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España encarcela un músico y aumenta el número de presos políticos

La detención en la Universidad de Lleida del cantante de rap catalán Pablo Hasél, condenado por apología del terrorismo e injurias a la Corona, ha encendido las calles de Cataluña y también de España. Hasél ha sido condenado por la letra de una canción y una colección de tuits. No es un caso aislado. Hace tres años, otro cantante de rap mallorquín, Valtonyc, se exilió a Bélgica para no entrar en prisión con los mismos cargos. España tiene el honor dudoso de ser el país del mundo con más artistas condenados, son 15 hasta ahora.

Cuando el dictador español Francisco Franco estaba a punto de morir en la cama, dijo «todo está atado y bien atado». Tenía razón, en España, los últimos jueces y policías de la dictadura se convirtieron en los primeros jueces y policías de la nueva democracia. No es de extrañar que hoy los policías rastreen las redes sociales para acusar ciudadanos por sus tuits y que los jueces condenen músicos por las letras de sus canciones. Franco murió, pero el franquismo se quedó en las instituciones.

La monarquía misma es una herencia franquista. Fue el dictador quien eligió su sucesor, el rey Juan Carlos I, padre del actual rey. Tanto Hasél como Valtonyc están perseguidos por criticar la Corona. Lo que ellos critican lo ha confirmado la prensa de todo el mundo: el antiguo rey Juan Carlos está siendo investigado por el origen dudoso de su dinero guardados en Suiza. Además, su yerno está en prisión por negocios fraudulentos. La monarquía española es tan débil que las letras de las canciones la hacen temblar.

Maria M. Garayoa