Es triste ver que los independentistas, después de haber ganado las elecciones del 14 de febrero, con casi un 52%, nos encontremos más desconcertados que nunca, pues vemos que se aproxima el día 26, para investir en primera vuelta al presidente de la Generalitat, y los partidos independentistas estan en una constante discusión.
Todos dicen que no se trata de discutir sobre las poltronas, ya que explican que están discutiendo sobre los objetivos y que después ya vendrá el tema de la distribución de las consejerías y de las respectivas direcciones generales.
Los que votamos a los partidos independentistas sabemos que no es fácil conseguir sentar y dialogar con el PSOE, ya que Pedro Sánchez incluso llegó a rebajar la mesa de diálogo, pactada en la investidura, sustituyéndola por la comisión bilateral, prevista en el Estatut de Catalunya, y totalmente ajena a los temas del referéndum de autodeterminación y la amnistía.
Sabemos que no habrá soluciones mágicas, hace años que la ducha fría de la realidad nos despertó de nuestro sueño, pero, no por eso debemos rebajar el listón ya de entrada. Esa sería la peor estrategia de negociación, más bien sería una sumisión.
Somos conscientes que nuestros líderes están encarcelados o en el exilio, y los que tenemos aquí en activo, distan mucho de ser los demiurgos que necesitamos, pues, en lugar de armonizar las posibilidades y de representar los principios activos del independentismo, vemos que ERC, por ejemplo, está presionando para formar un gobierno autonomista, y posponer para un futuro indeterminado las gestiones y presiones para ir avanzando en la ruta hacia la independencia.
Ese partido parece más convencido en asumir el mito independentista, como cohesionador del grupo, de la cosmología independentista, pero sin pretender forzar el estatus quo, al menos de momento. Y esa cuadratura del círculo ya hemos constatado que no es positiva en el estado español, ya que, sin presiones, nunca cederán, nunca dejarán de oprimirnos, como van haciendo con sus diferentes brazos: judicial, fiscalía, policial, etc.
Y para mi, así como para muchos, eso no es más que un error de base, ya que, sin presionar, Pedro Sánchez seguirá con el ‘impasible ademán’ de la ‘España, una grande y libre’. Y eso le irá de perlas, pues en su agenda no están ni los indultos, ni reformar el código penal, ni nada que pueda suavizar el camino del diálogo. Una muestra la tenemos con el ministro de justicia, Juan Carlos Campo, que esta semana ha dicho en el congreso que el gobierno ve que los catalanes queremos pasar página de esta década, y que ahora nos ve ocupados y preocupados únicamente por el calendario de la vacunación del covid, nada más.
Ayer empecé a leer el libro ‘Las horas graves: dietario de Canonges’, (edic. Simboleditor, 2021) del ex president Quim Torra i Pla, y constato las impresiones leídas y oídas el año pasado, es decir, la soledad del president, el abandono y vacío que le hacía ERC, especialmente el ex vicepresident, Pere Aragonés, y las críticas oportunistas de Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, que, en lugar de presionar al PSOE, con el que forman el gobierno central, se dedicaba a criticar todo lo que hacía Torra.
El silencio de Aragonés en las reuniones me recuerda las quejas que en ese sentido hizo el ex president Carles Puigdemont i Casamajó, refiriéndose a su entonces vicepresident Oriol Junqueras i Víes, en sus dos tomos de memorias, especialmente en el primero: ‘Me explico: de la investidura al exilio’ (edic. La Campana, 2020)
Me parece claro que ERC tiene, como principal objetivo, conseguir la presidencia de la Generalitat. A mi modo de ver, tiene una especie de complejo, pues, en la historia de ese partido tuvieron los siguientes presidentes:
Núm. 122: Francesc Macià i Llussà (1923-1933)
Núm. 123: Lluís Companys i Jover (1933-1940)
Núm. 124: Josep Irla i Bosch (1940-1954) en el exilio.
Núm. 125: Josep Tarradellas i Joan (1954-1980) en el exilio hasta 1977.
Y, desde ese momento, los presidentes han sido de CiU (Jordi Pujol i Soley), PSC (Pasqual Maragall i Mira y José Montilla Aguilera), CDC Artur Mas i Gavarró), e independiente (Quim Torra i Pla). Por eso, ahora ERC considera que ha llegado su momento, tras 40 años de travesía del desierto, y quieren que Pere Aragonés sea el president núm. 132.
Y ese objetivo es lícito, máxime habiendo ganado las elecciones del pasado 14 de febrero, pero está claro que, al no tener la mayoría absoluta, debe negociar.
Y si bien ERC se presentó a esas elecciones con un programa en el que primaba la negociación y el pacto con el estado, para, en paralelo, ir gestionando la autonomía; no debe olvidar que el 52 % que votamos independentismo, incluidos muchos de los que votaron ERC, tenemos como objetivo prioritario la amnistía y el referéndum de autodeterminación; a pesar de que también ganó el voto de izquierdas, contemplado en el eje izquierda / derecha, pero, los independentistas, como he comentado, primamos el eje independencia / dependencia.
