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¿Esperanza?

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Después de un escrito como el de ayer, con tan malas y desgraciadas noticias, y a pesar de que la situación apunta realmente muy negro (Pedro Sánchez, por ejemplo, sigue sin rectificar sus declaraciones sobre los inmigrantes de Melilla, mostrando, de ese modo, su nula empatía con los más necesitados), me parece que es interesante y terapéutico, no cerrarnos todas las puertas.

También hay noticias positivas (ajenas a las generadas por el G-7, la OTAN, Putin, etc.), y una de ellas, por ejemplo, es la elección de Francia Márquez, primera afrodescendiente, elegida vicepresidenta de Colombia. La elección de una negra humilde, que ha trabajado en la mina, en el servicio doméstico, que se esforzó para estudiar y graduarse como técnica agropecuaria y abogada, y que tiene un largo currículo reivindicativo contra las empresas hidroeléctricas y extractivas (por lo que fue premiada con el Goldman – Nobel del medio ambiente – y el Joan Alsina de derechos humanos).

En un artículo de Carmen Vinyoles Casas, titulado ‘Peligro, una ‘nadie’ al poder’ (PuntAvui, 26/6), la autora explica que: ‘una periodista le preguntó si su idea de vivir sabroso (lema del Pacto Histórico durante la campaña electoral) es ocupar la lujosa casa destinada a los vicepresidentes (…) y Márquez contestó, con contundencia: ‘vivir sabroso es vivir con dignidad, con salud, con soberanía alimentaria. No estoy por un cargo o por una casa si no para hacer cambios en mi país’. Que mujer más peligrosa: una nadie al poder’.

Ya hemos tenido personajes morales, como José Mújica, expresidente uruguayo (2010-2015). Pero todos sabemos que el sistema es muy poderoso, y acaba engulléndolo todo. Por eso la lucha no acabará nunca, ya hemos visto que derechos conseguidos hace más de 50 años, como el aborto en los EUA, son retrocedidos, sin más. Por lo que debemos nadar más rápido que la corriente, si queremos avanzar)

A pesar de todo, no debemos perder la esperanza, pero no reducida a su etimología latina (de spes, y sperare), si no más bien de su origen hebreo (‘la palabra hebrea ‘esperanza’ es la misma que para la ‘agrupación’ o ‘reunión’ de las aguas (mikvé). La Biblia usa la palabra mikvé en la creación: Dios llamó tierra seca a la ‘tierra’ y a la reunión (mikvé) de las aguas (máyim) llamó mares. Génesis 1:10).

Como puede verse, hay una sensible diferencia, pues en la expresión latina nos quedamos a la espera, cerrando los ojos y cruzando los dedos, esperando la mejor solución posible; mientas que, en la hebrea se expresa confianza.

‘La esperanza en hebreo implica la expectativa de obtener lo que se desea, ya que la palabra hare referencia a un ‘cordón’ o una ‘cuerda’, y viene de la raíz hebrea kavah, que significa unir, recolectar, es decir: esperar algo unido con una cuerda. Esto nos da la idea de un objeto concreto: una cuerda tejida. Una cuerda no es solamente algo que vemos con nuestros ojos, sino que es algo que podemos agarrar con nuestras manos. En otras palabras, la esperanza es algo real, es algo a lo que podemos agarrarnos. La esperanza hebrea no es algo fuera de nuestro alcance’

(https://www.enlacejudio.com)

En este punto, me parece ilustrativo el siguiente cuento corto:

‘Algo he hecho

Un hombre paseaba por la calle, al girar la esquina, descubrió a una niña pidiendo limosna en el suelo. La pequeña iba sucia, parecía hambrienta y no paraba de tiritar.

Se aferraba a su vieja manta para entrar en calor.

Aquel hombre, al ver la escena, exclamó: Señor ¿cómo permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para ayudar a esta niña?

En cuanto giró la esquina, escuchó una voz: Claro que he hecho algo: te he hecho a ti’

(https://mestreacasa.gva.es)

Yo soy agnóstico, pero, a pesar de eso, me ha parecido interesante efectuar las citas anteriores, ya que podemos y debemos aplicarlas en nuestra cotidianidad, por ejemplo, en nuestras reivindicaciones independentistas.

Ayer, nuestro colectivo de Meridiana Resistiex efectuamos nuestra manifestación 800 (y ningún diario ha publicado nada al respecto, tampoco unas breves cartas que envié al respecto; esto ya es habitual).

Pero, a pesar de todos los intereses que tenemos en contra, los independentistas en general, y nuestro pequeño colectivo en particular, deberíamos tener presente la importante idea de la reunión, ya citada, así como de la cuerda, que entre todos debemos estirar, sin desfallecer. Debemos tensar la situación, para sacar de su situación de confort, a los que se quedan en el sofá.

Somos conscientes que el futuro sabroso que deseamos será, socialmente, más justo; pues no será un duplicado, en pequeño, del reino español, basado en la corrupción generalizada.

Y sabemos, también, que, aunque seamos pocos, somos necesarios, como explica el cuento, y como reflejó Aleksandr Solzhenitsyin, en su obra ‘Un día en la vida de Ivan Denisovich’, que explica la importancia de uno solo, a la que me he referido en un par de ocasiones.