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España, el Campo de Asfódelos

“Los Campos de Asfódelos eran una sección del Hades (inframundo) de la mitología griega donde iban a parar las almas mortales para vivir después de la muerte.

(…)

Los Campos de Asfódelos se encontraban en una zona neutral del inframundo. Era donde iban a parar las almas de aquellos que habían vivido vidas que no eran virtuosas ni malvadas, en una especie de monotonía eterna. A pesar de la pretendida neutralidad de esos Campos, tenía ciertas connotaciones negativas, ya que las almas que allí se destinaban no disfrutaban de los placeres de los Campos Elíseos. Esto podría ser así, para asegurar que la población griega se alistase al ejército en lugar de mantenerse en la inactividad. Los asfódelos servían de alimento para las almas que habitaban los campos.

(…)

El inframundo estaba formado por diferentes reinos: Los Campos Elíseos, las Islas de los Bienaventurados; los Campos de Asfódelos y el Tártaro.

(…)

Las almas ni virtuosas ni malvadas permanecían en los Campos de Asfódelos, las impías y malvadas eran enviadas a los campos de castigo del Tártaro, y las heroicas o bendecidas, iban a los Campos Elíseos.

(Fuente Wikipedia).

Desde hace décadas, España, mayoritariamente es una réplica de los campos Asfódelos, es decir, predominan los ciudadanos tibios, como ya comenté en un anterior escrito, personas con una línea de pensamiento basada en el mantenimiento del actual bienestar relativo.

En los años sesenta y setenta, una época con muchas posibilidades y necesidades para el pluriempleo y la realización de horas extras, el objetivo era conseguir el Seat 600 y después la segunda residencia. Esa era la forma de tener ‘atadas’ a las personas hipotecadas.

Posteriormente, con el encarecimiento de las viviendas y el consecuente incremento de las hipotecas, las ataduras fueron aumentando. Hasta llegar a la situación actual, con unos trabajos precarios y unas hipotecas en alza.

Por todo eso, la sociedad ultra capitalista liberal ha conseguido uno de sus objetivos, es decir, la desideologización de la clase media.

Dada esa situación, es ‘comprensible’ que mayoritariamente los votantes de mayor edad y los de las zonas rurales, decidan apostar por el inmovilismo, por el voto conservador, por el voto del ganador (ya sea del PP o del PSOE), para no ‘poner en riesgo’ las pensiones; ya que esa es la amenaza con la que juegan ambos partidos.

Por lo tanto, es fácil comprender nuestro espíritu de asfódelo y, obviamente, los dirigentes actuales, mayoritariamente, son almas destinadas al Tártaro. Y, minoritariamente, algunas pocas, son realmente heroicas, destinadas a los Campos Elíseos.

A nivel general catalán, podemos ver que, en estos momentos tan convulsos, únicamente el president honorífico Carles Puigdemont está representando el movimiento realmente ilusionante.

Jorge Riechmann, filósofo y doctor en ciencias políticas, en su interesante escrito “La crisis del coronavirus como momento del colapso ecosocial” (revista Viento Sur, núm. 169, mayo 2020), apunta “no hay nada que me tranquilice menos que la retórica belicista, las arengas patrióticas, las metáforas bélicas y la épica de batallar contra un enemigo invisible. No es una guerra”

Y continúa diciendo que “los virus son nuestros compañeros del planeta. (…) Desde la misma aparición de la vida en la Tierra, los virus han ejercido un papel esencial a la hora de impulsar la evolución biológica. (…) Los virus son la fuente de la variabilidad genética y motor de la evolución biológica, una fuerza transformadora de vida. (…) Actúan como parte del sistema inmunitario (…) en potencia son aliados contra otras infecciones. (…) Los seres humanos vivimos, biológica y socialmente, con virus y otros microbios. (…) Es la destrucción de la naturaleza, en muchos casos, la que causa las enfermedades infecciosas. (…) El problema no son los virus: el problema es un sistema socioeconómico expansivo. (…) No hicimos caso de los avisos sobre pandemias, igual que no hemos hecho de los mil avisos sobre la tragedia climática que tenemos encima (…) Nuestro problema es el negacionismo (…) Hemos vuelto bruscamente a la realidad: somos organismos ecodependientes e interdependientes, dentro de la biosfera”.

Me ha parecido muy interesante recoger esas ideas, que considero muy enriquecedoras intelectualmente; para, asimismo, junto a la citada idea de los Asfódelos, extrapolarlas a nivel psicosocial del entorno actual en Catalunya.

Riechmann considera que los virus son nuestros compañeros del planeta; pues bien, creo que, generalizando, el peligro es que veamos a todas las otras personas como enemigas, como potenciales portadoras de virus. La realidad es así, pero no podemos caer en la paranoia. No podemos caer en la asociabilidad. No podemos ni debemos considerar que la distancia social sea nuestra panacea. Somos seres sociables, familiares y, con las precauciones adecuadas, debemos intentar seguir con nuestro sistema de vida anterior.

El lenguaje, como expresión del pensamiento, a veces nos traiciona, y aflora inconscientemente; y, por ejemplo, la expresión ‘distancia social’, es muy claro. Es preferible ‘distancia de seguridad’, que, si bien también tiene connotaciones negativas, como la de ‘distancia física’, no lleva la carga negativa social.

Eso no es negar la realidad, que es grave y delicada; pero es intentar suavizar un poco la rigidez impuesta. Vemos que en otros países son más laxos, y no les va peor, ni mucho menos. Aquí, Pedro Sánchez no para de argumentar que hemos tenido el estado de alarma más duro de la Unidad Europea y, aún así, somos de los países que, relativamente, tenemos más muertos e infectados.

