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Hoy se cumplen 20 años del asesinato de Ernest Lluch: burda creación y utilización de un mito.

Ernest Lluch i Martín (1937-2000), economista y político socialista, diputado en el congreso (1977-1982) y ministro de sanidad y consumo, en el primer gobierno de Felipe González (1982-1986), casado durante 16 años (1966-1982), tuvo 3 hijas; asesinado por ETA el 21 de noviembre del 2000.

No pretendo hacer aquí un panegírico, y mucho menos utilizar su figura para acercarla a ningún postulado actual, como están haciendo estos días muchos medios de comunicación y demasiados ‘politicuchos’ aprovechados, como Miquel Iceta, como ya explicaré.

Pero me parece importante señalar algún rasgo relevante de la carrera política de Lluch, y que cada lector extraiga sus propias conclusiones:

Como uno de los miembros fundadores del Partit Socialista de Catalunya – Congrés (1976), en sus estatutos fijaron:

‘En el punto 33-c: ‘Los socialistas de Catalunya propugnamos, como proyecto a desarrollar, potenciar una estrecha colaboración con el resto de los Països Catalans, conscientes que los vínculos sociales, culturales e históricos que nos unen fundamentan un marco nacional, proyecto que se podrá concretar en unas instituciones políticas comunes en el momento que así resulte del ejercicio del derecho a la autodeterminación’.

(Wikipedia)

‘Como portavoz de los socialistas catalanes, se negó a presentar correcciones del partido a la ley de la Loapa, que limitaba el proceso autonómico (ley aprobada por la UCD y el PSOE el 30.06.82, después del golpe de estado de Tejero el 23.2.82); por lo que el máximo órgano del partido acordó retirar la confianza a su portavoz en el congreso de los diputados, E. Lluch, después de que éste se negase a obedecer la decisión del PSC-PSOE de presentar enmiendas al proyecto de ley orgánica para la armonización del proceso autonómico (Loapa). Ello generó la dimisión, en solidaridad con Lluch, de dos miembros de la ejecutiva del PSC-PSOE, Eduardo Martín Toval y Joan Prats (…) El apoyo a la Loapa por los socialistas representa en Catalunya un elemento de muy probable retroceso electoral.

E. Lluch se había mostrado en el curso de varias reuniones partidario de presentar enmiendas a la Loapa; pero a mediados de la semana pasada participó en una serie de reuniones preparadas por Alfonso Guerra con representantes del gobierno con el fin de evitar la presentación de enmiendas. El jueves, Lluch fue requerido formalmente por Joan Reventós para que presentase las enmiendas acordadas por la dirección del partido. Lluch se negó de plano, argumentando que el PSOE había consensuado con UCD su no presentación.

Ante esta indisciplina, Reventós le pidió que dimitiese, a lo que Lluch se negó. Por esta razón, Reventós llevó el tema al consejo nacional del PSC-PSOE, reunido el pasado domingo. Este órgano, por 60 votos contra 37 y 5 abstenciones, acordó retirar a Lluch la confianza para el ejercicio de su cargo. Pese a ello, éste se niega a dimitir, argumentando que el cargo de portavoz le proviene del propio grupo parlamentario, y no del partido.

Anoche estaba reunida la ejecutiva del partido. Uno de sus miembros indicó a este diario, antes de la reunión, que ‘si Lluch continúa negándose a dimitir de su cargo de portavoz, no tendremos más remedio que llevarle ante la comisión de conflictos.

(…)

Lluch representaba el sector más españolista, dispuesto a incrementar aún más la dependencia respecto al PSOE.

(…)

Al margen de estos enfrentamientos internos se sitúa el alcalde de Barcelona, Narcís Serra, cuya pretensión es únicamente conseguir que el grupo vencedor le considere el candidato más apto para aspirar a la presidencia de la Generalitat’.

(Alfons Quintà, El País, 22.12.1981)

‘Ernest Lluch dimite como portavoz del PSC en el congreso de los diputados dentro de la crisis por la Loapa.

