Estos días he leído el último libro de Jostein Gaarder, “Simplemente perfecto” (editorial Siruela, 2020). Este autor, mundialmente conocido tras la publicación de su libro “El mundo de Sofía” (Siruela, 1994), que fue un best-seller mundial, en su último libro, refleja, de forma novelada, unas reflexiones vitales, con un único propósito: “reconciliarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea”.
El protagonista, ante un momento crucial, repasa su propia historia, y en la mayor parte de sus episodios, acaba reconociendo que eran momentos ‘simplemente perfectos’. E incluso, en el último párrafo apunta: “Me permito pensar que el tiempo que queda no es ni demasiado largo ni demasiado corto. Tal vez es simplemente perfecto”.
Obviamente, las percepciones son subjetivas, ya que están condicionadas por la forma de organización e interpretación de las sensaciones que llegan al cerebro a través de los sentidos. Esa organización e interpretación puede ser consciente o inconsciente. Ya que, en esa conformación intervienen múltiples factores, como de su propia forma (leyes de la Gestalt), las expectativas, los intereses, el estado de ánimo, etc.
“Por regla general, las impresiones sensoriales no son vivenciadas como cualidades o intensidades aisladas, sino como un conjunto, como un todo conexionado. Esta unidad compleja se denomina percepción. Una casa, por ej., no es percibida como una suma de formas diversas y superficiales más o menos iluminadas, sino como una cosa definida, como una casa, con las cualidades genéricas de una casa. Es muy poco probable que se haga muy poco caso de las características aisladas. Nos muestra esto que intervienen en la percepción otros factores, además de la mera percepción de datos sensoriales (…) Uno de esos factores son los contenidos de la memoria (representaciones mentales, experiencia)” (F. Dorsch, ‘Diccionario de psicología’).
En España, los independentistas catalanes no podemos tener una percepción general positiva, pues, en nuestro caso, todo es simplemente imperfecto, ya que no podemos tener unas sensaciones tan optimistas como las que enumera el citado autor Gaarder.
La casa (España), evidentemente, la percibimos como un todo, no podemos diferenciar matices entre los diferentes poderes, máxime cuando todos están contaminados por el estado profundo, pues, a medida que se van sabiendo datos, publicados por The Guardian principalmente, somos más conscientes de la gran mentira que nos gobierna, ya que:
“El gobierno dice no tener constancia del supuesto espionaje a Torrent y le anima a denunciar para que se investigue.
La portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha afirmado que ‘el Gobierno no tiene constancia de que el presidente del Parlamento catalán haya sido víctima de un ‘hackeo’ o una sustracción de su móvil. Cuando se producen cuestiones de este tipo, el procedimiento es poner en conocimiento de la autoridad judicial la sustracción, ‘hackeo’ o intervención del aparato y que se pueda investigar si se ha producido y en qué circunstancias’.
(…) Según The Guardian y El País, “el teléfono (…) fue atacado entre abril y mayo de 2019 con un programa espía a través de un fallo de seguridad de WhatsApp, que abrió la puerta a su instalación en el teléfono de Torrent y de 1400 móviles en el mundo. Este programa, llamado Pegasus, fue desarrollado por la compañía israelí NSO y solo se vende a gobiernos y fuerzas y cuerpos de seguridad para combatir el crimen y el terrorismo, según han explicado fuentes cercanas a Europa Press.
Montero dice haberse enterado por la prensa. La ministra, que no ha declarado si el Ejecutivo de Pedro Sánchez va a promover una investigación interna para aclarar esta cuestión, ha señalado que ‘cualquier intervención de un móvil requiere una autorización judicial previa. Poco más tiene que decir el Gobierno, que respeta la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las actuaciones judiciales que hubiere lugar’, ha manifestado, añadiendo que se ha enterado de este asunto poco antes de iniciar la rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa, al leer la información publicada.
Torrent ya ha anunciado que llevará a cabo ‘todas las acciones políticas y legales que sean necesarias’ para que se esclarezcan los hechos. Tras afirmar que en España ‘se practica el espionaje contra los adversarios políticos’, ha instado al Gobierno a depurar responsabilidades.
