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Fronteras externas e internas: en memoria del compañero Xavier (Alpí)

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Hace unos días falleció otro compañero de Meridiana Resisteix, a la edad de 59, por el cáncer, una buena persona y muy discreta. En el funeral organizado por su familia, este mediodía, me ha sorprendido la gran cantidad de asistentes, de diferentes grupos de amistades, por sus múltiples actividades: gran amante de las montañas, aficionado a la escalada y al alpinismo (de ahí el sobrenombre), de los ‘castellers’ (grupo que levanta castillos humanos), a su participación en diversas actividades independentistas, como técnico de sonido (en Gràcia, en la Plc. del rey, etc.), y también, miembro de Meridiana Resisteix.

Es evidente que todo ser humano tiene (tenemos) nuestras propias fronteras internas que, como mecanismo de defensa psicológico, nos sirven para caracterizarnos y diferenciarnos de los otros.

Ayer, Vicent Partal (fundador y director del diario electrónico Vilaweb), en una conferencia en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, para presentar su libro ‘Fronteres’ (editorial Comanegra), nos explicó a los asistentes, con gran dosis pedagógicas, la evolución de las fronteras en el mundo, señalando, como hace en su libro, que ‘las fronteras son una categoría social, creada por el hombre, ‘contra aquello que suele pensar la gente, y contra aquello que los estados quieren que pensemos, ya que las fronteras son siempre una invención humana y ni tan solo aquellas más aparentemente naturales, no son naturales. (…) En inglés, por ejemplo, se distingue entre ‘border’ (la línea que separa) y ‘frontier’ (el espacio de transición, abierto por un lado). También hay la sublime idea francesa de los ‘confines’ (aquel espacio difuso, casi somnoliento, donde las cosas se mezclan más que no se separan). Hay el ‘kresy de los polacos, como una periferia que se pierde a lo largo de la historia. Hay la muga de los vascos, que incluso genera habitantes de la línea (los ‘mugalariak’)’, etc.

(…) ‘Entre la frontera y la nación hay un vínculo esencial, y es que la frontera dibuja la nación.  (…) y, citando a Joan Francesc Mira, señala que ‘se sabe que hay una tierra nuestra, y que hay otras tierras: de bárbaros, de paganos, de moros y, simplemente, de extranjeros’ (páginas 11 a 20)

Y esas fronteras son dinámicas, como nos señaló Partal, ya que en 1945 había 74 estados reconocidos por la ONU, y en la actualidad, 77 años más tarde, hay 195.

Por eso, no debemos sacralizar las fronteras actuales, mayoritariamente impuestas por guerras o matrimonios de conveniencia, prescindiendo de la voluntad popular; por lo que no son democráticas, en absoluto.

Como vemos, todo es muy complejo, ya que, volviendo a nuestro excompañero, compaginaba la soledad y las alturas, y al mismo tiempo colaboraba formando la piña en los castillos humanos mencionados. Es decir, aparentemente, una actividad antítesis de la otra. Pero, en ambas, predomina el altruismo y la colaboración como elementos necesarios.

Y en los estados se observa también esa complejidad, pero con elementos totalmente contrapuestos, ya que predominan la diferenciación, el poder, la competencia, etc.

Evidentemente, lo importante es derruir fronteras, las físicas y las mentales.

Y en concreto, en nuestro momento actual en Catalunya, deberíamos suprimir las barreras entre independentistas y unionistas, pues, como constructo social, ya no nos sirven, o no nos deberían servir.

Los independentistas catalanes deberíamos explicarnos más y mejor, resaltando las ventajas de una Catalunya independiente.

Y los unionistas, si no es mucho pedir (por lo que vemos diariamente), deberían tener una apertura de miras, no únicamente interesada por los seguros beneficios de tener un estado propio, si no por el valor que comporta el respeto a la voluntad democrática popular, sin acorazarse en constituciones y leyes impuestas por el derecho de conquista de 1714.

Ya se que esto no es fácil, pero lo único evidente, es que la unión hace la fuerza, y la división nos debilita a todos. Y lo que deberíamos tener siempre presente, es la ética y la moral, ya que ciertas conductas son difíciles de entender (como el sometimiento, ahora, de Anna Gabriel, exdiputada, exiliada, sometiéndose ayer a la justicia española).

Pero que no sea fácil, no quiere decir que sea quimérico (‘sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice’, según define el diccionario de la RAE), como nos dijo en su momento Juan Carlos I.

En definitiva, que deberíamos tener una forma de vida transparente y ejemplar, aunque sea a nivel familiar y de las amistades más próximas; deberíamos eliminar nuestras fronteras y límites, no para desdibujarnos, sino para abrirnos a los otros, ampliar nuestras relaciones a los que no piensan como nosotros. En caso contrario, los bárbaros seguiremos siendo nosotros con nosotros mismos. No podemos seguir identificándonos como los contrarios a los otros. Hemos de hacer valer lo que somos y lo que queremos compartir. Es decir, tener una actitud más positiva y proactiva.

Con ello no quiero justificar el participar en una mesa de diálogo entre el PSOE / Unidas Podemos y ERC, ya que eso no deja de ser una rendición lejana a la ética y moral, que persigue perpetuar el estatus quo. Lo que intento explicar es el trascender la actual estructura de poder, para definir nuestro país, según deseemos, no según nos imponen.

Si conseguimos que los no independentistas acaben asumiendo nuestra victoria electoral, democrática, el estado español claudicará, lo pondremos contra las cuerdas, como lo estuvo los primeros días de octubre del 2017, y se verá forzado a claudicar, por más cloacas y fuerzas que utilice. Todos hemos aprendido mucho desde entonces. Y sabemos que su fuerza, paradójicamente, es su debilidad.