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Guerra Morena

Miguel Ángel Sosa
@Mik3_Sosa

Se viene lo mejor de la guerra intestina en MORENA, ha arrancado la temporada de cacería y las huestes afilan los cuchillos para definir al personaje que impulsarán en el camino hacia la silla del águila.

Los más conservadores de Palacio Nacional apuestan por esperar, ya que ante el impasse que se vive en el país dicen que no están dadas las condiciones para mover los momios hacia uno u otro bando.

Las corcholatas, por su parte, hacen todo el ruido posible para llevar agua a sus respectivos molinos. El espectáculo circense tiene rato que inició, aunque será en pocos meses que los reflectores apunten con toda intensidad al proceso electoral 2024.

Son aún escasos los golpes mediáticos entre los punteros, guardan pólvora esperando llegar lo mejor preparados a la que será la madre de todas las batallas. Claudia, Ebrard y Adán Augusto saben que no depende de ellos la decisión, pero no dejan de prenderle veladoras al santo patrono de Macuspana para que les haga el milagrito.

Mientras tanto, al Presidente López Obrador se le mira entretenido jugando como niño con la maqueta del legado que quiere dejar a través de su mandato; sobre la mesa, junto a trenecitos y avioncitos, tiene ideas inconclusas sobre el modelo educativo y la sustentabilidad, no de los ecosistemas, si no de los recursos cada vez más escasos para becas complacientes y programas clientelares que tanto le han servido para alienar los sueños del “pueblo bueno”.

La guerra de MORENA será épica y de los encontronazos saldrán chispas. Tanto los duros como los colados se jugarán el todo por el todo. En las trincheras, se encontrarán frente a frente los que aseguran haber estado desde el día uno con AMLO y todos aquellos que fueron llegando en oleadas acomodaticias hacia el color guinda, a donde decían sonrientes, el poder redentor lo purificaba todo.

El desgaste mayor entre los suspirantes lo ha absorbido Claudia Sheinbaum, aunque en la estrategia de la Jefa de Gobierno parece ser que ese escenario estaba perfectamente medido. El precio por pagar es alto, pero en aras por conseguir la estafeta todo vale para quien aspira a convertirse en la primera presidenta de México.

No se sorprenda de los chismes sobre pasados oscuros que empezarán a ventilarse, tampoco de aquellas notas disruptivas sobre los nexos amargos que tienen o tuvieron algunos personajes de la política nacional que hoy presumen sueños de grandeza. Bienvenidos a la temporada de zopilotes y carroña.