Ayer, 25 de mayo, nos vino a visitar al corte diario de la avenida Meridiana de Barcelona, unos argentinos, para celebrar el inicio de la creación, en 1810, del primer gobierno de las Provincias Unidas; proceso que finalizó el 11 de febrero de 1820, día en que renunció el último dictador supremo, José Rondeau y se disolvió el congreso nacional.
El 25 de mayo de 1810 prestó juramento la Junta Provisional Gubernativa, presidida por Cornelio Saavedra, comandante del Regimiento de Patricios.
Los compañeros que vinieron a visitarnos son miembros de la Sectorial de Inmigración de la ANC (Assemblea Nacional Catalana), que tienen como objetivo ‘trabajar para incorporar a la población de origen inmigrante al movimiento de liberación nacional, para conseguir una República igualitaria, de ciudadanos libres, iguales en derechos y obligaciones.
Y ayer celebraban las victorias de los pueblos que fueron oprimidos por el reino español, como ahora lo somos los catalanes.
Esta actividad se hace en colaboración con la Plataforma de Argentinos para la República y el Casal Argentino de Barcelona’.
Y, tras unos emotivos parlamentos, cantaron el Himno nacional argentino, que empieza:
‘¡Oíd, mortales!, el grito sagrado: ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas; ved en trono a la noble igualdad.
¡Ya su trono dignísimo abrieron las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden: ¡al gran pueblo argentino, salud!
(…)
Todas las voces, todas, todas las manos, todas, toda la sangre puede ser canción en el viento.
Canta conmigo, canta, hermano americano.
Libera tu esperanza con un grito en la voz’.
Ciertamente, han pasado doscientos años, dos siglos, en los que hemos ido viendo la reducción del poder español, pero los catalanes, como los vascos, seguimos bajo la bota de los borbones, aunque parezca increíble; y eso es debido, en parte, a que muchos catalanes no oyeron ese grito de ¡libertad! ni el 1 de octubre del 2017. Y así seguimos, encadenados.
Ahora bien, espero que el épico mes de octubre del 2017, haga cierto el lema de Winston Churchill (1874-1965): ‘El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo, hasta la victoria final’. Y el propio Bernard Law Montgomery, Monty (1887-1976), que de fracasos sabía bastante, dijo que ‘lo importante era tener un 51 por ciento de aciertos’.
Pero claro, delante tenemos el estado español, que se encuentra reforzado por las potencias (UE, EUA, etc.), que no quieren poner en peligro el cobro de la inmensa deuda del reino de España, esa es la pura realidad.
Y eso lo aprovecha el poder monárquico, haciendo bueno, también, otro de los refranes del citado Churchill: ‘Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema’.
Y los catalanes sabemos mucho del fanatismo españolista, por lo que somos conscientes que no lo tenemos ni tendremos fácil, pero debemos persistir, no hay otra.
En la actualidad, las confrontaciones son totalmente diferentes a las de antaño, si bien persisten muestras de brutalidad, como la que sufrimos a partir del 1 de octubre del 2017, el día que votamos nuestro referéndum de autodeterminación (y ganamos), y, como hemos visto estos días con Lukaixenko.
Sobre el particular me parece muy interesante reproducir la columna de Antoni Bassas:
‘Lukaixenko, pirata del aire:
El dictador bielorruso Lukaixenko envió un avión de combate para desviar un avión comercial con la falsa excusa de una amenaza de bomba, y todo para poder detener a un periodista crítico que ya había debido de exiliarse.
Esto no es más que una repugnante piratería aérea gubernamental, que encaja perfectamente con la tendencia creciente de los gobiernos, incluidos los democráticos, de abusar de la fuerza por razones de estado, sin que le importen demasiado los costes en su imagen internacional, porque de lo que se trata es de imponer el principio de autoridad.
Si además tienes la Rusia de Putin detrás, como es el caso, ya pueden ir aprobando sanciones.
La vida del periodista, Roman Protassévitx, corre peligro porque en Bielorrusia hay la pena de muerte y hábiles interrogatorios policiales.
La UE, que tantas veces ha proclamado la defensa de los derechos humanos, no puede abandonare el periodista a su desgracia’
(Antoni Bassas, Ara, 26 de mayo del 2021)
Este ejemplo, que en décadas anteriores se hubiera podido considerar un acto de guerra en toda regla, afortunadamente, en la actualidad no lo es. Pero eso, que es una virtud de la democracia, a la vez es su debilidad, su talón de Aquiles, que aprovechan los que no pertenecen a ese club democrático.
Evidentemente, nadie queremos más guerras, ya hay demasiadas en el planeta, pero creo que sí que queremos que realmente haya una democracia fuerte. Y, casos como el del periodista secuestrado, Roman Protassévitx, o como la represión del independentismo catalán, si acaban con unas meras amenazas o críticas, es la demostración de que la democracia que tenemos es de papel de fumar.
