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Pensando sobre el pandémico giro político hacia la derecha y extrema derecha, me parece interesante trasladar algunas elucubraciones que, a mi modo de ver, pueden explicarlo.
Siguiendo con el tema de ayer (12/12) sobre las líneas rojas, los cordones sanitarios para frenar a la extrema derecha, ayer tuvimos un nuevo ejemplo de la hipocresía política, también efectuado por el PSC/PSOE, pues vimos que el represor Salvador Illa rechazó la moción parlamentaria contra las injerencias del estado: introducir la policía nacional y guardia civil en el servicio de emergencia catalán (cat112); y, para ello, el PSC/PSOE contó con el voto favorable del PP y Vox.
Y eso nos demuestra, una vez más, nuestra ineptitud, pues nuestros políticos no supieron o no quisieron aprovechar la mayoría parlamentaria durante la anterior legislatura. Mientras que ahora, el PSC/PSOE no ha tenido el menor pudor para seguir su proceso descatalanizador, con la ayuda de la derecha extrema y la extrema derecha, que siempre están por esa labor.
Y esa inoperancia, ineptitud y falta de valor de los partidos independentistas, es uno de los motivos desmotivadores y desmovilizadores, como sabemos.
Pero en el presente escrito quiero ampliar la perspectiva, para intentar entender los motivos que ‘explican’ el giro hacia la derecha.
Es bien cierto que las clases altas, los altos funcionarios, etc., es decir, los que tienen un patrimonio y prebendas notables, siempre preferirán votar a la derecha, para preservar sus privilegios. Y más que por ideología conservadora, votan por intereses, pues los partidos de derechas, tradicionalistas, siempre han procurado mantener y aumentar los privilegios de las clases más poderosas.
El problema está en las clases medias y bajas, incluso, en las personas que no tienen nada, así como en gran parte de la juventud, y éste es el núcleo del presente escrito, el de hacer una aproximación para intentar entender que esos colectivos acaben votando a partidos conservadores o de extrema derecha.
En principio parece que sería lógico que esos colectivos menos favorecidos o, directamente desfavorecidos, votasen a partidos de izquierdas, ya que, teóricamente, estos partidos tienen unos objetivos abiertos: colectivismo, laicismo, profundización de la propiedad pública de los servicios básicos, igualdad, ecologismo, feminismo, reformas sociales, etc., en definitiva, los aspectos que configuran el progresismo.
Y contrariamente, parece incongruente, de entrada, que las clases desfavorecidas voten a favor de políticas que priman el individualismo, la defensa a ultranza de la propiedad privada de los servicios públicos, el conservadurismo y el tradicionalismo.
Y ante esta situación, creo que el meollo del problema está en la propia crisis económica, política y social, que comportan la crisis personal, individual.
Pues, en momentos de crisis, las ideologías y la cultura social son las primeras en sufrir, ya que, psicosocialmente, todos tendemos a intentar defender la cobertura de nuestras necesidades básicas, como muy acertadamente señaló Abraham Harold Maslow (1908 – 1970) en su famosa ‘Pirámide o jerarquía de las necesidades humanas’ (1943), que refleja la siguiente escala de necesidades:
- Fisiológicas: respiración, alimentación, descanso, sexo, homeóstasis.
- Seguridad: seguridad física, de ocupación, de recursos, moral, familiar, de salud, de propiedad privada.
- Pertinencia: amistad, amor, afecto, intimidad sexual.
- Reconocimiento: autoreconocimiento, confianza, respeto, éxito.
- Autorrealización: moralidad, creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de los hechos, resolución de problemas.
Y según Maslow, hasta que no se satisfacen las necesidades básicas, las fisiológicas, que sitúa en la base de la pirámide, no nos planteamos conseguir las necesidades siguientes, las de seguridad, y así, sucesivamente, hasta plantearnos las necesidades de la cúspide, las de autorrealización.
Así, en época de crisis, que, parece que será larga, y que, en sí misma, es un sinsentido, es comprensible que los proyectos individuales sean conservadores, para garantizar la propia supervivencia, y, en ese caldo de cultivo, es comprensible, también, que los jóvenes desconfíen de los proyectos colectivos transformadores presentados por los políticos actuales, que no les merecen ninguna garantía presente ni futura.
El segundo nivel de necesidades, el de seguridad (en sentido amplio: vivienda y trabajo dignos, etc.), parece evidente que los políticos actuales, salvo honorables excepciones, nos han demostrado, repetidamente, que una cosa son los programas electorales, por los que son votados, y otra cosa muy diferente su actuación, una vez confirmados en sus poltronas, y ese distanciamiento entre la clase política y la ciudadanía, explica el abstencionismo, y, también, la votación de los partidos contrarios a los que ostentan el poder actual, por crítica y castigo.
