Buscar

Implosión política española

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

Tras el tsunami de mociones de censura producidos anteayer, con el objetivo perseguido por Pedro Sánchez, siguiendo los consejos de su gurú Iván Redondo (director, con éxito, de la moción de censura contra Mariano Rajoy), para reducir la capacidad operativa de sus rivales: PP, Ciudadanos, y de sus socios Unidas Podemos y ERC.

Dicho objetivo pretende la implosión de los citados partidos, es decir, la ruptura hacia dentro, la disminución brusca de su tamaño. Y, en consecuencia, la explosión del PSOE, la rotura hacia fuera, liberando energía hacia el exterior.

Esa es otra de las muestras de la concepción política de Pedro Sánchez, que ya dejó reflejada en su ‘Manual de resistencia’ (Edit. Península, 2019), en el que expuso su implacable ajuste de cuentas con la cúpula de su partido. Ya que, para conseguir su éxito, no se casa con nadie.

Es evidente que una persona que está centrada en sí mismo, y en sus elucubraciones para mantenerse en el poder, no tiene la capacidad para nada más; sus energías las pierde en sí mismo, en velar por su propia imagen. Por eso me parece que a Pedro Sánchez le pasa como al discípulo del siguiente cuento:

‘La cuchara

Un estudiante de zen se quejaba de que no podía meditar: sus pensamientos no se lo permitían.

Habló de esto con su maestro, diciéndole: ‘Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar; cuando se van unos segundos, luego vuelven con más fuerza. No puedo meditar. No me dejan en paz’.

El maestro le dijo que esto dependía de él mismo y que dejara de cavilar.

No obstante, el estudiante seguía lamentándose de que los pensamientos no le dejaban en paz y que su mente estaba confusa. Cada vez que intentaba concentrarse, todo un tren de pensamientos y reflexiones, a menudo inútiles y triviales, irrumpían en su cabeza.

El maestro entonces le dijo: ‘Bien. Coge esa cuchara y tenla en la mano. Ahora siéntate y medita’.

El discípulo obedeció.

Al cabo de un rato, el maestro le ordenó: ‘¡Deja la cuchara!’.

El alumno así lo hizo y la cuchara cayó, obviamente, al suelo. Miró a su maestro con estupor y éste le preguntó: ‘Entonces, ahora dime, quién agarraba a quién, ¿tú a la cuchara, o la cuchara a ti?

(www.ifks.es)

Y me parece claro que hasta que Pedro Sánchez sea capaz de soltar la cuchara, no será capaz de ver quién sujeta a quién.

Es cierto que no todo es fácil, y un tuit del escritor y periodista Adam Martín Skilton, publicado ayer en el Ara, lo explicaba muy bien:

‘Breve historia de una humillación. 1991, Juegos Florales, La Salle Girona, COU. Soy el único estudiante del curso que participa, con un cuento de mierda, que no tiene ni pies ni cabeza. Gano el SEGUNDO premio…Y el primer premio queda ¡DESIERTO! Compartid las pequeñas humillaciones de la vida’.

Vista la situación, española y catalana, pero extrapolable a nivel general, vemos que hay un exceso de egoísmo y, evidentemente, de intereses personales, partidistas y de empresas y grandes corporaciones.

Así, la ciudadanía de base vamos engañados y vendidos.

Por ejemplo, con el show de las vacunas, si ya inicialmente planificaron un simple plan de vacunación, ahora, con los problemas de suministros, con los efectos geopolíticos (limitando la UE las vacunas rusa y china), con el casi ‘desprecio’ de las incidencias, de los efectos secundarios, (por ejemplo de la AstraZeneca, que ya ha presentado más de 30 personas con trombos; por lo que varios países de la UE frenaron su aplicación (Dinamarca, Austria, etc.), mientras que en los restantes países, entre ellos España, se limitan a decir que ese problema lo presentó un lote concreto (ABV5300), que ya fue suministrado, sin problemas. En Italia han retirado también el lote ABV2856).

Y en España, nadie, NADIE, sale a dar explicaciones.