El 24.12.1981, E. Lluch dimitió como portavoz del grupo parlamentario del congreso de los diputados de Madrid ‘minoría socialista catalana’ (…) así, Joan Reventós, primer secretario del PSC-PSOE, intentó contentar al sector más nacionalista del PS furioso con la Loapa, que reducía competencias a la Generalitat de Catalunya’

(Lahemerotecadelbuitre.24 dic. 1981)

‘En el III congreso del PSC-PSOE, las tres principales corrientes de la organización, los unitarios de Raimon Obiols, la nueva mayoría de Ernest Lluch y los institucionalistas de Narcís Serra, llegaron a un acuerdo para acordar criterios de integración (…) y la reelección de secretario general del partido a Joan Reventós, un político honesto, pero escasamente imaginativo y poco carismático es, en buena parte, la consecuencia de la tregua.

(…)

Ernest Lluch, portavoz del grupo socialista catalán en el congreso de los diputados hasta hacde pocos meses, dio un viraje desde posiciones fuertemente nacionalistas hacia actitudes orientadas a una estrecha articulación con la estrategia global del PSOE para toda España’.

(El País, 2 junio 1982)

Su vuelta a la universidad al ser cesado de ministro, para seguir con sus clases, es decir, sin utilizar las puertas giratorias, tan en boga entonces como en la actualidad, y comentó, según he oído en una entrevista a Antoni Batista, un amigo suyo, comentaba que, después de su cese como ministro (al finalizar la primera legislatura de González), ‘lo que más le desagradaba, más que tener que hacerse sus propias fotocopias, era que su teléfono estuviera inactivo’, y eso, a mi modo de ver, demuestra que en la política en escasas ocasiones se hacen amigos, ya que hay mucha competencia y rivalidad, demasiados intereses partidistas y particulares.

‘Si bien a veces hablaba del ‘federalismo cálido’, E. Ll no se consideraba federalista (…) imaginaba un proyecto de España integrador. (…) Las ideas que llamaba ‘constitucionalismo, patriotismo o republicanismo’, defendidas sobretodo por amplios sectores de diversos territorios de la corona de Aragón, representaban una alternativa al proyecto borbónico que por medio de los decretos de Nueva Planta habían pretendido una España absolutista y unitaria, un estado nación del tipo francés. Así, Lluch consideraba que durante el siglo XVIII ‘se había frustrado una España de las libertades por la influencia excesiva de Castilla en la corona y la discriminación política del reino de Aragón’.

(…)

Contra el proyecto unitarista, Lluch miraba atrás y percibía una vigencia política en la corona de Aragón y creía, por lo tanto, que Catalunya y el País Valencià -que veía como el territorio que había salido más mal parado de la Guerra de Sucesión- y Aragón habían de recuperar este legado político para plantear una propuesta que pudiera formar unas Españas, como le gustaba decir a él, múltiples y diversas, en la que los ciudadanos de unos territorios no sintiesen que su voluntad era subyugada por la de otros’.

(Joan Esculies, ‘Las Españas (im)posibles de Lluch’, Ara, 21 nov. 2020)

Su apuesta por el diálogo, la negociación y el pacto con ETA, su petición de que abandonaran las armas, fue considerada por la derecha española y también por buena parte del propio PSOE, como una traición a los muertos. Pero ese es su gran legado al que ahora, falsamente se apuntan muchos; si bien, hay que reconocer, que muchos otros, ya en su momento opinaban y trabajaban en la misma línea que Lluch.  

Un aspecto que me parece interesante, en este caso, como en otros, como John F. Kennedy (1917-1963, asesinado), James Dean (1931-1955, accidente de coche) o Marilyn Monroe (1926-1962, ¿envenenada?), por poner ejemplos muy variados, es que su muerte trágica e inesperada, acaban mitificando a las víctimas; y eso es comprensible, pues todos acabamos olvidando lo sustancial (que, por ejemplo, J. Dean era un actor mediocre que iniciaba su carrera artística), para centrarnos en la parafernalia, ya que es más atractiva y cómoda.