Y esas opciones críticas las potencian los partidos de derechas, que justifican sus propuestas ante un vacío político, que se observa, según ellos, en la falta de autoridad y de seguridad, que, como señaló Maslow, conforman el segundo peldaño de su pirámide.
Y ese vacío existente, real o percibido, entre los políticos gobernantes y la ciudadanía, comporta un vacío personal, existencial y, en esa situación no prima la razón, sino que priman los instintos de conservación.
Según la filosofía política, la democracia se basa en una relación de contenidos y, claro, ante un vacío de contenidos, o de distancia extrema, todo vale, y eso aumenta la indiferencia.
Y ese vacío de contenidos, ya sea real, por falta de un proyecto realmente interesante, motivador y con visos de aplicabilidad efectiva, o sea percibido por la falta de confianza, son determinantes, por eso, son más tentadores los programas centrados en la seguridad, la firmeza, y la defensa de los valores patrios más extremos, aunque se olviden de los mencionados aspectos progresistas.
Y claro, los partidos conservadores, de derecha extrema y extrema derecha, aprovechan ese vacío político y existencial, para pescar en río revuelto, y, para ello, abusan de mensajes simples, contundentes, que tocan la fibra sensible y emocional del votante, prometiéndoles lo que quieren oír, sin argumentarlo ni especificarlo. Y, sabemos que las derechas buscan cualquier motivo para coartar las libertades de todo tipo, y así, cierran su circulo vicioso, pues, a menos libertades, más autoritarismo, y ya sabemos cómo acaban esos procesos involutivos.
Es cierto, también, que los partidos conservadores multiplican las críticas a los gobiernos existentes, para ocupar su puesto, y para ellos, el fin justifica los medios, así que mentir y descalificar a los gobiernos existentes, ridiculizando sus programas y acciones, entra dentro de su lógica ilógica, pues todo les vale para conseguir el poder. Igualmente, mentir a los votantes, entra dentro de su mencionada lógica ilógica, por eso buscan emocionarles, tocarles la fibra sensible, mediante mensajes facilones, repetidos hasta la saciedad, para que lleguen a todos y calen en ellos.
Y así, los votantes que buscan seguridades, al oír esos mensajes, que les prometen todo tipo de garantías, se mueven emocional e instintivamente, sin dar opción, por lo tanto, al raciocinio, al debido análisis. Y, por eso, deciden votar al que se presenta como su máximo asegurador y, al unísono, pasan a odiar, a criminalizar al que no piensa como ellos, siguiendo las consignas, claro. Está confirmado que cuando desaparece el voto social, surge el voto emocional, instintivo.
Y esos mensajes catastróficos, reafirman, asimismo, el voto de las clases altas, de los altos funcionarios, etc., pues pasan a ver a los partidos progresistas como los malvados enemigos de la película, los que pondrán en peligro sus beneficios y patrimonios.
Por eso, es peligroso el mensaje basado en el vacío de poder, de ausencia de autoridad, en síntesis, de vacío político, que explota la derecha, pues no deja de ser una farsa, ya que nunca hay vacío de nada y cuando un poder se desvanece, inmediatamente es sustituido por otro, como hacen los líquidos y los gases.
Y toda esta situación, en conjunto, nos produce un horror vacui a la mayoría, un vacío existencial a muchos que seguimos queriendo confiar en los partidos de izquierdas, y, especialmente, en los partidos independentistas que nos puedan garantizar su trabajo para conseguir nuestra república catalana, independiente y laica.
No hay fórmulas para solucionar esta compleja situación, y por ello, la salida fácil de los partidos socialdemócratas (grandes culpables de la situación, por acción u omisión), no es otra que la de aproximarse a las tesis derechistas y, desgraciadamente, éste parece que es su destino y olvidarse de las ideologías, para pasar a ser, también, grupos de intereses, llegando al extremo de criminalizar a los inmigrantes y a los más desfavorecidos.
En definitiva, ante esta compleja situación generalizada, los independentistas catalanes, al menos, tenemos una ilusión, un deseo, que podría ser nuestra verdadera piedra filosofal para poder superar el mencionado vacío existencial. Y ese deseo ilusionante, puede y debe ser defendido emocional y racionalmente; ya que, honestamente, ningún análisis objetivo puede corroborar que siguiendo sometidos a la corrupta monarquía española, estamos mejor que siendo independientes.
Todo depende de nosotros, de TODOS.