En este momento, la defectuosa democracia española ha quedado nuevamente en evidencia, al hacerse público que espía a diestro y siniestro (mediante el programa Pegaso), a los que considera ‘disidentes’, acción que no es novedosa, ya que tradicionalmente ha utilizado y utiliza todos los medios: policiales, jurídicos, económicos, medios de comunicación, etc., para seguir apuntalando el corrupto régimen monárquico del 1978, que mantuvo y mantiene el ADN franquista.
Es sabido que la falsa transición, basada en un sistema de partidos dualista (dos caras de una misma alma), comporta un déficit democrático sistémico, que ha fagocitado a partidos como Ciudadanos y Podemos, que han sucumbido, por diferentes modos y medios, ante el embate del poder del estado, el gran Saturno.
Y este estado, tiene una visión bipolar simplista: o conmigo o contra mí, sin matices; y todo por la sacrosanta unidad de la patria, confundiendo el ‘todo por la patria’ con el ‘todo por la tapia’. Y a tal fin, aplica diferentes tácticas: la represión, el miedo, el ‘divide et impera’ romano, etc., para debilitar a toda disidencia.
Los independentistas catalanes hemos aprendido, y estamos aprendiendo, ‘gracias’ a esta última década, que, si realmente queremos llegar a conseguir la independencia de Catalunya, debemos replantearnos muchas cosas ‘aceptadas’ tradicionalmente, entre ellas, la hegemonía de los partidos políticos monolíticos, estructurados férreamente, gracias a la vaselina de las fidelidades e intereses personales y de sus respectivos colectivos: ‘Uno puede defenderse de los ataques, contra el elogio se está indefenso’ (Sigmund Freud, 1856-1939).
Y siguiendo con el fundador del psicoanálisis, es preciso señalar que:
- ‘La tradición es la excusa de las mentes perezosas que se resisten a adaptarse a los cambios’, y esa pereza, es una de las características de la mayor parte de nuestra población, y sustento, de lo que el estado considera ‘crisis social’, ya que los unionistas están acomodados al statu quo.
- ‘Las emociones reprimidas nunca mueren. Están enterradas y saldrán a la luz de la peor manera’, y eso es lo que teme el estado, ya que sabe que pueden machacar y debilitar a los independentistas, pero no anularnos.
- ‘La mayoría de las personas no quiere la libertad porque ésta implica responsabilidad; y la responsabilidad asusta’. En inglés se diferencia entre ‘freedom’ (la libertad que es concedida) y la ‘liberty’ (libertad auto-determinada). Y según Freud, por comodidad o por miedo, únicamente se asume la primera opción, la concedida. Cuando la verdadera libertad es la conseguida.
Todo ello nos lleva de nuevo a la comodidad, que etimológicamente deriva del latín ‘commoditas’: ‘cualidad de no tener molestia ni necesitar esfuerzo’.
Si los catalanes independentistas realmente queremos superar la actual situación, y dejar solventado el problema a nuestros hijos (que bastantes problemas y obligaciones tienen para sacar adelante a nuestros nietos), los que estamos jubilados y, por lo tanto, tenemos más tiempo y la vida mejor o peor establecida, deberíamos hacer un ejercicio de sinceridad y transparencia con nosotros mismos y con los demás, salir de la zona de confort, dejar el sofá.
No podemos confiar en el estado español, está claro, ya que ‘la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles (…)’ (artículo 2), idéntico al: ‘La Falange española cree resueltamente en España. España no es un territorio. Ni un agregado de hombres y mujeres. España es, ante todo, una unidad de destino. Una realidad histórica. Una entidad, verdadera en sí misma, que supo cumplir -y aún tendrá que cumplir- misiones universales’ (Falange Española, principio 1, Madrid, 7 de diciembre de 1933). Y en esas seguimos, en la ‘sacrosanta unidad de destino en lo universal’, respaldada por los que, sin tener el valor ni la conciencia de creerlo, siguen con el ‘muera la inteligencia’ de José Millán-Astray (1879-1954).
Tampoco podemos confiar con los partidos políticos, como he dicho, ya que ni los partidos independentistas catalanes tienen realmente el valor (ni el interés) de salir del actual statu quo. Ya les va bien el victimismo disfrazado de pragmatismo, contentándose con la premisa: ‘venceréis, pero no convenceréis’, de Miguel de Unamuno (1864-1936), y así, ir tirando de la rifa que les ha ‘tocado’ y con las poltronas que tienen repartidas entre ellos. Y mediante la estrategia de repetir eslóganes simplistas como: ‘lo volveremos a hacer’, ‘somos república’, etc., siguen engañando a la población.
El citado Unamuno, en su ensayo ‘El pórtico del Templo’ (30 de mayo de 1906), escribió: ‘Que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó’.
