El 10 de octubre del año 2012, el por entonces ministro de educación y cultura, José Ignacio Wert, del PP, afirmó en el congreso de los diputados que ‘la intención de su departamento es españolizar a los niños catalanes, afirmando que su política educativa en Catalunya se dirigirá a que los niños catalanes se sientan tan orgullosos de ser catalanes como de ser españoles (…) ya que de ese modo, los alumnos tendrán la vivencia equilibrada de las dos identidades, la española y la catalana, porque las dos les enriquecen y fortalecen’. Y, en una entrevista del 3 de octubre del 2019, el exministro manifestó que ‘sigo pensando que hay que españolizar a los niños catalanes en los términos en los que en su día lo dije’.
Los catalanes tenemos muy claro que, tras el decreto de nueva planta aplicado en Catalunya en 1716, por el primer Borbón, Felipe V (1683 – 1746), sigue vigente en el reinado del actual (y espero que último) Borbón, Felipe VI, al que llamaban ‘el preparao’, y ya hemos visto esa preparación, como la de su padre, ‘el campechano’, en línea con toda su ascendencia familiar.
Esa concepción de las tierras conquistadas, tras ser derrotadas a sangre y fuego, sigue vigente en la mentalidad mesetaria, carpetovetónica y casposa (con muy puntuales y honrosas excepciones), pues el asesino dictador Francisco Franco (1892 – 1975) elevó a la enésima potencia la represión de la catalanidad en todas sus expresiones.
Por eso a nadie le puede extrañar la desafección que predomina en Catalunya respecto a todo símbolo y expresión española.
Hace unos días, por citar un ejemplo, vi el aprecio y alta consideración que los noruegos tienen por su país y su bandera, que tienen izada en sus casas, y, en su ausencia, el banderín permanente.
Pero aquí no es el caso, ya que la bandera española representa la conquista, la muerte y la ruina de los catalanes; y, este sentimiento no se ha borrado en tres siglos, ni se borrará, por más esfuerzos que hagan los diferentes gobiernos españoles.
Y esos ‘esfuerzos’, los catalanes los podemos constatar por la profusión de visitas del rey y sus infantas, en estos últimos años, programadas por el ‘gobierno más progresista de la historia’, como lo autocalifica el pinocho Pedro Sánchez.
Asimismo, vemos que en esa política de españolizarnos y mostrar al exterior que estamos ‘pacificados’ (como dice el citado Sánchez), éste tiene una agenda repleta de actos de dominio de lo que considera su cortijo colonial, así, por citar unos ejemplos:
- la cumbre hispano – francesa en Barcelona (febrero pasado, con la consabida respuesta crítica),
- la imposición por tierra, mar y aire, de ‘la roja femenina’, como una muestra de orgullo hispano (olvidando que la casi totalidad de las jugadoras son del Barça), un orgullo que ha quedado deteriorado, gracias al macho alfa Luis Manuel Rubiales y sus amiguetes,
- la programación, para este fin de semana, del inicio de la vuelta ciclista española, en Catalunya, que comportará la mayor afectación histórica del tránsito en Barcelona y demás comarcas, el próximo lunes y martes. Pero, claro, eso no les preocupa en absoluto, e incluso el alcalde Jaume Collboni (PSC/PSOE) lo considera positivo, por el marketing que comporta, pues sólo ve los beneficios económicos, y olvida los perjuicios sociales. Esta manifestación ciclista controvertida, será seguida por independentistas con la ‘estelada’, la bandera independentista; pero sabemos que la TVE evitará y cortará todas esas escenas, como censuran las manifestaciones críticas; por eso yo soy partidario de no ir a verla,
- la programación de una nueva cumbre de la UE, en Barcelona, para la segunda quincena de setiembre,
- etc.
Los catalanes sabemos que el reino español tiene, en su credo, el cuento de:
‘La gallina de los huevos de oro
Érase una gallina que cada día ponía un huevo de oro a su dueño. Aún con tanta ganancia, mal contento, quiso el rico avariento descubrir de una vez la mina de oro, y hallar en menos tiempo más tesoro. Por eso la mató, le abrió el vientre y, después de haberla registrado, no encontró ninguna mina, y perdió los huevos de oro, para siempre’.
