Tras el rechazo de Junts a la ley de la amnistía, ahora se empieza una nueva fase de negociaciones, que durará unas semanas; unas negociaciones que serán desequilibradas, como intento explicar en este escrito.
‘El equilibrio de Nash, o equilibrio de Cournot y Nash, o equilibrio del miedo, es, en la teoría de juegos, un ‘concepto de solución’ para juegos con dos o más jugadores, el cual asume que:
- Cada jugador conoce y ha adoptado su mejor estrategia, y
- Todos conocen las estrategias de los otros.
Consecuentemente, cada jugador individual no gana nada modificando su estrategia mientras los otros mantengan las suyas. Así, cada jugador está ejecutando el mejor ‘movimiento’ posible teniendo en cuenta los movimientos de los demás jugadores.
En otras palabras, un equilibrio de Nash es una situación en la cual todos los jugadores han puesto en práctica, y saben que lo han hecho, una estrategia que maximiza sus ganancias dadas las estrategias de los otros. Consecuentemente, ningún jugador tiene ningún incentivo para modificar individualmente su estrategia.
Es importante tener presente que un equilibrio de Nash no implica que se logre el mejor resultado conjunto para los participantes, sino solo el mejor resultado para cada uno de ellos considerados individualmente. Es perfectamente posible que el resultado fuera mejor para todos si, de alguna manera, los jugadores coordinaran su acción.
En términos económicos, es un tipo de equilibrio de competencia imperfecta (…).
(…) Quizás el mejor ejemplo de un equilibrio de Nash es la variación del conocido ‘dilema del prisionero’ modificado a fin de resaltar los efectos descritos. (…) El resultado sería mejor para todos si todos cooperaran, pero, dado que cada cual persigue su propio interés, y ninguno puede confiar en que nadie declarará, todos deben adoptar la estrategia de declarar, lo que termina en una situación (equilibrio) en la cual cada uno minimiza su posible pérdida (…)’
(Wikipedia)
El matemático y Premio Nobel John Forbes Nash (1928 – 2015), en su tesis doctoral titulada ‘Non-Cooperative games’ (1950) (juegos no cooperativos), planteó unos postulados que, a mi modo de ver, se pueden aplicar perfectamente al momento que nos ocupa, es decir, a las negociaciones entre el PSOE / ERC por un lado y Junts por el otro; pues ambas partes tomaron su decisión, de acuerdo con las estrategias de los demás, con el fin de salir mejor posicionados que ellos.
Ahora bien, he titulado este artículo como ‘el falso equilibrio de Nash’, pues Pedro Sánchez (PSOE) sabe que tiene la sartén por el mango y que Junts no tendrá otra opción que aprobar la ley, pues considera que, finalmente, Junts no tendrá el valor moral para no votarla, por las pérdidas que comportaría a muchos independentistas encausados.
Pedro Sánchez se considera suficientemente validado para seguir gobernando los cuatro años de la legislatura, aunque sea teniendo que prorrogar los presupuestos del estado para este año 2024 (si bien, siempre tiene el `poder’ de chantajear su aprobación con promesas millonarias, que nunca se cumplirán); y con fuerzas adicionales, si, finalmente, no se aprueba esa ley, ya que mostraría su fortaleza y resistencia ante el president Carles Puigdemont.
Es decir, que al final de estas semanas, toda la presión estará centrada en Junts; por eso me parece claro que no se da el teórico equilibrio de Nash.
Así, Carles Puigdemont se encuentra en una carrera hacia el precipicio, en esta competencia autodestructiva, entre un gobierno central, todopoderoso y amoral, y un poder meramente moral por parte de Junts (ya que la fuerza de la calle ha desaparecido y ya no es ninguna presión de contrapeso).
Pedro Sánchez, alardeando de su ‘habilidad’ falsamente negociadora, tendrá un cierto margen de maniobra, para introducir retoques estrictamente estéticos, de puro maquillaje, y, claro, sin eliminar las excepciones del terrorismo y la traición, satisfaciendo, de ese modo, al poder judicial, ya que tendrá el puente de plata para que impute a quien le convenga.
Y eso será difícilmente aceptable para Carles Puigdemont, que apenas tiene margen de maniobra, pues tendrá muchas presiones internas para que acabe pasando por el tubo y, claro, con el riesgo de que, posteriormente, se le acuse de blando, de doblegarse, de hacer mero teatro.
Pero el teatro, no lo olvidemos, lo hacen todos: Pedro Sánchez teniendo en perspectiva las elecciones gallegas, previstas para el próximo 18 de febrero, y las elecciones europeas, del 6 al 9 de junio. Por su parte, ERC y Junts tienen in mente, las elecciones catalanas, previstas para febrero del 2025.
En una situación así, de falso equilibrio o, mejor dicho, de desequilibrio, al final, habitualmente, es la parte más débil la que tiene que ceder, reaccionando a la baja. Y eso Pedro Sánchez lo sabe perfectamente, por lo que se romperá el inicial y teórico equilibrio de Nash, en el que ambas partes intentaban maximizar sus beneficios.
Y finalmente, el resultado será el que ha evitado el president Carles Puigdemont, que pretendía que la amnistía fuera general, sin exclusiones, y de aplicación inmediata. Y será una muestra más de que el movimiento independentista lo tenemos realmente muy complicado (¡imposible!) para vencer a los poderes del estado por la vía negociadora.
Y claro, Pedro Sánchez podrá sentirse orgulloso con su mantra de que la actual ley de amnistía es perfectamente constitucional; un nuevo y rotundo engaño, pues quitando las excepciones, también sería constitucional. Pero confía que ese mensaje cale en la ciudadanía, incluidos los independentistas, y eso haga arrugarse a Carles Puigdemont.
