Madrid, 1 Abr (Notimex/Sputnik).- El Monumento la Victoria del Viento, que conmemora los 200 años de la Independencia de México, ya no está solo en la Plaza Bicentenario de Pachuca de Soto. La inmensa estatua comparte el espacio con un nuevo vecino. Su color es blanco y desde fuera parece un iglú gigante. Sin embargo, en su interior no hay hielo, sino camas y respiradores.
Se trata de un hospital de campaña, levantado para atender a los posibles pacientes de coronavirus en la capital del estado de Hidalgo. El Gobierno de México declaró el estado de emergencia sanitaria y según las autoridades sanitarias del país, ya hay más de 1,000 contagiados y cerca de una treintena de fallecidos.
El temor a que se repita en su territorio un escenario similar al de Italia o España hace que empiecen a tomar medidas para reforzar su sistema sanitario. Una de ellas es la inmensa carpa de Pachuca de Soto.
Un centro de salud temporal similar a los vistos en China y España. Pero, sí en el gigante asiático tardaron 10 días en construir el ‘hospital milagro’ de Wuhan y en Madrid tan solo 18 horas en habilitar uno de los pabellones de Ifema, en México, en 20 horas tenían levantado un edificio completo de 1,000 metros cuadrados. Y solo hicieron falta un par de motores eléctricos. Y es que el hospital de Pachuca tiene una característica especial: es hinchable.
Una estructura que llegó al país norteamericano desde una nave industrial a las afueras de Girona. Allí, Tecnodimensión se dedica a fabricar para todo el mundo estructuras hinchables.
«Nos dedicamos a la arquitectura textil, a la creación de estructuras que no necesitan bigas ni ningún tipo de estructura metálica. Con una leva presión de aire se tensan y adquieren la forma que hemos patronado», explica Jesús Pallarès, director general de la empresa catalana.
Unas infraestructuras que son ignífugas, resistentes a vientos fuertes, reutilizables y multiusos. Algunas se convierten en polideportivos o piscinas, otras tienen cometidos publicitarios. La instalada en la capital de Hidalgo, cuenta con dos salas de visitas, 20 habitaciones individuales y cuatro quirófanos perfectamente aislados y preparados para acoger cualquier tipo de intervención.
Una vez montadas la iluminación, la calefacción, los conductos de ventilación, agua, gas y oxígeno y traído el material médico y las camas, este tipo de hospitales están listos para funcionar. La rapidez con la que se montan y su movilidad es su gran ventaja.
«Son muy ligeros y se pueden transportar a donde uno quiera. Solo hay que desplegarlos y tener una toma de electricidad para enchufar los motores de inflado», comenta Pallarès.
Una solución de emergencia para países de gran tamaño, como es el caso del estado latinoamericano. «México es muy grande y no todo el mundo llega a la sanidad fácilmente. Hay población que tiene el hospital más cercano a 1,000 kilómetros. Un hospital hinchable se puede montar en zonas más aisladas y atender a todo aquel que esté a 100 kilómetros a la redonda. Estas estructuras funcionan en las zonas donde la sanidad escasea o es privada», destaca el director general de la empresa.
¿Y España?
En la sede de Tecnodimensión de Girona, el ritmo es frenético. Los 25 empleados de esta empresa, con mascarilla y guantes y a una distancia prudencial, trabajan sin parar desde que se decretó la pandemia del coronavirus.
La plantilla atiende un servicio esencial y no pueden frenar la producción de hospitales de campaña. «Aunque no hay el mismo riesgo que en un servicio público, donde entra y sale gente constantemente, tenemos que protegernos. Si hubiera algún caso, estaríamos en cuarentena y no podríamos entregar ningún hospital», reconoce Pallarès.
Mientras, los pedidos se acumulan. Muchos países están necesitados de infraestructuras, ya que no se habían visto en una situación similar antes. No obstante, fabricar un hospital como el de Pachuca de Soto requiere de unas seis o siete semanas.
«Ahora hay muchos encargos. No podemos cubrir las necesidades del mercado, porque todo el mundo lo ha pedido a última hora, desesperados y corriendo. Nadie ha previsto esto y nosotros tenemos unos tiempos de producción», asevera Pallarès.
Según el director general de la compañía, los países de Sudamérica son sus mayores clientes. Continente donde el coronavirus empieza a aflorar, pero, donde está mucho más controlado que en Europa. Por ejemplo, en España, donde confecciona Tecnodimensión, solo hay pedidos de pequeñas estructuras para la sanidad privada.
A pesar de la fuerte crisis sanitaria que sufre el país, Pallarès afirma que la mayor cantidad de centros sanitarios, la medicalización de lugares como hoteles o recintos feriales o los hospitales de campaña de la Unidad Militar de Emergencia hace que no se haya pedido ningún refuerzo extra.
No obstante, los hospitales hinchables podrían ser de gran ayuda en las regiones con menos infraestructuras de España. «No todo es Madrid y Barcelona. En áreas rurales en España podrían valer. Mismamente, en Igualada, se podía haber montado un hospital de estos en alguna plaza y atender a la gente allí, como en México. Ahora los están sacando de la ciudad porque no hay servicios suficientes y están colapsados», lamenta Pallarès.
Por otro lado, le sorprende que entre las demandas no haya ninguna morgue. Los muertos se cuentan por millares y, de momento, nadie ha encargado ninguna. Teme que se repita lo mismo que con los hospitales.
«En las noticias he escuchado que están acondicionado locales como morgues. Para Chile hemos montado varias con sus cámaras frigoríficas cuando ha habido terremotos. Aquí nadie ha pedido ninguna, pero como todo, funciona a última hora».
Con un suspiro, repite: «Solo se corre, cuando está el desastre hecho».