Tal día como hoy, el 9 de setiembre de 1932, las cortes republicanas aprobaron el primer Estatut de Catalunya, popularmente conocido como el Estatut de Núria, que tuvo una breve y dificultosa vigencia. En esos 92 años, apenas hemos avanzado políticamente, y en algunos aspectos hemos retrocedido, como comento a continuación.
Como en este año 2024, el mes de agosto de 1931 fue un mes de mucha actividad política, ya que: el 2 de agosto los catalanes votaron el referéndum sobre el Estatut, con una participación del 75 % del censo, de los cuáles el 99 % votaron afirmativamente; el 13 de agosto, Francesc Macià entregó oficialmente el documento al presidente del gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá-Zamora; y, el 18 de agosto, fue presentado en las cortes.
(Es preciso señalar que la actividad política de agosto del 1931 fue positiva y con visión catalana y catalanista; mientras que la de este agosto del 2024, ha comportado un notable retroceso como aspiración nacionalista, ya que ha concluido con la presidencia de un represor)
Ya en el año 1932, después de un golpe de estado frustrado del general Sanjurjo (la ‘sanjurjada’ del 10 de agosto), las cortes finalmente aprobaron el Estatut el 9 de setiembre del 1932.
El citado Estatut, impulsado por el president de la Generalitat, Francesc Macià, fue aprobado por las cortes españolas, tras unos severos recortes, ya que el anteproyecto definía Catalunya como un estado dentro de la República española; pero el redactado final definió a Catalunya como una región autónoma dentro de España, si bien en una adición se contemplaba la posibilitaba de una futura autodeterminación (aspecto que en la actualidad ni figura ni es viable, como sabemos)
Y su breve vida tuvo serias interrupciones, pues en 1933, tras la victoria de la CEDA (confederación española de derechas autónomas) y los hechos del 6 de octubre de 1934, el Estatut fue abolido; y restablecido en febrero de 1936 tras la victoria del Frente Popular; hasta que el dictador y asesino Francisco Franco lo derogó definitivamente el 5 de abril de 1938.
Y sabemos, asimismo, que el actual Estatut, aprobado por las cortes y mediante referéndum en Catalunya en 2006, el tribunal constitucional lo recortó el 28 de junio de 2010, por lo que legalmente tenemos un Estatut no aprobado ni por la ciudadanía ni por las cortes.
Así, vemos que en 1933 la CEDA abolió el Estatut del 1932, y el PP, mediante sus recursos de inconstitucionalidad, refrendados por un tribunal constitucional en estado catatónico, recortó el del 2006.
Nada nuevo najo el sol, ya que:
‘En la decisión del Borbón Felipe V, la opinión de su esposa, la reina Gabriela (*), debió tener un papel importante, la misma que en 1713, en una nueva tanda de negociaciones de paz y mientras se discutía el destino de Catalunya, proclamaría: ‘antes que perdonar a los catalanes, sería capaz de lanzar a nuestros hijos desde el balcón de palacio’
(Marc Pons, ‘El dia que Felip V va tenir la guerra perduda i el cul fora del tron’, elnacional.cat, 8 de setiembre del 2024)
(*) María Luisa Gabriela de Saboya 1688 – 1714), falleció en febrero de 1714, a los 25 años de edad, a causa de una tuberculosis ganglionar; su hijo Luís I, fue rey de España durante 229 días de 1724, pues falleció por la viruela; y otros hijos murieron de niños; así que finalmente heredó la corona de Felipe V, Fernando VI, su cuarto hijo; por lo que hay una cierta justicia poético-histórica.
Por todo lo expuesto, y sufriendo una grave infrafinanciación histórica, nunca podré entender que haya catalanes que se puedan sentir unionistas españoles, salvo los que representan a los poderes del estado o son los brazos (familias) ejecutoras de sus políticas represivas y extractivas.
Que haya ciudadanos de base que prefieran ser tratados como una mera colonia, me parece tan inconcebible como que obreros y personas sin recursos económicos y en paro, voten a la derecha (PP y Vox)
Pero es verdad que hay muchos ciudadanos que prefieren seguir creyéndose todas las fábulas de las Batuecas, pues así viven más ‘felices’, como los habitantes de Batuecas (Salamanca) que, siglos atrás estaban aislados y desconectados de todo el mundo, es decir, ajenos a lo que sucedía a escasos kilómetros de su pueblo; hasta que dos fugitivos pasaron por su pueblo, y después dieron noticia de su existencia.
Está claro que hay ciudadanos catalanes y españoles, que son ignorantes, acríticos, que prefieren ‘estar en Babia’, expresión que recuerda la siguiente situación:
‘Cuentan que el rey leonés Alfonso IX decidió no participar en la batalla de las Navas de Tolosa (julio de 1212), junto al resto de reyes cristianos peninsulares, contra los musulmanes. Prefirió quedarse descansando y cazando en la preciosa comarca de Babia, al norte del Reino. A Navas envió solo a un grupo de nobles. La excusa de Alfonso IX era su rivalidad con el rey de Castilla, Alfonso VIII, al que no quería apoyar. Dicen que de ahí salió la expresión ‘estar en Babia’’.
