En octubre del 2017, el movimiento independentista casi tocamos el cielo, pero ahora, siete años después, estamos totalmente colapsados, como intento explicar a continuación.
Es evidente que, en el momento actual, el movimiento independentista está desmotivado, desmovilizado y carente de ilusión.
Y eso ha sido debido, fundamentalmente, por la represión del estado español, que ha aprovechado y sigue aprovechando todos sus poderes, legales, ilegales y alegales, para destruir y perseguir a los principales líderes políticos y sociales, así como a cientos de activistas, y eso ha ido provocando un efecto multiplicador, buscado por los represores, ya que la privación de las libertades y las sanciones económicas, han provocado un efecto de bola de nieve en las respectivas familias y amistades.
Y otra de las estrategias utilizadas por el estado, en este caso, por parte de Pedro Sánchez, ha consistido en dividir el independentismo, especialmente utilizando a ERC como ‘independentistas buenos’, con los que se puede pactar, frente a Junts, el partido de los ‘independentistas malos’.
Pero nuestros ‘líderes’ y partidos independentistas también tienen buena parte de culpa de la situación actual en la que nos encontramos; y eso ha sido así, por diferentes motivos, entre ellos, su mediocridad e incompetencia (con mínimas excepciones), pues nos vendieron el cielo, desconociendo las dificultades, y por los efectos de la represión mencionada (sufrida en su propia piel).
Y esos ‘líderes’, desde hace años, dedican todas sus energías para enfrentarse, criticarse y descalificarse entre ellos, incrementando la lucha cainita a todos los niveles.
Y ahora vemos que Lluís Llach (presidente de la ANC) apuesta por la conveniencia de que tanto Carles Puigdemont como Oriol Junqueras, abandonen la primera fila política, olvidando que Carles Puigdemont es nuestro presidente legítimo, destituido de forma ilegal, anticonstitucional y de forma represiva por el estado español; por lo que nuestro objetivo unificador debería ser su restitución. Me parece que eso sería básico, y que no deberíamos aceptar ninguna otra opción.
Asimismo, vemos que ERC, con apenas 8250 afiliados, de cara al próximo congreso previsto para el mes de noviembre, tiene 4 plataformas alternativas: los ‘junqueristas’, los ‘roviristas’ (Nova Esquerra Nacional), ‘Foc nou’ (fuego nuevo) y ‘1 de Octubre’.
Me parece preciso e inevitable que ERC, tras la traición efectuada al facilitar la investidura del represor Salvador Illa (PSC/PSOE), realice un serio y profundo replanteamiento de su razón de ser; pero desechando las dos plataformas citadas en primer lugar, por ser cómplices de la citada traición. Al no ser así, presentar de forma separada las dos últimas plataformas mencionadas, ajenas a la estructura de mando actual, es dispersar los votos, y, claro, facilitar la victoria de una de las dos primeras. Todo este proceso es bastante penoso e infructuoso, la verdad.
Y, obviamente, la ciudadanía de base también tenemos nuestra buena parte de culpa, ya que, ante las primeras dificultades, nos hemos ido desinflado y, para ello, nos hemos acogido al argumento / excusa, de que la culpa la tienen nuestros ‘líderes’, por los argumentos mencionados.
Y eso tiene una cierta lógica, pero, en gran medida no deja de ser una racionalización, que, según la psicología dinámica (freudiana), es un mecanismo de defensa, que se basa en utilizar explicaciones ‘lógicas’ para justificarnos y, así, evitar sentimientos como la ansiedad, culpa, inferioridad, etc. Ese mecanismo es inconsciente. Y si bien se dan análisis racionales y conscientes, es cierto que, en buena medida, muchas de las conclusiones tomadas conscientemente, tienen un sustrato inconsciente.
Y así estamos en este momento, a pocos días de conmemorar la Diada Nacional, en la que celebramos la defensa heroica de nuestros antepasados de 1714, ante las huestes del borbón Felipe V. Es preciso recordar que no celebramos derrotas, como se nos suele decir de forma despectiva.
Enlazando con mi escrito de ayer sobre las antiguas tertulias futbolísticas en la Font de Canaletes, y en la perduración de ese lugar como ‘santuario’ simbólico para realizar las celebraciones dl F. C. Barcelona, es preciso recordar que hay una leyenda popular que dice que cualquier individuo que visite Barcelona y beba agua de la Font de Canaletes, quedará encantado y regresará a nuestra ciudad.
Pues bien, la situación de colapso (ruina) en la que estamos los independentistas, con las consecuentes secuelas estresantes y de agotamiento emocional, atendiendo a todo lo expuesto, me parece que, en lugar de la buena agua de Canaletes, hemos bebido, ‘con sumo gusto’ (como repetía el ‘juez’ Manuel Marchena en el juicio del procés) una buena dosis de aceite de ricino, de agua de Carabaña (Madrid) o, peor todavía, de la sal de Vaciamadrid (aguas con alta proporción de sulfato de sodio, de la localidad madrileña Rivas-Vaciamadrid (*)), todas esas aguas, conocidas y utilizadas desde hace siglos (el ricino ya lo utilizaban los faraones egipcios), tienen unos efectos laxantes, purgantes.
(*) Vaciamadrid parece descender de la expresión árabe Manzil Mayrit, que significa el ‘parador de Mayrit’, un lugar en el que se detenían los caminantes que se dirigían a la ciudad.
Y me parece hasta jocoso utilizar metafóricamente las referencias a esas aguas madrileñas de Vaciamadrid o de Carabaña, para explicar nuestras diarreas mentales; pero la realidad es dura, como sabemos, y no estamos para muchas bromas.
Por todo esto, deberíamos reconsiderar nuestra situación con la máxima gravedad, para intentar salir del tobogán emocional en el que estamos, pues, si no cambiamos de actitud, acabaremos en la más triste irrelevancia, en la que ya casi nos encontramos, por la traición de ERC, no lo olvidemos.