Miguel Ángel Sosa*
Twitter: @Mik3_Sosa
Una estrategia basada en la administración del conflicto conlleva riesgos muy altos, pero también beneficios enormes para quien lograr ser amo del tablero.
Hoy, en la política mexicana se viven momentos de tensa calma que anteceden un escenario que parece complicarse por efectos externos generados fuera de las fronteras.
Por un lado va en aumento la presión relacionada con el trato que las autoridades han dado a los migrantes centroamericanos en la frontera sur.
Sobre este asunto, el discurso frente a la noticia parece rasgarse y dejar más dudas que respuestas sobre los “encargos” que el gobierno americano le hizo al Estado mexicano.
Cada vez son más recurrentes las referencias sobre el muro humano que el presidente Donald Trump construyó en México a través del despliegue de la Guardia Nacional.
Reafirman esta teoría las muestras de violencia con las que los efectivos de la recién creada corporación han tratado a mujeres y hombres que llegan a territorio nacional en su paso hacia el norte.
Desde China viene otra amenaza, pues la zozobra que ha generado el brote de un nuevo y mortal coronavirus encendió las alarmas.
El gobierno federal tendrá que hacer frente a este problema con un sistema de salud en pleno reacomodo e inoperancia en muchas áreas, sin presupuesto y medicamentos reducidos.
Juega a favor la confianza que gran parte de la población tiene en el Presidente de México; sin embargo, si ésta no se traduce en atención adecuada, oportuna y eficaz a situaciones extraordinarias, de nada sirve.
Aquí es donde la preparación vale y mucho. Aquí es donde gobernar y saber hacerlo importa. En momentos como estos un buen discurso no basta, porque cuando la realidad te alcanza es mejor estar preparados.
ENTRE TELONES. Hay una nueva CNDH y de eso no hay duda. La nueva institución calla y mucho frente a las claras e inhumanas vejaciones a migrantes. Una cosa es deber el puesto y otra muy distinta ser omisos ante lo que legalmente es su mandato.