los poderes del estado jacobino de los Borbones, familia originaria de Francia, pero que, gracias a la Revolución Francesa (1789-1799), iniciada con la toma de la Bastilla por parte de los parisinos (14 de julio de 1789), la ‘fortaleza del secreto y lugar sin justicia’, liberando a los presos; movimiento que acabó con la monarquía (ejecutando a Luis XIV) y finalizando con el reinado de la familia de los Borbones.
Nosotros, los independentistas catalanes no queremos llegar a este extremo, queremos independizarnos pacífica y democráticamente; y que el resto del estado siga con sus Borbones y con su estado profundo, y que lo ‘disfruten’, si son masoquistas, como parece.
Nosotros, por experiencia, sabemos que el estado español nos aplica la técnica de Nasrudín, comentada en la primera fábula, es decir, si tenemos un problema por habernos quemado, en lugar de atendernos, enfría la olla. O, según la segunda fábula, si tenemos unas necesidades, nos dicen que bueno, que ya nos las solucionarán en el futuro, con menos aportaciones económicas, claro.
Nosotros tenemos claro dónde no tenemos que ir, dónde no queremos estar, como se explica claramente en la siguiente fábula:
‘¿A dónde ir?
La gente preguntó al Mulá Nasrudín: ¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre, al frente, en la parte trasera, o al lado?
Nasrudín contestó: ¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!’
Y no queremos estar en el ‘ataúd’ español.
Estamos cansados de diálogos de besugos y de sordos:
‘En política nadie dice lo que piensa; algunos no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; éstos, nadie sabe lo que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa (…) quien dijo ‘pienso, luego existo’, ¿se refería al pienso alimentario o al pienso intelectual?’
(‘1989 y la deconstrucción del monismo político’, de Agnes Heller y Ferenc Fehér)
Y prestarse a un diálogo de besugos es ir a hablar bajo el mar y, claro, ahogarnos.
Estamos cansados de cantos de sirenas (ellos no se ahogan, desgraciadamente), de promesas inútiles que nunca llegan, llevamos décadas infra-financiados, queremos tener unos políticos que realmente nos representen y que defiendan nuestros intereses.
Estamos hartos de políticos, de aquí y de allá, que ahora, en plena campaña electoral, sólo hacen que poner vetos de pactos, o confundir con esos pactos.
Tenemos claro que nunca, nunca, deberíamos ni deberemos pactar ni respaldar a ningún partido cómplice del 155, que destituyó a nuestro gobierno y ha detenido a nuestros representantes políticos y sociales.
No queremos permanecer ni un minuto más con un estado corrupto, que cada día nos da mil ejemplos, como hoy, que la ministra de defensa, Margarita Robles, ha condecorado con la medalla de la orden de san Hermenegildo, al general Miguel Ángel Villarroya Vilalta (ex jefe del estado mayor de los ejércitos), que debió dimitir por haberse vacunado contra la covid, saltándose todos los protocolos.
Y esa concesión, aprobada ayer en el consejo de ministros, la portavoz María Jesús Montero, no la mencionó en su rueda de prensa posterior. Todo es así, hacen a su gusto, y lo esconden, creen que poniendo la cabeza debajo del ala, nadie se enterará. Es vergonzoso. Como lo fue condecorar también, en diciembre pasado, a los generales jefes que participaron en la operación contra la covid, que los militares denominaron ‘operación Balmis’.
Ya comenté en un escrito anterior, que ‘utilizar’ ese apellido, en referencia a Francesc Xavier Balmis i Berenguer (1753-1819), médico militar, que fue a las colonias americanas y filipinas, para impartir la vacuna de la viruela, junto a los doctores Joseph Salvany y Miguel Muñoz, no deja de ser una exageración, pues aquí, contra el covid, los militares se limitaron a actuaciones logísticas, importantes, pero no las esenciales, que asumieron los sanitarios.
Pero en España se creen que son los mejores de la galaxia, y que todo lo que hacen o dejan de hacer, es grandilocuente; es la presunción del pobre que se quiere y cree rico.
En definitiva, que somos dos sociedades culturalmente muy diferentes, con valores y esencias democráticas notablemente opuestas. Y, por todo eso, debemos independizarnos. NO HAY OTRA ALTERNATIVA.