Buscar

España y el desprecio de las autonomías

“Cuando España entró en la desescalada, Sánchez se vanagloriaba de la efectividad del estado de alarma y, especialmente, del hecho que su aplicación en todo el Estado había beneficiado a las comunidades autónomas, con independencia de su situación epidemiológica. A mediados de marzo la Comunidad de Madrid estaba disparada y diferentes actores políticos reclamaban su aislamiento, pero las restricciones no llegaron hasta el 14 de marzo, cuando el estado de alarma sometió el confinamiento hasta el último rincón del país.

Cinco meses después, la transmisión del virus vuelve a ser irregular, con importantes focos en Madrid, Catalunya y Aragón, pero esta vez Sánchez ofreció un estado de alarma a la carta y voluntario. El jefe del ejecutivo citaba el artículo 5 de la ley que regula los estados de alarma, del 1981, que prevé que los presidentes autonómicos lo soliciten y lo comanden. ‘Lo que está haciendo el gobierno de España es supervisar, dar soporte, coordinar, cooperar, en definitiva, cogobernar, que son las palabras que estamos haciendo servir para hacer frente a la epidemia, con eficacia’, aseveraba el martes Sánchez. Verbos que adoptó en la fase final de la primera oleada y que ahora quiere dotar de consistencia, trasladando a las comunidades la responsabilidad de parar los rebrotes y, también, de asumir las consecuencias políticas. Como se ha visto, el ordenamiento jurídico permite una cosa y la contraria.

Este estado de alarma territorial, en el que se tendría que pactar qué atribuciones se permitirían al residente autonómico que lo solicite, contrasta con el papel de coordinación que el gobierno español ha querido asumir de cara a la vuelta a la escuela. Las competencias en la gestión educativa están transferidas a las comunidades y es por este motivo que en los últimos días las diferentes autonomías ya han ido elaborando sus respectivos planes. El jueves pasado, pero, se celebró una reunión interterritorial conjunta de Sanidad y Educación, con los ministros y consejeros del ramo, para acordar un mínimo común denominador para todo el territorio español.

‘Lo que se haga en un lugar de España ha de ser igual o similar a lo que se haga en otro lugar. Si una cosa es buena para un niño en un lugar de España, también lo es para uno en otro lugar de España’, resumía el miércoles la vicesecretaria de políticas sociales del PP, Ana Pastor (…) que pidió a Sánchez que asumiera las responsabilidades –‘no se delegan- reiteraba, y citó el artículo 14 de la ley general de salud pública, del 2011, que atribuye al ministro de Sanidad la gestión de la vigilancia en salud pública”.

(…)

La evolución del covid-19 marcará si hay o no 17 diferentes vueltas a la escuela, y el gobierno español se reserva la posibilidad de intervenir”

(O. T. Serra, Ara, 29/8)

“Al presidente del gobierno español le acompaña la imagen de no ser hombre de palabra (…) El uso habitual de Sánchez, seguramente por las circunstancias que le han tocado vivir, del ‘donde dije digo, digo Diego’ para flotar, hace que poner la mano en el fuego por lo que hará, resulte arriesgado’

(Joan Esculies, Ara, 29/8)

Es evidente que el estado español, y Pedro Sánchez en particular, tienen una visión del estado de las autonomías, un tanto ‘sui géneris’, ya que sólo lo aplican cuando les conviene, en caso contrario, centralizan las funciones o su gestión, bajo la escusa de la coordinación y la cogobernanza. No quieren entender que si la educación, por ejemplo, está transferida a cada una de las comunidades autonómicas, su obligación es velar de que se cumpla la constitución, y se respeten las leyes; ellos que son tan dados a llenarse la boca con ‘sus propias leyes’, pero, en realidad, son los primeros en saltárselas en beneficio propio, buena prueba la tenemos en la corrupción multimillonaria, tanto del PP como del PSOE, que va en su línea patrimonialista del estado; otra prueba fue el juicio farsa contra nuestros representantes políticos y sociales, que no ‘aguantan’ el veredicto de los jueces independientes europeos.

Ya lo dice la siguiente cita:

“Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”

Francisco de Quevedo (Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, 1580-1645)

Un buen resumen del estado español, lo podemos ver en la siguiente fábula:

“La fábula del hombre justo, una historia sobre el triunfo de la verdad.

La fábula del hombre justo es una historia que nos habla acerca de los diferentes caminos por los que se llega a la verdad. El protagonista es un hombre humilde que fue acusado de un delito de manera injusta, sólo por envidia.

La fábula del hombre justo nos cuenta la historia de un campesino que vivía en un lejano país, siendo su modo de actuar un modelo de conducta. Todos sus vecinos lo apreciaban, consultándole con frecuencia cuando tenían problemas. Así mismo, estaban pendientes de lo que pudiera necesitar.

Era un gran trabajador. Se levantaba con las primeras luces y trabajaba sin descanso para mantener a su familia. En su mesa siempre había pan, fruto de su ardua labor. Podemos decir que era un hombre feliz.