Ya sabemos que Pedro Sánchez sólo ‘aparece’ cuando ve que se puede poner una medalla.

Aquí, en Catalunya, la situación también es incomprensible, pues los responsables sanitarios, como Alba Vergés y Josep Mª Argimón, no paran de salir por los medios, diciendo que, después de vacunar al personal de primera línea (salud, enseñanza y seguridad), ya se habían vacunado a los mayores ingresados en residencias y dependientes; por lo que se procedía a vacunar a los mayores de 80 años.

Y es así, pues varios conocidos tienen familiares que ya han sido vacunados. Ahora bien, al tener un familiar de 93 años, que es autónoma, que no ha recibido ningún aviso; fuimos al centro correspondiente (CAP) y … sorpresa, nos dijeron que hacía días que no tenían vacunas, que no recibirían en quince días, y que ya llamarían a nuestro familiar, en su momento. A la pregunta de porqué unos CAP vacunaban y otros no, nos contestaron que no lo sabían; y al comentario de que según habían informado los citados responsables el programa que se seguía era de que se estaba vacunando a ese sector de la población, la respuesta fue que los medios de comunicación dicen muchas cosas, a las que no debemos hacer caso.

En definitiva, que la ciudadanía no sabemos cuándo nos vacunarán, ni con qué vacuna; no sabemos nada. Y ese es el concepto que tiene el ‘poder’ de nosotros, nos consideran sus súbditos.

Este fenómeno no es nada nuevo, lo he visto muchas veces a lo largo de más de cuatro décadas trabajando en una gran multinacional. Siempre se prefiere tener a subordinados callados y sumisos, antes que a compañeros informados y con opinión potencialmente crítica.

Obviamente, la única forma de crecer y de mejorar, es la de informar de forma clara, para que todos los ciudadanos puedan conocer, debidamente, la situación y, si procede, poder pedir responsabilidades.

Todos sabemos que Sigmund Freud (1856-1939) se refería a la necesidad, metafórica, de ‘matar al padre’ para poder crecer, ya que es imposible que padres e hijos permanezcan a una misma generación, con su mismo entorno. Por eso, para volar, debe prescindirse de la tutela paterna. Para su estudio y conclusiones, Freud se basó en su popular complejo de Edipo.

Pero, teorizar es relativamente fácil, y llevar esas ideas a la práctica es más difícil, pues el mismo Freud arrastró durante toda su vida la memoria de su rígido padre; y el psicoanalista, al llegar a la madurez, no supo asimilar que sus discípulos le igualaran y superasen, por lo que rompió con todos ellos: C. Gustav Jung (1875-1961), Alfred Adler (1870-1937), etc.

Esa idea es muy antigua, y también la recogieron Friedrich W. Nietzsche (1844-1900) (‘romped, romped las viejas tablas’), Karl Marx (1818-1883) (con su lucha de clases), etc.  

Por eso me parece muy interesante el siguiente cuento japonés:

‘Un gran maestro de tiro al arco (kyûdô) tenía un discípulo llamado Kisho que se sentía inferior ante su maestro. El maestro era el maestro. Por eso, Kisho esperaba la muerte de su maestro. Pero éste, fuerte y de salud excelente, estaba lejos de morir. El discípulo Kisho decidió, pues, matar a su maestro.

Un día Kisho se entrenaba disparando flechas en un campo cuando el maestro Kyodo fue a reunirse con él.

Justo en aquel momento, el discípulo disparó una flecha apuntando a su maestro; pero éste disparó igualmente … las dos flechas se encontraron en pleno vuelo y cayeron.

El discípulo disparó otras nueve veces y cada una de ellas fue detenida por el maestro. Kisho tenía diez flechas. El maestro no tenía más que nueve. El discípulo disparó la última flecha, pero el maestro tomó su lanza, la arrojó y cortó al vuelo la flecha.

El discípulo, admirado, se arrodilló.

Maestro y discípulo se abrazaron.

