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Un golpe de estado es la usurpación del poder vigente y la vulneración de la legalidad institucional, y esto es lo que ha manifestado el teniente general Gan Pampols, aplaudido por el PP (y supongo que también por el nefasto rey), como intento explicar a continuación.
El mencionado general, una vez aceptado su nuevo destino (en lo universal, como diría el más rancio falangismo) declaró que:
‘No aceptará directrices políticas’, y al ser preguntado si tampoco las aceptará del president de la Generalitat valenciana, fue contundente: ‘cuando afecten a la reconstrucción, no. Ha sido la condición básica. El president ha sido transparente en este aspecto. Yo le dije: una vez se apruebe el plan director que establezca todos los aspectos de la reconstrucción, no puede haber interferencias de orden político de ninguna manera, ni político, ni partidista, ni de intereses, en absoluto’.
José Antich, en su editorial de ayer, titulada ‘Vuelven los militares’, recogió esas declaraciones, y comentó que:
‘Hacía muchos años que no oía una cosa así en público por parte de un militar, ni que estuviera en la reserva. Con Adolfo Suárez, la última vez que hubo un militar en un gobierno español y seguramente también en un gobierno autonómico, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, que tuvo el rango de vicepresidente primero para asuntos de defensa, siempre asumió públicamente que las decisiones correspondían al presidente. No parece que hayamos ido adelante con estas manifestaciones de Gan Pampols.
(…) Las explicaciones dadas desde la Generalitat Valenciana que los militares no vienen a hacer política no se sostienen por sí mismas, ya que las decisiones sobre cualquier asunto público siempre son, por su propia naturaleza, políticas.
Y esto es así tanto si las adopta un político profesional, un médico, un abogado o un ingeniero. También un militar. Es más ¿que no es hacer política incorporarse en un gobierno del Partido Popular?
(elnacional.cat, 20/11)
Antich no recuerda que hubieron otros precedentes de militares incorporados a gobiernos autonómicos, por ejemplo, el teniente general Luis Alejandre Sintes (n. 1941), un maonès (conocido por mi familia y que tuve como capitán en el cuartel de Santiago, en Maó, (Menorca), cuando hice el servicio militar obligatorio, y al que ya me referí en un escrito de hace muchos meses). Pues bien, Alejandre, tras cesar como jefe del estado mayor del ejército de tierra, en enero del 2004, después de la tragedia del avión Iàkovlev Iak-42D (*), y por las críticas de los ministros de defensa del momento (Federico Trillo, del PP, y José Bono, del PSOE), fue cesado y se le abrió un expediente, que fue archivado, sin más, en el 2006. Pues bien, Alejandre, años después, fue como número 3 de la candidatura del ‘Fonts del PP – Menorca’, y fue elegido conseller de Mobilidad y Proyectos del Consell de Menorca, durante el período 2011 – 2015, momento en el que dimitió, al ser reelegido conseller insular por el mismo PP.
(*) accidente de avión del 26 de mayo del 2003, en el que murieron 75 personas, entre ellas, 62 militares españoles que regresaban de Afganistán. Avión fletado por el ejército español, al mando del ministro Federico Trillo (PP), a través de una cadena de hasta 6 subcontratos, buscando baraturas. (el comandante José Antonio Fernández, uno de los fallecidos, antes de tomar el vuelo, dijo telefónicamente a su es posa ‘reza por mí, este avión es una mierda’) Y, tras el desastre, y la irregular y tramposa repatriación y asignación de los cadáveres, se cerró en falso, pues, oficialmente, ‘el gobierno de Aznar lo hizo todo bien’. pero, la realidad es totalmente contraria, e incluso siguen fragmentos de cuerpos en tierras turcas y, para más inri, ese gobierno no había contratado los seguros obligatorios.
El general Alejandre, que, como expliqué, en mi servicio militar obligatorio, me pareció una gran excepción, un aire nuevo por su carácter y proximidad con los soldados, en realidad mostró públicamente su verdadero pensamiento, al ser uno de los 700 firmantes (entre ellos, 200 militares retirados) de la ‘Declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco, soldado de España’, un duro y franquista manifiesto, firmado el 31 de julio del 2018, en contra de la exhumación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos, aprobado por Pedro Sánchez.