(https://search.app/KBW5ukWev5FNSb5UB)
Esta expresión, popularmente, se entiende como: estar atontado, alelado, vivir en la Luna, etc.; y eso, ‘estar en Babia’, exactamente, me parece que es lo que prefieren muchos ciudadanos catalanes y españoles; es decir, despreocuparse de todo y acogerse, únicamente, a cuatro consignas facilonas y manipuladoras, y despreocuparse de los verdaderos problemas cotidianos, que delegan, totalmente, a los irresponsables gobernantes.
En este punto me parece interesante reproducir la siguiente fábula, de Richard Bach (n. 1936, Illinois):
‘El comienzo de las ilusiones
Una vez había un pueblo al lecho de un gran río cristalino. Pero, un día, la corriente del río se deslizó sobre todos sus habitantes, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos, y la corriente seguía su camino, ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.
Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente.
Pero al fin, una criatura dijo: estoy harta de asirme. Aunque no lo veo con mis propios ojos, confío en que la corriente sepa donde va, me soltaré y dejaré que me lleve donde quiera. Si continúo inmovilizado, me moriré de hastío.
Las otras criaturas rieron y exclamaron: ¡Necio! Suéltate y la corriente que veneras te arrojará contra las rocas y morirás más rápidamente que de hastío.
Pero la que había hablado en primer término, no les hizo caso y después de inhalar profundamente, se soltó. Inmediatamente la corriente le revolcó y le lanzó contra las rocas.
Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse y entonces la corriente le alzó del fondo y no volvió a magullarse ni a lastimarse.
Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, y que no le conocían, exclamaron: ¡ved un milagro! Una criatura como nosotras y sin embargo vuela, ved al mesías que ha venido a salvarnos a todas.
Y la que había sido arrastrada por la corriente, respondió: no soy más mesías que vosotras; el río se complace en alzarnos con la condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea es este viaje, esta aventura.
Pero todos seguían gritando, aún más alto: ¡salvador!, sin dejar de aferrarse a sus rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista había desaparecido, y se quedaron solas tejiendo leyendas acerca de un salvador’
(https://search.app/sVWfs1bCbUDasCDj9)
En definitiva, que esos catalanes unionistas españoles, prefieren seguir estando en Babia, sujetados a su respectiva roca mental, sin prestar atención ni interés en la historia y cultura de la tierra en la que viven; y eso, me parece que es un sacrilegio, una abdicación de sus deberes y obligaciones de ciudadanos.
Hace unos días se publicó en la prensa (www.cronista.com, del 5 setiembre 2024), que el matemático Bruce Ratner había estudiado una antigua tablilla (YBC 7289) procedente de Babilonia y descubrió que el conocido ‘teorema de Pitágoras’ era conocido hace 3500 años, es decir, 1000 años antes de que naciera el filósofo griego Pitágoras. Y el articulista habla como ‘el primer fraude de la historia’ (…) ‘tiembla el teorema de Pitágoras’, y demás tonterías por el estilo, ya que difícilmente Pitágoras (aprox. 586 a.C. – 490 a.C.), tuvo acceso a esos conocimientos previos; y todos sabemos que hay descubrimientos coincidentes, incluso en el tiempo; y él no debió denominarlo con su nombre, si no que fue con el paso del tiempo, que sus discípulos lo bautizaron así.
Pues bien, este burdo ejemplo me parece relevante, para explicar la manipulación de cierta prensa, abusando de la credulidad infantil de sus lectores. Y este ejemplo describe el sistema y efectos que tenemos en la actualidad, pues, a tres días de nuestra nueva Diada, muchos medios y tertulianos, repiten hasta la saciedad que será un fracaso, que el independentismo ya no está por la labor.
Y claro, sembrando esas semillas, después, como la profecía autocumplida (o autorrealizada), después celebrarán que las manifestaciones que hagamos, no hayan sido tan numerosas como las de años precedentes. Y eso tendrá muchas explicaciones, muchas causas, pero, entre ellas, también las falsas ‘noticias’ que están lanzando estos días.
La expresión de ‘profecía autocumplida’ es del sociólogo Robert King Merton (1910 – 2003), en su libro ‘Teoría social y estructura social’ (1949), en el que dijo:
‘La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición ‘falsa’ de la situación, que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva ‘verdadera’’.
En fin, que debemos ser críticos con todas las pseudoinformaciones, y entender que de cada vez habrá más conciudadanos movidos por falsas opiniones, y que será muy difícil, o imposible, desmontarlas, por más esfuerzos didácticos que efectuemos. Por eso, nuestro futuro como nación, de cada vez será más difícil.
Pero, a pesar de todo, debemos persistir, es nuestra obligación, nuestro deber, aunque nos pueda parecer picar en hierro frío; y debemos hacerlo de forma pedagógica, ausente de todo supremacismo, y confiando que el fuego de nuestra fragua pueda tener resultados en el futuro y quizás, así, nuestros nietos puedan romper el negro círculo histórico que nos imponen, y que nos mantiene a los independentistas condenados como a Sísifo a subir una roca, que, al llegar a la cima, caiga, para volver a subirla.