Y eso lo hemos constatado los catalanes, que llevamos siglos siendo expoliados, y ahora vemos que ni así están satisfechos, y quieren ir a fondo, destriparnos, aunque así pierdan sus futuras ganancias. Esto lo tenemos muy claro los independentistas; y no entendemos que los catalanes unionistas, también afectados, no quieran reconocerlo.
Los independentistas de base tenemos muy claro que solo hay una alternativa, que es la confrontación, el embate pacífico, pero efectivo. Y no aceptamos que nuestros votos consoliden el corrupto y represor estado, ni queremos sus prebendas interesadas, por ambas partes, por ejemplo, concediéndonos la confección de grupos parlamentarios en el congreso; pues todo son ‘regalos’ envenenados a cambio de …
Sabemos que hagamos lo que hagamos, siempre seremos criticados, como muestra el siguiente cuento:
‘El viejo, el niño y el burro
Un viejo y un niño viajaban de pueblo en pueblo en compañía de un burrito de carga. Cuando pasaban por el primero de los pueblos, comenzaron a escucharse los rumores de las voces de la gente que decía: ¡Vaya par de tontos!, tienen un burro y andan a pie por el camino.
Al oírlos, el viejo se sintió mal, y decidió prestar atención a tales palabras. Entonces, subió al niño al borrico y continuaron el trayecto.
Al llegar al siguiente pueblo, el niño llamó la atención de un campesino y señalando a los viajantes, comentó: ¡Qué niño tan desconsiderado!, siendo joven y con energía, permite que el viejo camine y se fatigue.
El viejo y el niño se quedaron pensando, así que decidieron cambiar de lugar y mientras el niño caminaba, el viejo iba montado al burro; pero, al llegar a un nuevo pueblo, la gente empezó a murmurar: ¡vaya viejo maltratador, perezoso y egoísta!, lleva al pobre niño caminando incansablemente bajo el sol.
Entonces el viejo y el niño decidieron montar juntos al animal y así llegaron al cuarto pueblo. Estando allí, un hombre se les acercó y les dijo: ¿es suyo ese burrito?, sí, respondió el viejo. Pues no lo parece, a juzgar por la forma en que lo sobrecargan y lo agotan.
El viejo y el niño se sentaron a pensar y se les ocurrió atar las patas del burro, ensartar un palo entre ellas y montarlo sobre sus hombros.
La gente se quedó sorprendida al ver semejante tontería, así que siguieron al viejo y al niño. Cuando llegaron al puente más cercano, las voces de la multitud comenzaron a molestar al burro que, haciendo uso de su fuerza, luchó y luchó con las cuerdas hasta soltarse y, sin quererlo, cayó por el puente abajo hasta caer en el río. El burro se subrepuso, nadó, salió del río y huyó por los caminos del campo.
Sólo entonces, el viejo entendió que, por querer dar gusto a todos, actuó sin sentido común y perdió su bien más preciado.
(https://www.culturagenial.com)
Es evidente que no podemos contentar a todos, y que no podemos apartarnos de nuestras creencias, de nuestro objetivo, que no es otro que la independencia.
Somos un pueblo pacífico y acogedor, y sabemos que nunca vendrán los 300 espartanos de Leónidas (540 a.C. – 480 a.C., en las Termópilas), para defendernos de los ‘Jerjes’ españoles (en recuerdo de Jerjes I, 519 a.C. – 465 a.C.), ni tampoco tendremos a héroes como Tzoyectzin, Temoctsin y Tzilacatzin, guerreros indígenas aztecas que aterrorizaron a los colonizadores castellanos.
Estamos solos, ni la UE nos apoya, como sabemos, así que, lo mínimo que podemos hacer, es unirnos, como hicieron los atenienses y espartanos para defenderse de la invasión de los persas (segunda guerra médica, 480 a.C. – 478 a.C.), olvidándose de sus históricas guerras y rivalidades, como he citado.
Es necesario que los partidos independentistas olviden sus intereses personales y sus ambiciones de prebendas españolas.
El mencionado Tzilacatzin, ‘a pesar de la entrega y valentía durante todas las batallas que antecedieron a la caída de Tenochtitlán, no podía evitar sentir una profunda tristeza por aquellas comunidades que, por culpa del odio que sentían hacia los mexicas, se habían aliado con el enemigo; consolidando así la derrota para todos los pueblos originarios’.
(https://www.mexicodesconocido.com)
Sólo unidos, podremos hacer frente a la españolización que nos imponen; y ese sería el primer paso hacia nuestra independencia.