Y eso confirma que, para hacer carrera militar, se ha de seguir siendo fiel a Franco, por los siglos de los siglos, como explicaron en ese manifiesto y, por extensión, igualmente el rey, por ser el jefe de las fuerzas armadas:
‘Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española. El homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de la obra (…) A los empeñados en descalificar de forma absoluta y sin paliativos la conducta de un militar ejemplar para todos los soldados: retirados, en activo o por venir, les recomendamos la lectura sosegada y objetiva de la Hoja de servicios del General Franco. Nada más concreto y sin veleidades literarias que su redacción para expresar como Francisco Franco, desde el joven Segundo Teniente de 17 años, hasta los 33 como General de menor edad de Europa, siempre solicitó los puestos de mayor riesgo y fatiga, disciplinado, subordinado y siempre preocupado por los soldados a sus órdenes, a los que mandaba con el ejemplo, fue herido de gravedad en combate y ascendido varios empleos por méritos de guerra.
(…) Llegado el momento crucial para la supervivencia de la Nación española, asumió la responsabilidad que le entregaron sus compañeros de Armas para ejercer el Mando único de la España agredida y asediada por el comunismo internacional aceptado y adoptado por el Frente Popular.
De los años posteriores a la contienda, se cuentan ahora sucesos que sacuden la sensibilidad de los más fuertes. Incluso aquellos que puedan atribuirse a hechos reales, se les matiza con episodios faltos de autenticidad y se esquiva la situación del momento en que acaecieron con el fin de criminalizar cualquier actitud por justa que fuera.
(…) Por todo ello defendemos la imagen militar del General Franco, claramente definida en su Hoja de Servicios y dada la personalidad en ella reflejada, desaprobamos muchas de las acusaciones que se vierten en estos momentos contra él con el único fin de que las nuevas y futuras generaciones ignoren y si es posible desprecien un periodo importante de su propia Historia, tratando de justificar con ello un falso progreso que oculta la realidad del actual desmoronamiento territorial de la Nación y la manifiesta desigualdad entre los españoles.
Ante tal situación los firmantes de esta Declaración, solicitamos a los directores y actores de esta campaña infame, retomar la verdad histórica en sus exposiciones de motivos y terminar con su perversa pretensión de exhumar los restos de Franco y la posterior transformación o destrucción del símbolo de la reconciliación que le alberga junto a tantos combatientes de la Guerra Civil (…)’
(https://search.app/kd5uhi4C6CJHA9EBA)
Evidentemente, este manifiesto es un cúmulo de falsedades y manipulación de la historia, para defender una ideología fascista, no exenta de odio, un odio propio y proyectado en Pedro Sánchez por su ‘empeño visceral de revancha (…) para hacer desaparecer definitivamente al principal artífice de la historia de España (…) todo un símbolo de la reconciliación’.
Está claro que unas personas, entre ellas el mencionado general Alejandre, firmen una declaración así, las retrata de forma clara, por su desprecio a la constitución y a la pretendida igualdad y su concepción autonómica que establece. Por eso, este tipo de personajes, mejor que siguieran dedicándose a escribir otro tipo de obras, como la que escribió Alejandre en 2006: ‘La guerra de la Conchinchina, cuando los españoles conquistaron Vietnam’ (que también tuvo un sesgo colonial y supremacista, y que me resulto infumable, si bien lo leí completo, supongo que por ‘deferencia morbosa’ a su autor)
Pues bien, a pesar de firmar ese manifiesto franquista, incluso un militar como Alejandre, fue incapaz de expresar, al menos públicamente, lo que dijo ayer, sin el menor pudor, su colega Gan Pampols.
Y si, como me temo y comenté en mi escrito de ayer, detrás de esta ‘decisión’ de Mazón, está el rey, como estuvo la monarquía en el golpe de estado frustrado del 23 de febrero de 1981, confirma que Gan es fiel a su ADN, heredero del propio Franco.
El dictador y asesino Franco, en su falsedad, aconsejó al escritor José María Pemán Pemartín (1897 – 1981) ‘Haga como yo, no se meta en política’, frase que se hizo popular, para ensalzar su ‘bondad y superioridad moral’, y que en realidad expresa un odio a la actividad política, un desprecio a la capacidad de resolver los conflictos mediante el diálogo, la negociación y el compromiso, pues únicamente concebía el ‘ordeno y mando’, y … a obedecer y punto final, pues las consecuencias ya sabemos las que eran (y siguen siendo). Y está claro que esa es la mentalidad de Gan, al no aceptar intromisiones políticas y considerar que él no hará política.
