
Imagogenia
@mar_naa
Recientemente, ha surgido una polémica en torno a la propuesta de cambio de nombre de la Ciudad Deportiva en Atizapán, en el Estado de México, para que pase de llevar el nombre de la medallista olímpica, Ana Guevara a ser renombrada en honor al boxeador Canelo Álvarez, un personaje catalogado como altruista del deporte; y es que las autoridades del municipio, justifican esta acción señalando que no se puede reconocer a “una persona prepotente” en sus decisiones al frente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).
La realidad es que esta es sólo una de las muchas acciones que han hecho evidente el mal manejo de imagen de Ana Gabriela Guevara pues su reputación, una que de por si se ha visto desgastada en esta
administración, ha perdido muchos puntos recientemente, luego de negarles el apoyo económico a las nadadoras mexicanas. Este incidente generó críticas y una demanda legal por parte de la selección mexicana de natación artística que, finalmente, obligó a restituir las becas y estímulos a las deportistas. La falta de transparencia y de apoyo a los atletas mexicanos ha generado una percepción negativa hacia la
titular de la Comisión y ha debilitado su posición y credibilidad.
Esta problemática no sólo afecta la imagen de Ana Gabriela Guevara, sino también la imagen de México ante el mundo. El deporte, en teoría, debería ser un medio para posicionar de manera positiva la imagen de nuestro país tanto a nivel interno como externo. Sin embargo, situaciones como esta generan un impacto negativo en la percepción que se tiene de México y del deporte mexicano, además de mermar la
confianza de los atletas hacia las instituciones encargadas de promover y respaldar su desarrollo. Pero no sólo eso, esta problemática tiene su raíz en el concepto “corrupción”, uno que el presidente, Andrés Manuel López Obrador tiene muy presente y que forma parte de uno de sus estandartes más importantes: “el combate a la corrupción”; por lo que su equipo de asesores debe analizar muy bien
cómo abordarán este problema, pues deben evitar a toda costa que la imagen del ejecutivo termine manchada por un mal manejo de crisis de un subordinado; pues hasta el momento, parece que la imagen de Guevara está operando en su contra, afectando no sólo su marca personal, sino también la imagen del deporte mexicano en general.
El cambio de nombre de la Ciudad Deportiva y la orden de restitución de las becas a las atletas son sólo dos aspectos más que abonan a la controversia significativa que se ha gestado en torno a la imagen
pública de Ana Gabriela Guevara y su impacto en el deporte mexicano, pues no debemos, ni podemos olvidar sus desafortunadas declaraciones sobre la venta de diversos productos para que las atletas puedan seguir entrenando y participando en competencias, por ejemplo. Al final, lo que podemos destacar es que resulta crucial que los actores involucrados en el ámbito deportivo, desde los funcionarios hasta los atletas, consideren el impacto de sus decisiones en la imagen del deporte y en el orgullo nacional.
Esperemos que, a partir de esta controversia, se generen cambios y mejoras significativas, pues resulta fundamental que en un país donde el deporte aún enfrenta múltiples desafíos, los líderes deportivos se
centren en promover la transparencia, el apoyo a los atletas y una gestión eficiente del deporte.
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