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amadeopalliser@gmail.com
Nota previa: la manifestación 1000, realizada ayer en la avenida Meridiana, fue todo un éxito, a pesar de que según los medios de comunicación participamos unos 300 manifestantes; cuando, la realidad, como sabemos los que estuvimos, es que, con mucha probabilidad, fuimos casi unos mil. Y pudimos cortar la avenida, como en los viejos tiempos, a pesar del fuerte contingente policial, que, esta vez, nos dejó cortar, sin impedirlo.
Pero hoy, la manifestación 1001 nos volverá a nuestra ‘normalidad’ y seremos una décima parte, pues la ciudadanía no está dispuesta a mayores sacrificios, de momento.
Y hoy, 11 de febrero, Meridiana Resisteix nos uniremos a la manifestación (carnaval) mundial para reclamar la libertad de Julián Assange.
Con este carnaval, según los organizadores, quieren que la población retome el original sentido del carnaval: ‘cuando la gente se burlaba de los poderosos y de sus abusos con máscaras, cantos, bailes, música, carrozas y carteles satíricos, pues, todo esto se puede aplicar perfectamente, a la persecución actual de Assange, por ejemplo, usando máscaras que reproducen el rostro del activista Assange’.
Julián Paul Assange, (n. 1971) editor de WikiLeaks desde el año 2006, publicó en el año 2010 documentos filtrados por Chelsea Manning, incluyendo el vídeo ‘Collateral Murder’ con información n sobre las guerras de Afganistán e Irak, está en una prisión de máxima seguridad de Belmarsh (Londres) desde el 11 de abril de 2019, tras pasar 7 años en la embajada de Ecuador en esa ciudad.
Nils Melzer, relator especial de la ONU sobre la tortura y otros tratos inhumanos o degradantes, consideró que no tendría un juicio justo, y que se trataba de un grave caso de persecución política.
Amnistía Internacional se opone también a la extradición a los EUA, ya que estaría expuesto a sufrir condiciones inhumanas y aislamiento absoluto, equiparables a las torturas, durante el resto de su vida.
Me parece triste y penoso que a nivel general nos olvidemos de las personas que han trabajado por un mundo mejor, más transparente, al menos, y que normalicemos lo que es anormal, como la mujer que dice que ‘su marido le pega lo normal’.
Todos recordamos la fábula de la rana y el agua hirviendo, que reproduje también hace tiempo, por lo que no volveré a repetirla, pero todos vemos que, en el reino de España, como en otros muchos países, se ha ido normalizando la existencia de partidos de extrema derecha, y esto comporta consecuencias, ya que provoca un giro político hacia la derecha, para intentar reabsorber su nicho de votantes, en lugar de efectuar de péndulo, y volcarse más hacia la izquierda, para compensar.
Asimismo, en este nefasto reino borbónico, se ha normalizado la anormal persecución contra Catalunya, especialmente contra los movimientos independentistas, ya que la represión judicial, política, policial, financiera, económica y mediática, sigue imperando a sus anchas, y con carta blanca, como vemos cada día.
Lógicamente, hay ocasiones que todos entendemos que es preciso normalizar la anormalidad, como, por ejemplo, cuando teníamos que llevar mascarillas para protegernos del Covid. Y eso es indiscutible, pues es objetivo y científico.
Pero salvo ese ejemplo, no podemos normalizar nada más, si vemos que escapa al sentido común.
Pedro Sánchez, en pleno apogeo del Covid, nos bombardeaba cada semana con un mensaje sobre la futura ‘nueva normalidad’ como si se tratase de un ‘nuevo orden mundial’, y, como hemos visto, las cosas no han hecho más que empeorar, al menos en el orden democrático. También nos decía que saldríamos más fuertes, y, como sabemos, salimos más débiles, ya que muchos miles de personas perdieron la vida, y muchísimas más, enfermaron.
Normalizar, es estandarizar, es decir, es convertir en una masa informe a la ciudadanía, evitando todo tipo de disonancia, de aristas críticas.
Y esa normalización en los ámbitos sanitario, educativo, informativo, comercio, trabajo, etc., acaba buscando una población zombi, acrítica. Y cuando se normaliza la anormalidad, lo anormal pasa a ser considerado normal, y, claro, se justifican todo tipo de atropellos y de abusos.
Así nos va, por ejemplo, con la pretendida normalización del castellano, sacrificando el catalán. Y claro, la perversa ‘lógica’ del castellanizador se basa en la cantidad de parlantes, despreciando y desconsiderando, por lo tanto, a las minorías.
Igual pasa con las relaciones personales, con el sexo, en definitiva, con cualquier aspecto social, especialmente en todo lo concerniente al género.
Los independentistas catalanes conocemos, sobradamente, al juez Jesús María Barrientos Pacho, presidente del tribunal superior de justicia de Catalunya, en febrero del 2017 presidió el tribunal que juzgó al expresident de la Generalitat, Artus Mas, a la exvicepresidenta Joana Ortega y a la exconsejera de educación, Irene Rigau, acusados de prevaricación y desobediencia, por la consulta sobre la independencia de Catalunya del 9 de noviembre del 2014.
Después, en julio del 2022, Barrientos fue apartado del juicio contra el expresident del Parlament, Roger Torrent, el exvicepresident Josep Costa y los exsecretarios de la mesa del Parlamente, Eusebi Campdepadrós y Adriana Delgado, por su parcialidad y su posicionamiento contrario al independentismo.
Y ahora está juzgando a Laura Borràs.
Pero vemos que ERC, Òmnium, etc., han normalizado que Barrientos juzgue a Laura Borràs, la presidenta del Parlament, y también parece que han olvidado las nefastas acciones de la fiscalía, de la abogacía del estado, y, en definitiva, de todo el poder judicial respecto al independentismo catalán.
No me extenderé sobre este tema, ya que lo comenté en mi escrito de anteayer, pero sí que me parece interesante recordar, ahora, la normalización que se hace del caso. Pere Aragonès dijo ayer que confía en la justicia y espera una rápida solución, para poner fin a la interinidad en la presidencia del Parlament.
Vicent Partal efectuó un paralelismo con el caso de Luiz Inácio Lula da Silva, presidente del Brasil, y en mi escrito hice referencia a sus opiniones, en las que destacaba que ERC fue de los primeros en apoyar a Lula, a pesar de tener todo el aparato judicial de Jair Bolsonaro, en contra.
Pero claro, abogar por Lula es gratis y progresista, mientras que aquí, Laura Borràs es una competidora, una enemiga, electoralmente hablando. Y por eso, de forma interesada, les conviene que la aparquen, que la eliminen, políticamente. Pero que el trabajo sucio lo hagan los que ya tienen las manos negras. Así, ERC quedará impoluto, según creen y quieren imponernos.
En definitiva, que estamos atravesando un negro túnel, ya excesivamente largo. Pero la mayoría lo tiene asumido, y ha normalizado ir a ciegas. Y así nos va, dándonos trompazos.
Así que, si no saltamos rápido de la olla con agua que se va calentando, acabaremos bien tiesos dentro, pues, cuando queramos saltar, ya será imposible.
Por eso, debemos activarnos, exigiendo la libertad de Assange, y también contra las irregularidades que sigue realizando el estado español contra nuestro colectivo independentista, etc. Pero si nos quedamos en el sofá de casa, con el pan y circo, realmente estaremos normalizando la anormalidad.