Desde su punto de vista, si el Gobierno central tenía conocimiento de estos hechos, sería cómplice; y si no estaba al tanto, lo consideraría un síntoma ‘muy preocupante de negligencia política y desconocimiento de presuntas prácticas ilegales” (Europa press).
“España es cliente de NSO Group (creadora del programa Pegasus), la empresa que ha espiado a Torrent, Maragall, Gabriel, Domingo, Puigneró y Miquel (estos dos últimos se han sabido hoy, y se irán sabiendo más nombres).
Un antiguo trabajador ha confirmado a ‘Vice’ que el estado español compra ese software desde el año 2015. (…) Vice forma parte del colectivo Citizen Labs, grupo que ha investigado todas las filtraciones que provienen desde el incidente de Whatsapp el 2019” (Naciódigital).
“Whatsapp cae en diversos países del planeta. De momento se desconocen las causas.
El servicio de Whastapp ha dejado de funcionar aproximadamente a las 22.10 h (martes 14 de julio)” (Vilawep). Pero esa caída fue temporal, en función de los países, apenas unas horas.
Todo es una lucha de poderes, ya que:
“Una demanda presentada en los EUA por Whatsapp contra el grupo NSO el año pasado – la primera de este tipo contra una importante tecnológica– revelaba detalles más técnicos sobre cómo se supone que el programa Pegasus se despliega contra los objetivos. Whatsapp la pudo presentar en los EUA pues, según su propia investigación, NSO utiliza servidores en aquel país.
En los informes judiciales de la demanda, sobre la que informó The Guardian en abril pasado, Whatsapp aseguraba que Pegasus se ha utilizado contra 1400 usuarios desde los servidores controlados por el grupo NSO, no contra sus clientes gubernamentales. En otras palabras, los servidores eran parte integrante de la manera de ejecutar el pirateo.
(…)
La compañía israelí se defiende diciendo que no tiene conocimiento de cómo sus clientes gubernamentales utilizan sus herramientas de piratería” (Ara).
Como se ve, los ciudadanos sólo podemos estar desconcertados y desconfiados. No podemos creer que Pedro Sánchez esté al margen, y si lo está, demuestra su ineptitud para controlar a la policía patriótica (cuya existencia reconoció hace unas semanas, al cesar al coronel de la guardia civil Pérez de los Cobos).
Y vistos los falsos informes ‘creados’ contra nuestros representantes políticos y sociales, que ‘sirvieron’ como testimonio y avalaron tanto la fiscalía y la sala segunda del tribunal supremo, presidida por el juez Marchena, sin ningún tipo de actitud crítica, más bien, al contrario (con sumo gusto, como diría el propio Marchena); con estos antecedentes, ¿cómo es posible que el gobierno de Pedro Sánchez, respete la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad y judiciales, sin más, y, obviamente, sin promover una investigación?.
No es que “algo huela a podrido en el estado de Dinamarca” (Marcelo, en Hamlet, de W. Shakespeare), como ya cité hace unos días; como metáfora a que el pescado comienza a podrirse por la cabeza. También en España, todo el estado, empezando por la cabeza de los principales poderes, es el que está podrido y huele, más bien, apesta a franquismo. Obviamente, siempre hay algunas pequeñas excepciones en todos los cuerpos, pero las cúspides, tal como están conformadas…
En España, el servicio de ‘inteligencia’ CNI (centra nacional de inteligencia) depende del ministerio de defensa, así que Mª Margarita Robles, es la primera responsable, por acción, por omisión, o por ineptitud, así que debería ser la primera en cesar o dimitir.
Según una información del 2018, “el spyware Pegasus funcionaba ya en 45 países, entre ellos Francia y Canadá. (…) la autoría del software, también conocido como Trident y descubierto hace tres años, se asocia a la empresa israelí NSO Group y se ha localizado en países en los que los derechos humanos no tienen demasiada importancia.
El malware puede operar tanto en Android como en IOS. Cuando infecta un dispositivo, Pegasus es un potente spyware que puede hacer un montón de cosas, como grabar conversaciones, robar mensajes privados, extraer fotografías y mucho más.
