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Hoy se cumplen 50 años del asesinato de Salvador Puig i Antich

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Como avancé en mi escrito de ayer, 1 de marzo, hoy se cumplen 50 años del asesinato, por garrote vil, del joven anarquista de 25 años, Salvador Puig i Antich (1948 – asesinado en 1974). En este escrito reproduzco dos canciones que ayudaron a convertirlo en un mito.

Han pasado 50 años, y Salvador Puig i Antich se ha convertido en un mito, un símbolo, como Gandhi (Mahatma Gandhi, 1869 – asesinado en 1948) o el Che Guevara (Ernesto Guevara, 1928 – asesinado en 1967), mientras que sus asesinos espero que purguen su ignominia, por los siglos de los siglos, Amén.

Las canciones a las que me refiero son: ‘I si canto trist’, de Lluis Llach, publicada en 1974, y ‘A Margalida’ (novia de Salvador), publicada por Joan Isaac en el año 2007.

Y si canto triste

Yo no amo el miedo

ni lo amo para el porvenir

no lo amo para hoy

ni tampoco como recuerdo

que me gustan las sonrisas

de un niño a orilla del mar

y sus ojos como un ramo

de ilusiones relucientes.

Y si canto triste

es porque no puedo

borrar el miedo

de mis pobres ojos.

Yo no amo la muerte

ni su paso tan helado

no la amo para hoy

ni tampoco como recuerdo

que me gusta el latido

de este cuerpo luchando

da vida a la muerte

a la cual lo han condenado.

Y si canto triste

es porque no puedo

olvidar la muerte

de compañeros ignorados.

Yo no amo mi canto

porque se que han hecho callar

tantas bocas, tantas protestas

diciendo la verdad

que yo amo el canto

de la gente de la calle

con la fuerza de las palabras

arraigadas en la razón.

Y si canto triste

es para recordar

que no es así

desde hace tantos años.

A Margalida

Marchaste no sé donde

ni las cimas ni los pájaros

no saben tus pasos.

Volaste sin decir nada

dejándonos solo

el canto de tu risa.

No sé donde estás Margalida

pero el canto si te llega

tómalo como un beso

grita el nombre

de tu amante

bandera negra al corazón.

Y puede ser que no sepas

que su cuerpo a menudo

nos crece en las venas

en leer su gesto

escrito por paredes

que lloran la historia.

No sé donde estas Margalida

pero el canto si te llega

tómalo como un beso

grita el nombre

de tu amante

bandera negra al corazón.

Y que con esta canción

renazca tu grito

por los campos, mares y bosques,

y que sea tu nombre

como la sombra fiel

que es siempre nuestra.

No sé donde estás Margalida

pero el canto si te llega

tómalo como un beso

grita el nombre

de tu amante

bandera negra al corazón.

Lluís Llach, en una entrevista efectuada por Marta Lasalas:

‘(…) dijo que ‘Puig Antich murió en gran soledad. La sociedad organizativa no respondió como hubiera sido necesario (…) los partidos y sindicatos no actuaron para tratar de impedir aquella muerte (…) la sociedad organizada catalana no respondió adecuadamente; hubo gente sensible, del mundo anarquista, del mundo marginal, del mundo independentista radical … pero me sabe mal decirlo, la gente que en aquel momento podía negociar con el estado: PSUC, PSC, etc., le giró la cara. Y aquel chico murió entre pequeñas manifestaciones, a veces de madres de familia, de grupos que se podrían decir que eran marginales, y después, de gente en las iglesias, reuniones patrocinadas por aquella Iglesia de sacerdotes que en aquellos tiempos se llamaban progresistas … Y murió en una gran soledad. La verdad es esta. Además, durante la transición, el anarquismo era una de las cosas que hacía más miedo. El anarquismo fue muy y muy perseguido’

(elnacional.cat, 1 de marzo de 2024)

En la Assemblea de Catalunya, partidos como el PSUC y figuras como Josep Benet i Morell (1920 – 2008) manifestaron objeciones a la hora de vincular esta plataforma con el anarquista militante; igualmente, la dirección de la CNT, en el exilio, fue tímida.

