La Trinca fue un grupo musical catalán de la década de los setenta y ochenta, sus canciones eran humorísticas, con unas letras críticas, con un doble lenguaje, para evitar la censura franquista. Los temas de sus canciones fueron muy variados, pero en este escrito quiero centrarme en la canción que he tomado como título (‘Com el Far-West, no hi ha res’, del álbum ‘Nou de Trinca’, del año 1981).
He escogido esta canción, precisamente, por referirse a la persecución de la lengua catalana, que, como sabemos fue perseguida durante el franquismo al grito de ‘habla cristiano’, y que, en la actualidad, todavía está vetada en el congreso, senado, tribunal supremo y, en definitiva, en todas las instancias españolas.
Socialmente no se puede considerar que el catalán goce de buena salud, ya que tenemos todos los poderes del estado y los grandes medios de comunicación en contra; incluso hay partidos catalanes, unionistas, como ‘Ciudadanos’ que nacieron para ir en contra nuestra lengua, contra la inmersión lingüística, contra TV3 (la televisión catalana), etc.
Nada de todo esto es nuevo, como sabemos, y también sabemos que puntualmente se produce algún brote crítico, que se traduce en boicot contra determinados productos catalanes en el resto de España, por ejemplo, en su momento, contra el cava (vino espumoso) catalán. Y ahora, lo estamos viendo contra la marca de helados Frigo (del grupo Unilever), por rotular en catalán, los productos destinados al consumo en Catalunya, tal como ya avancé en un escrito de hace unos días.
Pues bien, volviendo con La Trinca, y la canción citada, seguidamente traslado la letra, en una versión ‘curiosa’ que hicieron en castellano, pero que no grabaron en ningún disco.
Me parece interesante, ya que refleja muy bien la historia que nos ocupa:
“Dicen, que hay una tribu de indios en el oeste americano
que tiene algún parecido con el pueblo catalán.
No hay tribu más ufana bajo el sol
son y serán gente apache tanto si quieren como si no.
Ha recibido por todos lados, pero adelante, ¡que no ha sido nada!
por su mala estrella es el ‘pupas’ del Far West.
Pues sabemos según la historia que esta tribu, ¡pobrecitos!,
cuando se rifan garrotazos tienen todos los billetes.
¡Qué lejos está el Far West!
¡Qué bonita es Oklahoma!
¡Como el Far West, no hay nada!
Invasiones de todo tipo ha sufrido continuamente
pero una de las más sonadas la ha tenido últimamente.
La del general Frank Cooster y un puñado de estúpidos,
hace quince mil lunas, más o menos unos cuarenta años.
La primera agresión del infame general
fue prohibir su lengua y la danza ritual,
y enviar a los camisas azules para colonizar a los nativos
y arrancar la cabellera a los elementos subversivos.
Pero la muerte del general, el de los sellos de correos,
lo dejó tan bien atado que mandan sus herederos.
Para poder cambiarlo todo, pero que todo siguiese igual,
montaron unas elecciones para distraer al personal.
Y cuando la tribu con euforia, desenterrando el hacha
mandaba a hacer puñetas el famoso sentido ancestral…
Para parar el golpe de momento y presidir la reserva,
del exilio llega un jefe que tenían en conserva.
Y para serenar los ánimos de este pueblo tan tozudo
se firma un tratado de paz al que llaman Estatuto.
Pero como siempre pasa en el cine a la hora de la verdad,
los tratados con caras pálidas sólo son papel mojado.
Y ahora quieren echarse atrás porque dicen que somos un caso
y que cuando se nos da un dedo nos cogemos todo el brazo.
Y como tanto recomiendan prudencia y moderación,
ya no estamos desencantados, ahora estamos cagados de miedo.
Entonces no quieren que hagamos el indio y amenazan cada día
que vendrá, si no estamos quietos, el Séptimo de Caballería.
Que vendrá, si no estamos quietos, el Séptimo de Caballería.
Que vendrá, si no estamos quietos, el Séptimo de Caballería.
Como habrá visto el lector, la referencia a la opresión de Catalunya es muy clara, y el riesgo de su publicación evidente, no hay que olvidar que el 23 de febrero de ese mismo año 1981 se produjo el golpe de estado de Tejero, Miláns del Bosch y Armada, y su juicio se realizó el año siguiente, 1982.