Todos sabemos que, en realidad, las posiciones se personalizan en los líderes, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, respectivamente (Oriol Junqueras, habiendo regalado su voto, como siempre, ha pasado a ser irrelevante durante estas semanas, pero, claro, no perderá ocasión para atacar al president Puigdemont)
Y en esa personalización, me parece muy apropiada la escena del ‘juego de la gallina’ (chicken game) de la película ‘Rebelde sin causa’ (1955), de Nicholas Ray (Raymond Nicholas Kienzle, 1911 – 1979).
Como todos recordamos, en esa escena de la película, dos competidores se enfrentan en lo alto de un acantilado en una carrera de coches, cuyo resultado puede ser mortal; se trata de acelerar los vehículos a toda velocidad hacia el precipicio y de saltar al último momento; en este duelo, el último que salta del coche, antes de que su vehículo se precipite hacia el abismo, es considerado el más valiente, y el que salta antes, es considerado el gallina.
En esa carrera, el espacio de juego está perfectamente delimitado por dos filas de coches con los faros iluminando la pista, y los personajes de la película eran Buzz (Corey Allen, 1934 – 2010), el jefe de la banda del liceo, y el recién llegado Jimmy (James Dean, 1931 – 1955); y Judy (Natalie Wood; Natalia Nikolaevna Zatharenko, 1938 – 1981) hace de árbitro, dando la salida.
Instantes antes de la carrera, Jimmy le pregunta a Buzz, ‘¿por qué deben hacer eso?’, y Buzz le responde: ‘algo hay que hacer’.
Siguiendo con la película, Buzz fallece, al precipitarse al acantilado; resultando el más valiente, pero imprudente, claro.
Pero la realidad es muy diferente, ya que el falso vacío de la ‘carrera de gallinas’ de la película, se rodó en unos terrenos de la Warner Bros, y el ‘despeñadero’ tenía sólo 3 o 5 metros; el acantilado que se mostraba en la película fue sobreimpresionado en los estudios, utilizando un fondo del Océano Pacífico.
Y la realidad nuestra, del aquí y ahora, comporta el encarcelamiento, más que probable, de muchos independentistas, que serán acusados de terroristas o de traidores, según los casos y convenga al poder judicial. Aquí no hay trampa. La trampa la puso Pedro Sánchez, al incluir esas excepciones para beneficiarse de la amnistía. Ese es el gran vacío que les espera a muchos compañeros del viaje independentista.
Es preciso recordar que James Dean falleció (en un accidente de coche en setiembre del 1955) antes de que la película fuera estrenada, le concedieron el Óscar de manera póstuma (la última película de ese actor fue ‘Gigante’, rodada, también, en 1955 y estrenada el año siguiente 1956). En España, ‘Rebelde sin causa’ no fue estrenada hasta el año 1964, y calificada de X, precisamente por esa carrera, para evitar que se reprodujera ese duelo, como pasó en otros países.
Caben diferentes lecturas de esos dos personajes peliculeros, pero yo identificaría a Carles Puigdemont con Jimmy, y a Pedro Sánchez con Buzz, pues éste se considera con ‘la flor en el culo’ para sobrevivir a todo lo que le venga, hasta que pierda esa flor, claro.
En estos momentos, Pedro Sánchez no se atreverá a volver a adelantar las elecciones, otra vez en julio, después de las europeas, pues las encuestas le van claramente a la contra, mientras que al PP / Vox, aparentemente, les van a favor, pues juegan a agrandar el abismo, como vimos anteayer a Alberto Núñez Feijóo (PP) considerando que ‘los independentistas, en el 2017 fuimos terroristas, que había terror en Catalunya, y que actuamos como fascistas’. Y ese discurso ha calado entre los unionistas españoles.
Esta situación también me recuerda la escena final de la película ‘Thelma y Louise’ (1991) dirigida por Ridley Scott (n. 1937), en la que se ve a Thelma (Geena Davis;n. 1956) y a Louise (Susan Sarandon; n. 1946)), frustradas por el machismo dominante, y que prefieren la muerte, acelerando su coche hacia un precipicio (en el Gran Cañón, Arizona), antes que perder la libertad.
A ese precipicio nos lleva la estrategia de Pedro Sánchez, dirigiendo las fuerzas policiales y judiciales, al ponerles el puente de plata para que imputen a quien les convenga; y que persiguen a las protagonistas en la ficción, y a nosotros, los independentistas, en la realidad.
Y los independentistas estamos cansados y hartos de tener que ir corriendo siempre hacia el abismo, mediante una competición a la baja, que es otra variante del citado ‘dilema del prisionero’, formulada en 1950 por los matemáticos Merrill M. Flood (1908 – 1991) y Melvin Dresher (1911 – 1992), que evidencia el peligro cuando el mejor resultado posible es no cooperar (como hace Pedro Sánchez con su línea roja), mientras el otro u otros cooperan.
En la mitología griega, Casandra era hija de Hécuba y Príamo, rey de Troya, y había recibido el don de la profecía, del mismo Apolo, pero después, debido a infidelidades, éste la castigó con la maldición de que nunca nadie creyese sus pronósticos, y así en la Odisea de Homero (s. VIII a.C.), vemos las consecuencias de no hacerle caso.
Pues bien, me parece que muchos independentistas hace tiempo que estamos convencidos de que no hay nada que negociar con el estado español; pero nadie nos cree, está claro, a pesar de que el estado español tiene asumido, como patrón, el primer verso de la Ilíada, del citado Homero, que hace referencia a la cólera; y así nos va y nos irá (a peor) si no nos unimos los independentistas y buscamos nuevas estrategias, pacíficas, pero eficientes.