Y si, así sigue siendo, como expresa un meme que desde hace años circula por las redes, especialmente ayer, día de la muerte de Franco: ‘murió el perro, pero continúa la rabia’. (y tal como van las cosas, me temo que el próximo año 2025, que se cumplirán 50 años del fallecimiento del dictador, las manifestaciones de adhesión serán múltiples y masivas, pues la ciudadanía es manipulable y voluntariamente ignorante)
Es preciso reconocer que siempre hay excepciones, como José Julio Rodríguez Fernández (n. 1948), general del ejército del aire y jefe de estado mayor de la defensa (2008 – 2011), al retirarse, en 2015 entró en política, en el partido Podemos, siendo director de gabinete del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, hasta su cese en el año 2021.
Pues bien, volviendo al vicepresidente valenciano, el general Francisco José Gan Pampols (n. 1958) y a su segundo, el general de brigada Venancio Aguado de Diego (n. 1961), con categoría de secretario, vimos que las declaraciones del primero (Gan), son anticonstitucionales, pues nadie puede realizar una función civil, siendo ajeno a las directrices políticas del máximo ‘responsable’, en este caso irresponsable, Carlos Mazón.
Efectivamente, me parece inconcebible que alguien pueda aceptar un cargo bajo un tipo como Carlos Mazón (PP), un campeón de la incompetencia y de la mentira, como detalló Gemma Pasqual i Escrivá, en su artículo titulado ‘Mazón: diez mentiras y un relato para aferrarse al cargo como una garrapata’ (Vilaweb 19/11)
A mi modo de ver, aceptar un encargo bajo las órdenes de un personaje como Mazón, es hacerse cómplice de una incompetencia que se demostrará, de nuevo, con la futura reconstrucción; y con la corrupción, como se ha visto ya con las primeras concesiones de obras a empresas próximas a José Manuel Cuenca, jefe del gabinete de Mazón, o a empresas próximas a los sentenciados casos Taula y Gürtel.
Y aceptar el cargo, para no obedecer, una vez aprobado el plan en cuestión, es decir, en su implementación y ejecución, es del todo ilegal, además de inmoral y falto de toda ética, pues, como apuntó Antich, toda actuación, toda decisión en el ámbito social, es política, y siempre ha sido así, como definió (384 a.C. – 322 a.C.) en su obra ‘Politiká’, pues ese término griego significa, etimológicamente: ‘toma de decisiones en los asuntos de las ciudades’.
En el Ara de hoy, hay un chiste de Ferreres, en el que se ve a Mazón y a Gan; y el primero dice: ‘En España tenemos la suerte de que en los peores momentos siempre ha salido un general para salvarnos del caos’, y el general, con su uniforme y todas sus medallas le contesta: ‘de momento, usted no toque ni haga nada, que cada vez que mueve un dedo, España pierde dinero’. Y esa viñeta me parece que retrata muy bien la nefasta realidad.
Y el colmo de los colmos, es que Mazón (haciendo de voz de su amo, Felipe VI, como supongo) y como única tabla de salvación, se acoja a la militarización de la actividad cívica y social, reconociendo que ‘son personas de demostrada valía, preparadas y que saben lo que hacen’. Y eso es una descalificación en toda regla de los profesionales civiles, máxime cuando la vicepresidencia al efecto lleva el nombre de ‘Recuperación Económica y Social del País Valenciano’.
Qué demonios de preparación tienen unos militares para garantizar la recuperación económica y social; no me valen sus experiencias en el marco de la OTAN, para participar en la reconstrucción de Afganistán, pues todos sabemos que fue y sigue siendo un desastre histórico y descomunal, que no se puede extrapolar a una comunidad del primer mundo.
En definitiva, todo me confirma que una decisión de ese calibre, aplaudida por todo el PP y los medios de comunicación sistémicos e incluso por el PSOE, sólo puede estar decidida o, cuanto menos, avalada por el nefasto rey, como ratificó Gan: ‘nací soldado y moriré soldado para defender a España’; y personajes así, que no saben diferenciar racionalmente entre su carrera militar y la sociedad civil, que todo lo siguen viendo como una cadena de mando, es evidente que ese nuevo ‘servicio’, ese nuevo ‘destino’, lo conciben como eso, como un eslabón más de su carrera profesional, y, de acuerdo con la constitución fruto de la transición / traición, impuesta por las cúpulas militar y judicial, mantuvo y mantiene al rey como jefe de las fuerzas armadas. Así que, ‘blanco y en botella’, nada más que añadir, salvo pedir responsabilidades a todos los irresponsables implicados.
O, mejor, dejar que vayan a la suya y, nosotros, los catalanes, alejarnos de todos ellos, independizarnos. No hay otra salida digna.
En caso contrario, asumiremos el golpe de estado que de forma nada sibilina están ejecutando.