Según narró Charles Lutwidge Dogson (Lewis Carroll, 1832 – 1898) en ‘Alicia en el País de las Maravillas’ (1862), Alicia atravesó un espejo para descubrir el mundo al revés; si hubiera vivido en el reino español, no le habría hecho falta traspasar ningún espejo, como explico a continuación.
En el reino español vemos que hay una monarquía que vive a ‘cuerpo de rey’ y nunca mejor dicho, gozando de todo tipo de lujos y prebendas, con una capacidad impresionante de enriquecerse (legal o alegalmente), y que está por encima de todos los ciudadanos, instituciones y leyes (pues es irresponsable; en todos los sentidos), por el derecho sucesorio que confiere la bragueta real.
El reino tiene, asimismo, un poder judicial que incumple las leyes, condenando de forma prevaricadora a los independentistas, tergiversando la ley de la amnistía para no beneficiar a los independentistas, pero sí, para amnistiar a más de 50 policías y guardias civiles que ejercieron una gran violencia contra ciudadanos indefensos y pacíficos; y, asimismo manipula el delito de odio, para aplicarlo contra los ciudadanos que queríamos votar y, que, según la policía y guardia civil, teníamos una mirada de odio, que les aterrizó, pues nunca, ni en el País Vasco, en el período más sangriento y violento, pudieron observar. Y ahora siguen abusando de este delito de odio, para imputar a los autores de un juego en Granollers (Barcelona); un juego absurdo, de mal gusto y fuera der lugar, a mi modo de ver, pero ya se sabe que ‘para gustos están los colores’; etc.
Es decir, el reino español es el Neverland, ‘el país del nunca jamás’ descrito por James Matthew Barrie (1860 – 1937), en su novela ‘Peter Pan y Wendy’ (1904), pues los franquistas no evolucionan y está habitada por temibles piratas liderados por el Capitán Garfio (símil de Felipe VI), entre otros especímenes españolistas, pero, también por independentistas, que metafóricamente asimilo a Peter Pan y Campanilla y, finalmente, por muchos niños perdidos, es decir, la gran masa indecisa y fluctuante.
El delito de odio, según el artículo 510 del código penal, fue concebido por el legislador para defender a minorías, por lo que penaliza las acciones promovidas por causas racistas, ideológicas, religiosas, de orientación sexual, etc.; pero, las fuerzas armadas, el rey, los partidos políticos, las policías, etc., no se pueden considerar como un colectivo objetivamente identificable (GOI) débil, que precise protección.
Es decir, el objetivo de ese delito es el de defender a grupos históricamente débiles y desprotegidos; pero hemos visto que el poder judicial no tiene mesura, ni pudor ni ética, y ha venido haciendo interpretaciones torticeras a medida, según sus propios intereses, ya que, si en una chirigota andaluza, se cuelga la figura del president Carles Puigdemont, se le fusila y se le quema, resulta que es libertad de expresión, pero cualquier acto efectuado en Catalunya, que les moleste, lo consideran delito de odio, o incitación al odio, además de apología al terrorismo.
Ya vimos el caso Altsasu (Navarra) que una mera pelea en un bar, entre diferentes personas (unos jóvenes y unos guardias civiles de paisano fuera de servicio) acabaron con sentencias de hasta 9 años, para el grupo de 8 jóvenes. Y, encima, las juezas Carmen Lamela Díaz y Concepción Espejel Jorquera, fueron ascendidas.
Y ese es el patrón que vemos que están intentando aplicar a unos jóvenes de Granollers, como he señalado, como lo aplicaron en el año 2016 a dos jóvenes madrileños, por una actuación de titiriteros por una actuación titulada ‘La bruja y don Cristóbal, pues consideraron que era un enaltecimiento de ETA, ya que uno de los polichinelas llevaba una pancarta que ponía ‘Gora alka-ETA’ y se escenificaba el ahorcamiento de un guiñol vestido de juez, entre otras cosas.
Pierre Teilhard de Chardin (1881 – 1955), en su obra ‘La potencia espiritual de la Materia’ (1919), expresó que ‘El mundo sólo tiene interés hacia adelante…’, y en gran parte es y debe ser así, pero está claro que no podemos olvidar ni perdonar muchas de las actuaciones efectuadas por el represivo estado español.
Y tampoco podemos olvidar ni perdonar que el reino español nos tenga atenazados, colonizados, y sin posibilidad ni derecho para poder decidir cómo y qué queremos ser. Actúan como el marido machista y violento que no permite que su esposa se divorcie.
El cantautor Quico Pi de la Serra, escribió ‘Cançó en ‘i’’, efectuando un juego de palabras y letras (que impiden una traducción, pero creo que se entiende bien, a pesar de la constante invención de palabras):
Cançó en ’i’ (àlbum ‘Fills de Buda’ (1974)
La policia està al servei dels ciudatans,
la servilia està al ciutei dels piutadans,
la ciutadia està al polei dels sertadans,
la policia està al ciutei dels servatans,
l’estudiaqntiq està al polei dels servi-mans,
la servilia està al servei dels poli-mans,
la polivia està al serteu dels estudiants.
La nena tova que passava per allí,
la policia fidelmente la protegí;
i no sabeu potser vosaltres perquè ho fi?
per un jove que la volia follir.
la ciutacia està al perve4i dels tinserdans,
la lipocia està al servei dels taciudans,
l’oligarquía …1, 2, 3, salta pagès,
que no ha estat res.
Una cegueta que no pot atravessir,
colpeja l’aire amb un bastó blanc i molt fí,
un policia de seguida arribí
i amb gran tendresa, força i gràcia, l’ajudi.
La policíi està al servei dels ciutadans
l’estudiantia està al polei dels servimans.
La servilia està al servei dels polimans
l’oligarquia …1, 2, 3 salta pagès,
que no ha estat res’
Y ese galimatías me parece que es una clara expresión artística de lo que es y representa el estado español.
Por lo tanto, tenemos dos opciones, como refleja la canción ‘El muro’ (The Wall) (Pink Floyd The Wall) (1982)
‘Otro ladrillo en el muro (parte 2)
No necesitamos ninguna educación
no necesitamos ningún lavado cerebral
ni ningún sarcasmo disimulado en el aula
profesores, dejen a los niños en paz
¡oye! Profesor, deja a los niños en paz
al final, solo es otro ladrillo en el muro
al final, solo eres otro ladrillo en el muro.
Está mal, hazlo otra vez
si no comes toda tu comida
no podrás comer el postre
¿si no comes toda tu comida?
tú, ¡si!
tú, detrás de las bicis
quédate ahí muchacho.
Al final, solo es otro ladrillo en el muro
al final, solo eres otro ladrillo en el muro.
O seguimos siendo meros ladrillos en el muro, aceptando el relato español, ‘su’ historia, ‘sus’ métodos, o rechazamos sus relatos, y dejamos de ser ladrillos en ese muro, para ser lo que queremos ser.
Y para eso debemos ir unidos, pues uno sólo no puede mirar cara a cara a otro, ni una sola mano, puede aplaudir; y, difícilmente se puede derruir un muro con una sola mano.