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Hipocresía navideña

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Este año 2024 se ha conmemorado el centenario del fallecimiento de Joan Salvat i Papasseit (1894 – 1924), una celebración excesivamente simple en Barcelona, su ciudad. Como felicitación navideña, un amigo me acaba de enviar uno de sus poemas, ‘Nadal’ (Navidad), que me parece muy apropiado reproducir en este breve escrito y, así, compartir su reflexión al respecto.

Salvat-Papasseit fue un poeta vanguardista, un prosista y autor de múltiples escritos en los que reflejó su pensamiento revolucionario (ácrata), así como sus críticas artísticas.

El autor, que falleció a los 30 años, se definió del siguiente modo:

‘Soy, como hombre de letras, de imaginación escasa, más bien elemental: todo lo he visto o vivido. Pero me sé una aristocracia de espíritu, que se puede alzar de los límites de la Universidad que no me cobija. También de los primeros pasos. Amo el arte y los artistas y las obras inútiles de los artistas. Aspiro a una obra inútil que se dé de consuelo a los hombres ricos, sin la democracia que confunde al hombre rico con el hombre de dinero, el artista con el caballo. Nunca he tenido fortuna, y nunca la tendré. Pero la alegría es mía, porque la sé sentir, profesión de Poeta que soy. Según la predicción, la muerte me tomará con fuego, porque un fuego interior me consume. Me lamento que la gloria no sea una doncella que me pueda estrechar en sus brazos’.

Y aquí va el poema:

Nadal (1921)

A Emili Badiella

Siento el frío de la noche

y la zambomba oscura.

Así el grupo de hombres jóvenes que ahora pasa cantando.

Siento el carro de los apios

que el adoquinado apoya

y los demás que le avanzan, todos en dirección al mercado.

Los de casa, en la cocina,

cerca del brasero que arde,

con el gas todo encendido han terminado el gallo.

Ahora miro la luna, que me apareció llena;

y ellos recogen las plumas,

y ya añoran mañana.

Mañana puestos en la mesa olvidaremos a los pobres

-y tan pobres como somos -,

Jesús ya será nacido.

Nos mirará un momento a la hora de los postres

y después de mirarnos empezará a llorar.

La traducción literal que he hecho del texto anterior y del poema, ambos escritos en catalán por el autor, con toda seguridad pierden la ‘magia’, especialmente el poema, ya que se ha de ser un poeta, para reproducir, fielmente, la musicalidad de unos versos, pero creo que es útil para transmitir su mensaje, sin caer en el error del ‘traduttore, traditore’ (traductor, traidor).

Me parece que este poema es un buen colofón, y un excelente retrato sentimental de nuestra hipócrita actualidad, que sería conveniente que nos replanteásemos en nuestro balance anual, tan propio de estas fechas.

Para finalizar este breve escrito, sólo me queda desear unas felices fiestas a todos los pacientes lectores. Un abrazo.