Buscar

Estrategias para la mayor crisis educativa. Reduzcamos los costos en el aprendizaje escolar

  • Poco después del inicio del año escolar 2021-2022, publicamos un estudio donde alertamos sobre la necesidad de que el sistema educativo mexicano realizará un esfuerzo extraordinario para mitigar la pérdida en aprendizaje escolar porque, de no hacerlo, las desigualdades escolares preexistentes a la pandemia se profundizarían
  • Desafortunadamente, las autoridades no han atendido la problemática con la celeridad y responsabilidad necesarias. De mantenerse así, la consecuencia futura se verá reflejada en un mayor cierre —a las ya de por sí bajas— de opciones de movilidad social que hay en el país. 
  • Los costos en aprendizaje escolar, que en su momento estimamos, toman en cuenta la marcada desigualdad en recursos que hay entre los hogares y las regiones mexicanas. También incorporan el hecho de que los costos pueden acumularse en el tiempo. 
  • A finales del mes de abril de este año, la Subsecretaría de Educación Básica del gobierno federal publicó un documento sobre la estrategia para mejorar los aprendizajes escolares del estudiantado. 
    • En el documento se hace referencia a la percepción de las y los docentes sobre pérdidas en aprendizaje escolar a causa de la pandemia. 
    • Dicho instrumento se levantó de finales del mes de enero hasta mediados del mes de febrero y cabe resaltar que entre cuatro opciones de respuesta (muy alta, alta, baja, muy baja), 46 por ciento de las y los docentes perciben  alta (39 %) o muy alta (7 %) pérdida de aprendizaje escolar entre  estudiantes
    • Al diferenciar por grado escolar, en la secundaria seguida muy de cerca por la primaria es en donde se perciben las mayores pérdidas, con un 48 por ciento de docentes que perciben alta (38.9 %) o muy alta (9 %) pérdida
    • La coincidencia en el sentido de los resultados entre la percepción de los docentes y nuestras estimaciones refuerzan el argumento de que nos enfrentamos a la crisis educativa más grave de nuestra historia reciente. La atención al problema por parte de las autoridades educativas ha resultado, por decir lo menos, insuficiente.
  • Alargar la duración del año escolar sin ofrecer una hoja de ruta sobre qué hacer durante ese periodo, no resolverá un problema que ya es estructural. Un paso imprescindible y que más trabajo costará realizar conforme se siga posponiendo es la elaboración de un diagnóstico completo que nos permita identificar las áreas, tanto geográficas como temáticas, en donde las brechas crecieron más. 
  • De igual forma, es imprescindible que el diagnóstico incluya un componente de condiciones socioemocionales, en tanto que el desarrollo de los alumnos se ve directamente afectado por toda la diversidad de choques que enfrentaron durante el periodo de cierre escolar. Entre ellos se pueden destacar la falta de socialización, afectaciones graves como la pérdida de familiares, la inserción obligada en el mercado laboral, la adquisición temprana de responsabilidades dentro del hogar o la exposición a conductas violentas en su entorno inmediato.
  • Del diagnóstico se derivarán múltiples decisiones. Por ejemplo, más que obligar a que los programas escolares cubran una larga lista de temas, se debe considerar que los programas permitan a las y los estudiantes aprender y aprehender efectivamente los temas fundamentales. Sobre esa base sólida de conocimiento es posible pensar en trayectorias de aprendizaje que subsanen las brechas. Sin tal base, por más ambiciosos que sean los listados de temas, el aprendizaje efectivo seguirá a la zaga. 
  • A lo anterior hay que sumar la necesidad de una estrategia enfocada en aquellas regiones donde el rezago es más grave. En el diseño de esta estrategia, necesariamente se tiene que tomar en cuenta que la docencia y el alumnado se encuentran al límite de sus capacidades en términos de energía y esfuerzo. Así, la estrategia requiere no sólo de creatividad y de aprendizaje en su diseño, sino de una expansión de los recursos humanos que quedarán a cargo de su instrumentación. 
  • A una crisis sistémica como la presente, necesariamente se le tiene que hacer frente de la misma forma. Hasta ahora la respuesta por parte de la autoridad educativa ha sido dejar que las comunidades educativas traten de subsanar con sus propios recursos las brechas abiertas por la pandemia. 
  • En un país tan desigual como México, esto implica que habrá comunidades en donde las brechas se cierren y otras, la mayoría, en donde no, e incluso dicha brecha no dejará de ampliarse. Esto implica que, de no corregir el rumbo, México será un país con aún más desigualdad de oportunidades. Un país en donde nuestras circunstancias de origen serán aún más determinantes de nuestros resultados de vida y en el que la movilidad social ascendente se convertirá en una posibilidad casi inexistente.