Realmente, el momento es muy complejo, pero si de entrada, se busca el apoyo de partidos como los Comunes, que se consideran de izquierdas, pero no independentistas, sería, para muchos, como el abrazo del muérdago (el ‘vesc’), la planta que es considerada de la suerte en las fiestas navideñas, pero que, en realidad, es una planta parasitaria que vive en las ramas de los árboles frutales, de los pinos, etc., y gracias a esos árboles se mantiene verde todo el año, por eso fue considerada como sagrada, por los celtas, y popularizada por el cómix de Astérix (del dibujante Albert Uderzo y del guionista René Goscinny), ya que el druida la utilizaba frecuentemente.
Confiamos que, finalmente, pueda conformarse el gobierno, pero nos gustaría que fuese independentista (ERC + Junts + Cup).
Pero a mi me parece fuera de lugar que Aragonés y ERC, ahora vayan de víctimas, y pidan un gobierno cohesionado; cuando esa característica se debe basar en el respeto y la confianza. Y eso es lo que no ofrecieron ni a Puigdemont ni a Torra.
Los independentistas somos como los personajes del mito de la caverna, de Platón (427 a.C. – 347 a.C.), que pudimos salir de la gruta, y tras un periodo de adaptación, pudimos ver la realidad, distinguiéndola, de ese modo, de las sombras que veíamos antes. Y ese breve período fue el mes de octubre del 2017, tras el referéndum del 1 de octubre, la huelga general del 3 de ese mismo mes, etc.
Y tras ver la realidad, siguiendo con el mito, el personaje volvió a la gruta para informar a los otros que seguían encadenados y únicamente veían las sombras. Pero éstos no aceptaron sus explicaciones, y acabaron matándolo.
Según ese mito, los prisioneros somos nosotros, presos en el mundo sensible del unionismo del estado español. Las sombras son nuestras conjeturas y sueños. La luz del fuego, nuestras creencias, también engañosas. El retorno a la cueva es el interés educador. Y su muerte, el destino socrático.
Los independentistas no queremos que nos pase como al prisionero que retornó a la cueva platónica, y no aceptamos que los restantes prisioneros quieran seguir contentándose con las sombras, dejando pasar el tiempo, para no complicarse la vida.
Nosotros consideramos que debe prevalecer la frase popular: ‘no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’, mientras que vemos que otros prefieren la de: ‘no hagas hoy lo que puedas dejar de hacer también mañana’, de Fernando Pessoa (1888-1935).
Y eso de dejarlo todo para mañana, clínicamente se conoce como ‘procrastinación’ (del latín ‘pro’: para, y ‘cras’: mañana)
Sabemos que el contexto español es complejo y agresivo con nosotros, como lo vemos por la gran cantidad de represaliados. Por eso desconfiamos de falsas promesas y quiméricas apariencias que pueden engañar a algunos.
Y en ese aspecto me parecen ilustrativas las siguientes fábulas de Esopo (siglo VII a.C.):
‘El hombre y la culebra
Durante la época de frío y de las terribles heladas del invierno, que azotaban en un pequeño pueblo, un hombre de buen corazón y muy piadoso, acogió en su hogar a una culebra.
El hombre cuidó de la culebra todo el invierno, manteniéndola calentita en su casa, pero cuando el invierno se iba y llegaba el verano, la culebra comenzó a reanimarse con el calor y quiso atacar al hombre que le había estado cuidando.
El hombre le dijo a la culebra que se fuera de su casa, pero la culebra no hizo caso, y en lugar de obedecer la orden, se le lanzó para morderle.
Moraleja: hay que atajar el mal desde el principio, ya que, si llega a echar raíz, cuesta terminar con él’.
‘La zorra y la serpiente
Bajo una higuera, a la orilla de un camino, había una serpiente durmiendo.
Pasó por allí una zorra y, envidiando el cuerpo alargado del reptil, se echó a su lado, para intentar igualarlo.
Se estiró todo lo que pudo y el esfuerzo que hizo fue tan grande, que acabó por romperse.
Moraleja: no te esfuerces en imitar aquello para lo que no estás capacitado’.
Los independentistas sabemos que ‘por mucho que la serpiente mude de piel, seguirá siendo serpiente’, ‘Y si sabemos lo que tenemos que hacer, y no lo hacemos, entonces estamos peor que antes’.
Y también sabemos que debemos huir de las personas que ‘tienen un problema para cada solución’. Cuando, según un haiku: ‘el último grado del talento es hacer fácil lo difícil’, pues, ‘Todo es muy difícil, antes de ser muy fácil’.
En definitiva, sabemos que la situación es compleja, máxime en plena pandemia, con las crisis que está comportando a nivel sanitario, económico, político, social, etc.; pero no por eso debemos abandonar nuestras esperanzas e ilusiones. Y mucho menos, traicionar a los represaliados que dieron la cara por nosotros, por poner las urnas.
Por todo eso, no debemos caer en falsos sueños ni en fórmulas mágicas, pero mucho menos debemos caer en la procrastinación que muchos desean.