Y eso lo saben muy bien ‘nuestros políticos independentistas’ (que no, lideres), en especial Oriol Junqueras (ERC), por su formación de historiador, y así, esperan que, en algún momento, alguien les invente la luz, para ellos aprovecharse y, sin el más mínimo pudor, ni riesgo, ponerse delante de todos, con todas las medallas, compitiendo en base a sus respectivos currículos vitales.
Por todo ello, los catalanes que, cívica y democráticamente, queremos trabajar por conseguir la independencia, debemos ser conscientes que ‘La humanidad siempre ha comprometido un poco de felicidad por un poco de seguridad’ (Freud); y nosotros queremos una sociedad plena, ética y moralmente, sin comprometer parcelas de felicidad a cambio de falsas seguridades.
Me parece evidente que no hay fórmulas fáciles para independizarnos, y tampoco queremos esperar que alguien invente la luz, para aprovecharnos después. La estrategia la hemos de marcar las bases populares, organizadas de forma verdaderamente asamblearia, aunque sea difícil, como demuestran gran cantidad de estudios psicosociales que han analizado las dinámicas de grupos.
En estos últimos años, en toda Catalunya se realizan manifestaciones independentistas, diarias, como la que hacemos en la avenida Meridiana, o semanales, la gran mayoría. Y estos actos tienen su valor testimonial, como vemos por la reacción (de los reaccionarios) unionistas.
Pero sabemos que ese testimonio tiene escasas consecuencias, por no decir nulas, ya que el poder, los poderes, son capaces de tergiversar y prevaricar, para impedir que esas manifestaciones puedan afectar en lo más mínimo, como hemos visto que al final, después de dos años de cortar la citada avenida Meridiana, han acabado ‘reconociendo’ el derecho de las manifestaciones ‘anónimas y silenciosas’ (el objetivo contrario de toda manifestación) de los unionistas anticortes.
Por eso hay que buscar otras fórmulas, como la de hoy (11 de mayo) en Barcelona, que hemos tenido una demostración clara, con la plataforma ‘Batec’, contra el pago de los billetes de ferrocarril (Renfe); movimiento que ha sido poco secundado, pero que es un ejemplo claro de forma de actuar, ejerciendo presión sobre lo único que entienden el estado y sus poderes económicos. En su momento, la plataforma contra los peajes en las autopistas acabó teniendo un relativo buen resultado.
En definitiva, creo que deberíamos seguir el ejemplo de Mahatma Gandhi (1869-1948), con su resistencia no violenta, basada en pequeñas e importantes acciones guiadas por la simplicidad y la autosuficiencia, por ejemplo: el uso del tejido tradicional (khadi), la marcha de la sal, etc.
En esa línea, los independentistas jubilados, podríamos hacer diversas pequeñas acciones:
- Al nivel cultural, para defender el idioma catalán: generalizar su uso (especialmente con los cuerpos policiales, judiciales, etc.); exigir que los restaurantes tengan la carta y los menús en catalán (como los tienen en inglés, etc.); consumir productos rotulados en catalán; ver películas y obras de teatro en nuestro idioma, así como seleccionar los canales de televisión y radio en catalán; etc.
- Al nivel económico: además de las medidas citadas, algunas de las cuáles tienen una lógica incidencia económica, consumir productos de proximidad (km 0); independizarnos de las empresas del Ibex35 (bancos, eléctricas, telefónicas, etc.) sustituyéndolas por alternativas locales; en días acordados, sacar determinadas cantidades de euros, no necesariamente importantes a nivel individual y, al cabo de unos días, volverlos a ingresar, para volverlos a sacar; hacer turismo local reducido al país catalán; etc.
- Al nivel social: en determinados momentos acordados, ponernos a traspasar, masivamente, las principales calles, pasando con los semáforos en verde; volver a colocar la bandera estelada (bandera independentista catalana) en ventanas y balcones; llevar pins o distintivos independentistas; etc.
Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008) publicó ‘La disidencia de uno solo’ (texto presentado en el Seminario de Psicología Social de la Universidad de Lovaina, y también ‘Una jornada en la vida de Ivan Denissocitch’ (‘Le chêne et le veau’) (París, 1975) explicando el influjo de una minoría activa en disidencia; referencias incluidas en el libro ‘Psicología de las minorías activas’, de Serge Moscovici (Edic. Morata, Madrid, 1981), obra que sería de interés como lectura generalizada.
Si uno, o unos pocos, pueden llegar a ser relevantes, qué pasaría si una gran cantidad de independentistas catalanes nos coordináramos en pequeños grupos vecinales para seguir algunas de esas ideas propuestas, todas ellas pacíficas y democráticas …, estoy seguro que los políticos, los nuestros y los del estado, nos tomarían en serio, ya que habríamos pasado de ser figuras folklóricas irrelevantes, a ser considerados agentes de especial relevancia. Y, consecuentemente, nuestro estado de ánimo se elevaría, que buena falta nos hace, visto el actual panorama.
Amadeo Palliser Cifuentes