Obviamente, en el caso de E. Lluch, el proceso es similar, pero por puro interés partidista y personalista, y ese uso y abuso lo podemos encontrar en el propio Miquel Iceta, que ya el año pasado, en plenas negociaciones con Unidas Podemos, dirigidas por Pedro Sánchez, para conseguir su propia investidura, Miquel Iceta (secretario general de los socialistas catalanes) llegó a decir:

‘Este año ha habido más Lluch que otros años. En los tiempos de Lluch se hicieron cosas muy importantes que mejoraron la vida de muchas personas y que permanecerán para siempre (…) ahora se hacen muchas suposiciones de cómo se debe de hacer el diálogo, que si nos viera se enfadaría … pero no, porque Lluch es diálogo, y el diálogo es exigente (…) y estamos obligados a ofrecer respeto por las distintas opiniones’

(elespañol.23.11.2019)

Y hoy, Iceta, el de la triste figura, manipulando el mensaje de Lluch, ha dicho:

‘Lluch quería que el catalanismo perviviera, que fuera una cosa muy extensa, abierta, acogedora. Que nunca se pudiera dividir por razón de idioma o procedencia, y creo que en eso tenía mucha razón (…) era una persona profundamente catalanista y se ha visto que ahora, efectivamente, cuestiones de identidad dividen y debilitan (…) tenía valores profundos que guiaban su acción política y que anteponía a las ideologías cerradas (…) era una persona que reclamaba diálogo y acuerdo.’

(Elnacional 21.11.2020)

Está claro que el uso y abuso interesado y manipulador de las ideas que hace Iceta, lo que hacen es devaluar la figura de Ernest Lluch.

Iceta, uno de los personajes más inconsistentes y patéticos del panorama político catalán, para hacer suyo el mensaje de Lluch, es capaz de pedir que lo hagan ‘santo súbito’.

Cuando Iceta, se mira en el espejo, nunca verá nada parecido a Lluch, pues Iceta lleva 24 años de diputado al Parlament de Catalunya, y antes, 4 años de regidor en el ayuntamiento de Cornellà de Llobregat, es decir, 30 años. Un personaje que, a sus 60 años de edad, lleva media vida arrastrándose en el partido, contra viento y marea, pues su principal virtud es la de permanecer, de mantenerse. Una persona que:

‘se matriculó en la facultad de económicas de la UAB, pero después de cursar cinco veces el primer curso, le invitaron a abandonar el centro (…) Desde 1984 ha formado parte de la dirección realizando tareas de organización, de formación y de coordinación de campañas electorales’

(Wikipedia)

No llega ni a la altura de los zapatos de Lluch, una persona con una profunda cultura.

Ahora bien, lo que les une, y no lo dice, es su profundo españolismo. Lluch se enfrentó a los socialistas catalanes, para seguir las instrucciones de Felipe González y Alfonso Guerra, no presentando mociones a la Loapa, como ya he comentado, y supongo que, por eso, el pago de González fue hacerle ministro durante 4 años.

Lluch, el ‘abanderado del diálogo’, también actuó unilateralmente, en ese conflicto, pues no hizo caso al PSC, a los socialistas catalanes, prefirió hacer caso al tándem González / Guerra, y, gracias a él, tenemos la Loapa.

Está claro que toda biografía es compleja, y nosotros mismos no seríamos capaces de explicar la nuestra. Pero está mucho más claro todavía, que no hay mitos, ni ‘santos súbitos’, ni debería haber personajes que, como Iceta, mancillan la memoria y a la política en general.

(A modo de pequeña anécdota: un día de la década de los 90, coincidimos con E. Lluch, pues se sentó en la mesa de al lado, en un restaurante italiano de Rambla Catalunya, y él comió leyendo un periódico, estaba absorto, supongo que era su ‘coraza’. Alguna vez, después del atentado, pensé que la suerte, el azar, depende de un hilo, del canto de un duro)

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com