Es evidente que el miedo, especialmente tras el Proceso 1001, el juicio contra el movimiento obrero, especialmente contra la cúpula de CCOO: Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Francisco García Salve, Juan Muñiz Zapico, Francisco Acosta, Fernando Soto, Eduardo Saborido, Miguel Ángel Zamora, Pedro Santiesteban y Luis Fernández Costilla, detenidos el día de San Juan de 1972 en el convento de los Oblatos de Pozuelo de Alarcón (Madrid), en el que el moribundo régimen franquista expresó su dureza para reprimir las libertades esenciales en la mayoría de países.

El año 1972 fue de una represión bestial, no solo contra los obreros, también contra el colectivo LGTBI

El juicio coincidió con el asesinato del presidente del gobierno Luis Carrero Blanco (1904 – 20 diciembre de 1973), por un comando de ETA; el 30 de diciembre de 1973 se anunciaron las condenas, los diez miembros de la dirección del sindicato, que serían conocidos como los diez de Carabanchel, fueron condenados a prisión, las penas fueron: Camacho y Saborido, 20 años de cárcel; Sartorius, y García Salve (sacerdote obrero) 19; Muñíz, 18; Soto, 17; Zamora, Fernández y Santiesteban, 12.

Tras la muerte del dictador y asesino Francisco Franco, los encarcelados por el Proceso 1001 fueron indultados por el rey Juan Carlos I, el 25 de noviembre de 1975.

Ese era el caldo de cultivo existente en el citado proceso y, también, en el juicio de Salvador Puig i Antich, que acabó con su ejecución el 2 de marzo de 1974.

Con la perspectiva actual se observa que, además del miedo humano y lógico, los intereses partidistas siempre han primado sobre los movimientos liberales y anarquistas, pues esas estructuras no consideran válidos los movimientos surgidos de la ciudadanía, ajenos a su rígido control partidista.

Y, desde la perspectiva estatal, nada ha cambiado, la situación sigue igual, antes bajo el jefe de estado, el dictador y asesino Francisco Franco (1892 – 1975), y ahora, bajo Felipe VI, su sucesor, heredero del designado e impuesto por el asesino, Juan Carlos I.

Por eso, como señalé ayer, los actuales ‘jueces y fiscales’ Manuel Marchena, Manuel García-Castellón, Joaquín Aguirre, Pablo Llarena, Carmen Lamela, Javier Zaragoza, Antonio del Moral, Luciano Varela, Juan Ramón Berdugo, Ana María Ferrer, Andrés Palomo, Andrés Martínez, etc., actúan contra el president Carles Puigdemont,  de forma clónica con los mencionados del juicio farsa contra SALVADOR PUIG I ANTICH: Carlos González de Pablo, Matías Zaragoza de Viala, Fernando Mota Calderón, José Ruiz Pando, Pedro Martí Robles, Manuel Miquel Servet y Carlos Rey González.

Tras 50 años, vemos que Salvador Puig i Antich se ha convertido en un mito, en un símbolo de la lucha contra la dictadura, mientras que esos ‘personajes’ mencionados, espero que purguen por los siglos de los siglos en el noveno círculo del infierno según detalló Dante Alighieri (Durante di Alighiero degli Alighieri, 1265 – 1321), en su ‘Divina Comedia’ (1304), el círculo destinado a los culpables de malicia y falsedad.

Y, como en el momento de su asesinato, el estado, los partidos, los sindicatos, etc., cada uno, por su parte, defiende sus intereses, su statu quo.

Por eso, no debemos caer en las falacias de esas estructuras, e intentar potenciar el movimiento civil, autogestionado, no hay otra.

EL MENSAJE FINAL DE SALVADOR PUIG I ANTICH FUE: ‘DECÍDLES QUE SIGAN LUCHANDO’, y si queremos honrarle, debemos continuar su lucha.