Durante los últimos tres años investigadores de seguridad de Citizen Lab, perteneciente al Munk School of Global Affairs de la Universidad de Toronto (Canadá), han estado siguiendo los despliegues de Pegasus para detectar, entre otras cosas, que el spyware ha sido utilizado por regímenes gubernamentales opresivos con el fin de espiar a defensores de los derechos humanos, políticos de la oposición, abogados, periodistas, etc. (…), por ejemplo, demostró evidencias de que el gobierno de los Emiratos Árabes había utilizado Pegasus para espiar al defensor de los derechos humanos Ahmed Mansoor, sentenciado a diez años de prisión.
(…) Se añade el dato de que el pasado mes de julio, autoridades de Israel detuvieron a un empleado de NSO Group por robar el código fuente de Pegasus e intentar venderlo en la Dark Web por 50 millones de dólares” (19 de setiembre de 2018, www.itdigitalsecurity.es)
Es evidente que, si el estado de Israel vende esta aplicación a diferentes países, de forma indiscriminada, como se puede ver, es de suponer que ellos tienen una aplicación mucho más potente, ya que el Mossad y el Shin Bet, los servicios de inteligencia israelíes son de los más avanzados y eficaces del mundo.
Como ya he comentado, es comprensible que todos los países tengan servicios de inteligencia, para proteger a los respectivos ciudadanos contra ataques terroristas; pero, como he señalado, siempre tendría que haber un control democrático, judicial y político; asimismo, la prensa, el cuarto poder, debería realizar su función de contrapeso.
En diferentes ocasiones ha habido personas éticas, como:
· Daniel Ellsberg, que en 1969 filtró al The New York Times, una información según la cual, los EUA estaban bombardeando, secretamente, bases nortvietnamitas en Laos y Camboya; o
· Frank Wills, un guardia de seguridad del complejo Watergate que, en 1972, descubrió irregularidades para efectuar escuchas en la oficina del Comité Nacional Demócrata, y gracias a la labor de los reporteros del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, apoyados por ‘la garganta profunda’ (William Mark Felt, exdirector adjunto del FBI), pudieron publicar un objetivo análisis. El presidente Richard Nixon negó toda conexión y conocimiento del caso, pero al final, viendo que iban a cesarlo, dimitió. Y su sucesor, Gerald Ford, promulgó un indulto completo e incondicional (setiembre de 1974), para el expresidente Nixon. Y, según los analistas, ese indulto hizo que Ford perdiera las siguientes elecciones en 1976.
(fuente Wikipedia)
Sólo el pueblo salva al pueblo:
Ante toda esa maraña de intereses y poderes, debemos tener presente la célebre frase “sólo el pueblo salva al pueblo”; frase que tiene muchos ‘padres’, como José Antonio Aguilar Castillejos (líder del CEE de Morena, Chiapas), Hugo Rafael Chávez Frías (ex presidente de Venezuela) y los círculos bolivarianos o, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, que la matizó: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo; y sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación”. Oriol Junqueras también utilizó esa frase delante de su departamento, en medio del asedio policial, refiriéndose al referéndum.
López Obrador dijo también otras frases similares: “La ciudadanía tendrá la última palabra”, “No puede haber Gobierno Rico con Pueblo Pobre”, “Vamos a barrer la corrupción del gobierno como se barren las escaleras, de arriba hacia abajo”, “Con el pueblo todo, sin el pueblo, nada”.
Todas esas frases regeneracionistas, compartidas actualmente por todos los movimientos sociales, deberían ser el verdadero motor de la revolución democrática y pacífica; no quedarse reducidas a meros eslóganes estéticos, que pronto se olvidan.
Hemos de ser conscientes de la fuerza democrática que tenemos, no olvidar, y castigar en las urnas a todos los políticos que ejercen su función en contra del pueblo, y, por ende, a favor de los poderes de siempre.
Es la única fórmula para que la situación pueda llegar a ser “simplemente perfecta” como diría Jostein Gaarder.
Amadeo Palliser Cifuentes