Y todos sabemos que el estado, en todas sus formas y con todos sus tentáculos, ejercen todo su poder, cuando y cómo les interesa; por ejemplo, ahora, la empresa ‘Frigo rotulará sus anuncios en español, tras la ola de críticas de los consumidores: Frigo introducirá el español en sus carteles tras el monumental enfado de los consumidores por la exclusión de una de las dos lenguas oficiales en Cataluña. La polémica llegó incluso a las instituciones comunitarias cuando el eurodiputado de Ciudadanos, Jordi Cañas, anunció que presentaría una denuncia ante la Comisión Europea’ (Crónica)
Es vergonzoso todo este embrollo, pues tenemos miles de casos totalmente al revés, que se ‘olvida’ el catalán, y nadie sale en defensa de ‘una de las dos lenguas oficiales’. Pero, claro, el castellano, o, mejor dicho, el español, como prefieren decir, para su mayor honra y orgullo imperial.
La constitución, en su título preliminar, art. 3.1, dice: ‘El castellano es la lengua española oficial del Estado (…)’; en el punto 3.2, dice: ‘Las demás lenguas españolas serán también oficiales (…)’; y en el punto 3.3: ‘La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España (…)’. Es decir, queda muy claro que la lengua es la castellana, ya que la historia no la pueden tergiversar, por mucho que les gustaría.
Es interesante observar el tratamiento que se da a las lenguas, en las distintas constituciones de la UE: “Considerando que de forma indirecta la constitución de Bélgica las establece al describir tres regiones lingüísticas, hay dieciséis estados europeos en que en sus constituciones no hacen referencia a su lengua, estos son: Alemania, Bosnia-Herzegovina, Dinamarca, Grecia, Hungría, Italia, Luxemburgo, Islandia, Noruega, la Ciudad del Vaticano, San Marino, República Checa, Países Bajos y Reino Unido”, (Wikipedia), quedando reconocidos de facto, sus respectivas lenguas en sus territorios.
Es preciso destacar, por ejemplo, que, en Dinamarca, además del danés, de facto la lengua oficial, tienen el feroés, el frisón y el groenlandés. Por lo que esa situación me parece un adecuado ejemplo, totalmente contrapuesto al de España, ya que aquí impera el viejo refrán ‘dime de qué presumes y te diré de qué careces’, no es más que una muestra de inseguridad propia del complejo de inferioridad.
Y aquí llegamos al nudo gordiano, ya que el complejo / sentimiento de inferioridad:
“Para Adler, sentimiento basado en una inferioridad orgánica afectiva. En el complejo de inferioridad, el individuo intenta compensar, con mayor o menor éxito, su deficiencia. (…) Según Freud, el sentimiento de inferioridad no guarda una relación electiva con una inferioridad orgánica.
(…)
Los defectos constitucionales y otros estados análogos de la infancia originan un sentimiento de inferioridad que exige una compensación en el sentido de una exaltación del sentimiento de personalidad. El sujeto se forja un final, puramente ficticio, caracterizado por la voluntad de poder y que (…) atrae en su camino todas las fuerzas psíquicas.
(…)
Estructuralmente, el sentimiento de inferioridad traduciría la tensión existente entre el yo y el superyó que lo condena. Tal explicación subraya el parentesco existente entre el sentimiento de inferioridad y el sentimiento de culpabilidad
(…)
Desde el punto de vista clínico, se ha subrayado con frecuencia la importancia de los sentimientos de culpabilidad y de inferioridad en las diferentes formas de depresión”
(Diccionario de Psicoanálisis, de J. Laplanche y J. B. Pontalis)
Me parece que estas explicaciones, aplicándolas en el marco psicosocial, podemos ver con enorme claridad la causa originaria de la concepción española respecto al catalán, y, por extensión, a la generalidad de las situaciones respecto a la catalanidad.
Es decir, intentar compensar sus deficiencias y, consecuentemente, su culpabilidad, queda evidente, todo lo que hacen sobreactuando, no es más que una muestra de su debilidad; pero, eso sí, no por eso dejan de ser peligrosos, más bien al contrario, incrementa su virulencia, pues aquí no entra la razón, que actúa en otro plano (cuando actúa).
Por todo eso, repito que no podemos solucionar un problema inherente a su personalidad, eso no es una tarea fácil, máxime cuando al verse ‘atacados’ afloran todos sus mecanismos de defensa inconscientes, y se acaba de complicar la situación.
Nosotros sólo tenemos una salida, que es la de independizarnos, no hay otra.
Amadeo Palliser Cifuentes