‘Oh, gran maestro’

‘Oh, gran discípulo’

Con su ego esfumado, entraron en las relaciones eternas de maestro a discípulo’

(www.elcopoylarueca.com)

Sobre el particular, es preciso señalar que:

‘Los economistas del comportamiento y los psicólogos evolucionistas han demostrado que la mayor parte de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales y en atajos heurísticos, más que en el análisis racional’

(…)

‘Los humanos raramente piensan por sí mismos’

(…)

‘La ilusión del conocimiento. El mundo se está volviendo cada vez más complejo, y la gente no llega a darse cuenta de hasta qué punto es ignorante respecto a todo lo que pasa (…) muchos sostienen rotundos puntos de vista sobre lo que se debería de hacer en Irak o Ucrania, sin saber situar estos países en un mapa.

(…)

‘Las personas raramente se dan cuenta de su ignorancia, por que se cierran en sí mismo en una cámara de eco constituida por amigos de mentalidad similar y por informaciones autosostenidas, de manera que sus convicciones se refuerzan constantemente y muy pocas veces cuestionadas’.

(…)

‘El gran poder distorsiona inevitablemente la verdad. El poder no es más que cambiar la realidad, más que verla tal como es’.

(…)

‘Si realmente quieres la verdad, te has de escapar del agujero negro del poder, y dedicarte a pasear por la periferia. (…) El conocimiento revolucionario llega pocas veces al centro, por qué el centro está hecho de conocimiento ya existente. Los guardianes del viejo orden normalmente deciden quien llega a los centros de poder, y tienden a filtrar a los portadores de ideas no convencionales’

(Yuval Noah Harari, ’21 lliçons per al segle XXI’ edic. 62, Barcelona, 2018, págs. 303-310)

De acuerdo con estos pensamientos, sería preciso matar al padre, dejar los seguidismos a los dirigentes políticos, cuando vemos que no actúan como creemos que deberían hacerlo.

Pero, mayoritariamente, optamos por lo cómodo, como recojo en los dos ejemplos siguientes, también citados por el mencionado autor (y también de ‘Sapiens’):

‘En Alemania, a finales de la década de 1930, el director de la oficina de correos local podía ser un ciudadano recto que velaba por el bienestar de sus empleados y que ayudaba personalmente a la gente con dificultades a buscar los paquetes extraviados. Era siempre el primero en llegar al trabajo y el último en marchar; incluso cuando había tormentas de nieve, se aseguraba que el correo llegase a tiempo.

Ah, pero su eficiente y agradable oficina de correos era una célula vital en el sistema nervioso del estado nazi. Despachaba con rapidez la propaganda racista, las órdenes de reclutamiento de la Wehrmacht y órdenes estrictas de las SS.

Hay alguna cosa que no funciona en las intenciones de los que no hacen un esfuerzo sincero para saber’

(pág. 315)

‘En uno de los momentos memorables de ‘La vida de Brian, de los Monty Python, una gran multitud de seguidores cegados confunden a Brian con el Mesías. Brian dice a sus discípulos: No es preciso que me sigáis, no es preciso que sigáis a nadie. Habéis de pensar por vuestra cuenta. Todos sois individuos. Todos sois diferentes’.

La multitud, entusiasmada, repite entonces la consigna al unísono: ‘Sí. Todos somos individuos. Todos somos diferentes’

(pág. 307)

Y dada la mediocridad de los actuales dirigentes españoles, y de bastantes de los catalanes, no podemos actuar diligentemente, como el citado responsable de la oficina de correos alemana, ni como los discípulos de Brian. Debemos ser críticos, revolucionarios, rupturistas, si queremos salir de la situación actual.

En definitiva, como dijo Albert Einstein, ‘Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo’; por eso, si realmente queremos cambiar el estatus quo, debemos actuar de forma distinta, salir de nuestra burbuja (cuando la pandemia lo permita) y huir de nuestro propio eco, para oír otras voces, otras ideas y, uniendo nuestras fuerzas, actuar de forma revolucionaria, rompiendo los filtros que pongan los poderes.

Y centrándonos en los independentistas catalanes, sabemos que ganamos las elecciones con el 52%, por lo que no debemos seguir haciendo lo mismo que hacíamos hasta ahora. Debemos cambiar de estrategia, y aplicarla hasta el final.