Creo que, evitando la guerra armada, los estados tienen muchos poderes, y, por ejemplo, la UE debería aplicar, desde el minuto 1 de cualquier infracción grave como las citadas, un bloqueo total (económico, político y social) e indefinido, al coste que sea, evitar que sus aviones vuelven por espacios aéreos internacionales, deberían hacerse todo para que fueran percibido como una verdadera amenaza. Y eso debería efectuarse independientemente de la posible dependencia de recursos, bienes o conducciones de gas, o de lo que sea, que la UE pueda perder (por no poder acceder/comprar o por no poder vender).
Aún así, sabemos que tampoco es garantía, pues hay regímenes como el de Corea del Norte, que por más bloqueos que se les haga, no cambian de rumbo; y, al final, las consecuencias al final las acaban pagando sus respectivas poblaciones.
Y también sabemos que esos bloqueos nunca son totales, ya que siempre hay países que lo rompen; en el caso que nos ocupa, la propia Rusia, y así, el bloqueo que pudiera efectuarse pierde efectividad, obviamente.
Pero si un bloqueo total y efectivo, se hace extensivo incluso a los países que apoyan a esos países, lógicamente tendría repercusiones.
Esa actuación global parece una utopía, pero hemos visto que la pandemia por el covid llegó a paralizar la economía mundial, así que todo es posible. Hemos visto que el confinamiento total, duro, acabó con la etapa más dura de la pandemia, así que, en los casos que tenemos, obviamente serían efectivas esas medidas.
Pero también es triste ver, que, en muchos momentos, los propios EUA, con todo su poderío militar y económico, apoyan a dictaduras y regímenes corruptos, primando así su geo-estrategia. Y ante un poder así, la UE tiene poco que hacer, pero aún así debería poder presionar y ejercer una influencia, si realmente dejase de ser un mero club de mercaderes.
Volviendo con la independencia argentina, nos comentaron que costó 300.000 muertos, además de los costes económicos derivados. Pero sabemos que una vida es irreemplazable. Así que cualquier coste que comportaría un bloqueo como el citado, sería mucho menor.
Pero claro, si preferimos una UE de bajo nivel, con una pseudo democracia, que amenace y se limite a decir:
‘Niño, deja ya de joder con la pelota,
Niño, que eso no se dice,
Que eso no se hace,
Que eso no se toca’
(Juan Manuel Serrat, ‘Esos locos bajitos’, 1981)
Veremos que Bielorrusia, España, etc. seguirán actuando como les rote, sabiendo que el coste es nulo.
Hoy, por ejemplo, el tribunal supremo ha cursado el informe negativo a la concesión de los indultos de los presos políticos, y saben que no será bien considerado a nivel de la UE, pero les es igual, se consideran por encima del bien y del mal, cuando, a mi modo de ver, son la personificación de Mammón (avaricia), Leviatán (envidia), Belcebú (gula), Satanás (ira), Asmodeo (lujuria) y Belfegor (pereza), todos ellos al servicio del monarca Borbón-Lucifer (soberbia)
Y ante eso, ahora nos sale el narcisista Pedro Sánchez diciendo que ‘hay un tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia’, frase que ha repetido varias veces en el Congreso. Y, claro, todos sus acólitos pelotas, le siguen el rollo, como Miquel Iceta, pidiendo concordia. Y esa frase no deja de ser una muestra más de su prepotencia, ya que el código penal impone penas, sanciones, pero no castigos.
Esa concepción de castigar y de perdonar es propia de una mentalidad absolutista, dictatorial, similar a las de algunas religiones.
Por todo eso, los independentistas catalanes debemos movilizarnos, no queremos seguir estando en su purgatorio ni en su infierno; debemos buscar la confrontación inteligente y democrática, sabiendo que no recibiremos ninguna ayuda exterior, y siendo conscientes que en el interior tenemos un 48 % de unionistas, que también los tenemos en contra. Y precisamente, ese es nuestro mayor hándicap.
Sabemos que, en una verdadera democracia, las minorías aceptan las decisiones de las mayorías, y éstas respetan a aquellas. Y si los catalanes unionistas fueran demócratas, aceptarían los resultados.
Pero la realidad es muy diferente, ya que, como vemos cada día en la manifestación de la avenida Meridiana, los contrarios al corte nos insultan y amenazan. Y, esta semana volveremos a ver cómo nos impiden manifestar, ya que volverán a hacer un fraude de ley, para conseguir tener abierta la avenida. Utilizan las argucias legales para evitar nuestra libertad de expresión, para impedirnos manifestar por la libertad de los presos y exiliados.
Por todo eso, debemos movilizarnos muchos más, en muchos más lugares, y con mayor persistencia, si realmente queremos conseguir un nuevo estatus como país y así, escapar de los castigos y los castigadores y de sus concordias parecidas al abrazo del oso. Y si los ciudadanos españoles admiten y les gusta estar sometidos a un estado castigador, allá ellos.