Al nivel político catalán, los independentistas deberíamos ser conscientes que somos interdependientes, que no podemos ir cada uno por su lado. Que no es positivo crear partidos políticos nuevos, como ahora el Partido Nacionalista Catalán (PCN) de Marta Pascal y ex dirigentes de Unió Democrática de Catalunya (UDC) y miembros del PDeCat (Partido Demócrata Catalán) discrepantes con la línea de Puigdemont. Es decir, se trata de un nuevo partido de la derecha liberal catalana, un nuevo partido nacionalista, que aboga por un referéndum ‘legal y acordado’.

Todos estos políticos, a mi modo de ver, lo que pretenden es, tener su sillón y torpedear el independentismo más frentista, dialogante, pero sin abandonar la vía unilateral.

Saben que, subdividiendo la oferta electoral, la ley de D’Hondt (Víctor D’Hondt, matemático que en 1878 diseñó un sistema de reparto de escaños, que favorece a los partidos mayoritarios) acabará penalizándolos a todos. Y ese será su ‘triunfo’, tristemente.  

Supongo que ese partido tendrá un futuro tan triste y efímero como su homónimo creado en 1932, “que tenía como objetivo la búsqueda de una vía de intervención política y electoral dentro del separatismo (el independentismo de aquel momento)” (Wikipedia).

Por todo eso, me parece que ese nuevo partido es una muestra más del complejo de Asfódelos.

Y lo grave es que la maquinaria judicial no se para, continúa hostigando a los independentistas; y nuestros representantes políticos y sociales siguen en prisión o en el exilio. Y eso, que debería ser el tema central para fusionarnos, ya no lo es. Ahora algunos están más interesados por llegar a asumir la presidencia de la Generalitat.

Y del gobierno de coalición del PSOE / Unidas Podemos, la verdad es que no podemos esperar nada, ya lo han demostrado en repetidas ocasiones, sólo están interesados por su permanencia, no tocando nada (fórmula lampedusiana), no modificando su visión unionista. Al fin y al cabo, son la cara ‘agradable’ del estado profundo. Pero, en realidad, es la cara del viejo y temible Caronte, el barquero del río Aqueronte, que cobraba el óbolo (una pequeña moneda) que se colocaba debajo de la lengua del difunto o sobre sus ojos. Los pobres que no tenían esa moneda recorrían eternamente la ribera, sin poder pasar el río.

En la otra ribera estaba el Can Cerbero, “el perro que, en la mitología griega era el guardián de las puertas del Hades. Su tarea era impedir la salida de los muertos y la entrada de los vivos. Era un perro gigante de tres cabezas y cola de serpiente; y otras muchas serpientes le crecían en el lomo”. (fuente: Wikipedia).

Pues bien, haciendo el paralelismo metafórico, el gobierno de Pedro Sánchez es el Caronte, que cobra el óbolo, por ejemplo, a los independentistas catalanes. Ese óbolo es la disminución, el relajamiento, de las peticiones independentistas, ese es el precio para cruzar el río.

Y, de ese modo, el ‘Caronte’ Pedro Sánchez, cumple con el sistema, el estado profundo, protegido por Cerbero (cuerpo judicial y policial). Una muestra reciente de ese sometimiento de Sánchez es la rebaja de la mesa de diálogo con los independentistas, que ahora retrasa a después de las elecciones gallega y vasca, y a las exigencias de Ciudadanos (partido de derechas), que no quieren esa foto; por eso Sánchez ha anunciado que él no asistirá y quieren que no asista tampoco Torra, esos sí, acusándole de no querer dialogar.

Los republicanos catalanes (ERC) presionan para la realización de esa sesión de diálogo, anunciando que en caso contrario no apoyarán los presupuestos generales; pero Sánchez tiene asegurado el apoyo de Ciudadanos, si se rebaja de nivel la citada mesa de diálogo; así que el apoyo de ERC ya no es necesario. Esta es la triste ‘jugada’ de ERC.

Tenemos probadas experiencias que nos muestran que ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias son de fiar, como vemos en unas manifestaciones del 17 de setiembre del 2018: “Declaraciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha apostado este lunes durante el acto celebrado en Madrid por los 100 primeros días del Ejecutivo socialista que ‘derogarán’ la Ley  de Seguridad Ciudadana del PP, la conocida por sus detractores como ‘ley mordaza’: ‘vamos a avanzar en derechos, derogando la ley mordaza porque ninguna sociedad  realmente libre persigue la libertad de expresión, ha dicho” (Público). Si bien, en marzo de 2020: “PSOE y Podemos tiran de la ‘Ley Mordaza’ que juraron derogar: desobedecer a un policía puede ser delito” (El Español).

Parece que nadie aprende, ni aprendemos, ni las recientes elecciones municipales francesas que, en la ciudad de Perpinyà, con más de 100.000 habitantes, es la ciudad más importante que ha ganado la extrema derecha de Marine Le Pen, presidenta de Reagrupamiento Nacional. Y eso debería ser una buena lección, a tener presente, pero ni así.

Nosotros deberíamos ser conscientes que ese estado profundo, realmente es nuestro coronavirus, que genera anticuerpos inmunológicos, pero que, paradójicamente (o no tanto), son perniciosos contra los independentistas. Ese es su logro: nuestra división. Cuando debería ser nuestro acicate, el cemento para nuestra unión.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com