Dice la fábula del hombre justo que el campesino tenía un pequeño rebaño de ovejas, pero un día notó que faltaba una. Era la más pequeña. Quizás se había ido por ahí y ahora estaba perdida. Sin dudarlo, se adentró en el campo para buscar al animal. Caminó y caminó hasta que por fin la divisó cerca de una zona rocosa.

El campesino se acercó y la pequeña oveja se sobresaltó. Dio un brinco y quedó atrapada entre unas piedras. El hombre apresuró el paso y cuando llegó a donde estaba el animal, comenzó a remover las rocas para liberarla. No era fácil porque la zona era muy irregular. Estaba a punto de lograrlo, cuando observó brillar algo debajo de las piedras.

Intrigado, siguió escarbando después de liberar a la oveja. Cuál no sería su sorpresa cuando identificó el estímulo de su curiosidad: un enorme diamante pegado a una roza. Con cuidado lo desprendió, para correr a casa y contarle lo sucedido a su mujer.

Cuenta la fábula del hombre justo que la esposa saltaba de alegría. Esos riscos quedaban dentro del terreno del que eran propietarios. Así no había discusión: ahora eran millonarios. Los dos volvieron al sitio para ver si había más piedras preciosas, pero no encontraron nada. No les importó, con el diamante era suficiente.

La noticia corrió como la pólvora. De muchas partes llegaron los conocidos para felicitarles. Todos sentían gran efecto por aquel hombre, que en muchas oportunidades les había ayudado de mil maneras. Hubo un gran festejo. Sin embargo, el hombre más rico del poblado no le hizo ninguna gracia lo sucedido.

Este hacendado era poderoso y sintió celos por la buena fortuna del campesino. Cuenta la fábula del hombre justo que no dormía, de la envidia que sentía. ¿Cómo era posible que aquel pobre hombre fuera, de la noche a la mañana, tan acaudalado como él? No toleraba la idea de ver a aquel campesino como a un igual por obra del azar.

Fue tanto su encono, que decidió no permitir que el campesino disfrutara de su fortuna. Tan pronto como pudo fue a ver al juez, su amigo, y denunció al buen hombre por robo. Aseguró que ese diamante estaba dentro de su propiedad y que el campesino había entrado furtivamente para robarlo. El juez decidió apoyarlo en ese propósito ruin.

De la noche a la mañana, llegaron varios policías a la casa del campesino y lo apresaron. Luego lo condujeron a la cárcel, sin hacer caso a los ruegos del buen hombre ni del llanto de su esposa. Era la palabra de un trabajador humilde contra la del hombre más poderoso del poblado. Además, el juez era su amigo. La suerte parecía echada.

Cuenta la fábula del hombre justo que los amigos del campesino llegaron en masa hasta el tribunal. El juez se dio cuenta de que no iba a ser tan fácil inculparlo. No quería ganarse la enemistad de todo el pueblo. Así que decidió urdir un plan para salirse con la suya. Les dijo a todos que dejaría la decisión en manos de la Providencia. Luego ordenó un receso.

El juez fue aparte y tomó dos papeles. En ambos escribió la palabra ‘culpable’. Al rato reanudó el juicio y les dijo a todos que la situación quedaba en manos de Dios. Agregó que tenía dos papeletas: en una decía ‘culpable’ y en la otra ‘inocente’. El campesino debía elegir una de las dos y así todo quedaría decidido.

El campesino sabía que todo era una trampa. Dice la fábula del hombre justo que pensó un momento. Luego tomó una de las papeletas y se la comió. Todos quedaron asombrados. El juez, impaciente, dijo que había arruinado todo. ¿Ahora cómo iban a saber el veredicto? El campesino sonrió: ‘Es muy sencillo. Solo es cuestión de mirar la papeleta que no elegí para saber qué decía la que sí elegí y me tragué’.

Poco después fue liberado”.

(lamenteesmaravillosa.com)

En esta fábula, el hombre rico podría ser el símil de Pedro Sánchez y todo su gobierno, mientras que su amigo, el juez, podría representar, muy adecuadamente, a todo el poder judicial y a la fiscalía (‘que te lo afina’, como dijo el anterior ministro de interior, Jorge Fernández Díaz, para justificar las falsificaciones de pruebas contra el movimiento independentista).

Y cuando tenemos un gobierno, con un presidente como Pedro Sánchez, que no es un hombre de palabra, con unos ministros, tipo Margarita Robles, que además de ser inmorales, ya que con el pretexto del bien común, sólo buscan centralizar el estado, y, además, son incultos, ya que menosprecian los ‘Juegos Florales’, (Juegos de Gaia Ciencia), que son unos concursos literarios de poesía que tienen una tradición originaria del siglo XV, en la corte provenzal de Tolosa de Llenguadoc, ya no hay nada más que decir.

Por todo esto, y por muchísimas otras razones, por ejemplo, el nuevo rechazo de la mesa del congreso de diputados, para que Pedro Sánchez y la vicepresidenta Carmen Calvo, con el voto del PSOE, PP y Vox (de ultraderecha), explique la salida del rey emérito, etc.; sólo nos queda un camino, independizarnos de esa ‘tropa’ y de sus ‘malas artes’.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com